“La fe mueve montañas. ¿Y el dinero? Pues parece que puede desplazar cordilleras”
Leonardo Padura
España, según la estadística que se realiza cada mañana en los medios, es el país con mayor densidad per cápita de dobles perfectos, imitadores vocales profesionales y hologramas metahumanos no registrados. Tanto, que cualquier detenido podría pedir plaza en la unidad de trastornos de identificación delirante sin necesidad de informe clínico. La última ha sido, como no, la amiga Leire Díaz, que ha negado ser ella la de la grabación de tres horas del fiscal Stampa, como si tres horas de conversación pudieran fabricarse de cualquier manera. No ha sido ni será la única. Tampoco Ábalos ni Koldo ni el mismísimo Santos Cerdán reconocen sus voces, ni sus fotografías incriminatorias. Si el síndrome de Capgras no fuera cosa como para no bromear, podríamos pensar en una epidemia.
Los modernitos de la tecnología han empezado a llamar a esto el círculo de la duda artificial, que quedará muy neologismo pero que no es sino el intento loco de anular pruebas pasado por la pérdida de toda decencia por parte del delincuente, presunto o no. Quiero decir que tiempos hubo en los que llamar gilipollas al juez en la cara no se contemplaba y ahora los hay que se permiten amenazar a una magistrada por teléfono y luego decir delante de ella que la grabación no es buena porque es una IA. Ya ni quedan chorizos con clase que aguanten el tipo cuando los cazan.
De lo que vengo a hablarles hoy es de las personas decentes, de su resistencia numantina y del trato que reciben en una sociedad cada día más indecente
De lo que vengo a hablarles hoy es de las personas decentes, de su resistencia numantina y del trato que reciben en una sociedad cada día más indecente. Pongamos un caso con toda la salsa de la abyección: las denuncias efectuadas sobre 25 millones defraudados de los fondos públicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). No digas cáncer en alto que te multo, ni me denuncies a los chorizos que se lucran con él, no vaya a ser qué. Los funcionarios y cargos decentes que han descubierto este enorme sumidero público de nuestros impuestos han pasado por lo de siempre: que no les hagan caso, que los represalien, acudir a la Fiscalía y... finalmente a la prensa, que es la única que funciona, si quiere, no tapando las mierdas.
Los directores de Operaciones y de Compliance acudieron a la ministra Morant y al secretario de Estado, enviaron dos cartas, en marzo y agosto, relatando el escándalo de contratos raros, servicios no prestados y todo tipo de corrupciones, y no les hicieron ni puto caso. Los despidieron, o sea. Han llevado 500 documentos y 18 años de análisis de contratación a Anticorrupción y se lo han contado a El Mundo. Silencio, que tenemos un escándalo con las mamografías para detectar el cáncer y no tenemos tiempo para hablar del saqueo de los recursos para investigar como cuidarlo. La esperanza es que los dos directivos y cuatro técnicos del centro hicieron un forensic contable de casi dos décadas para descubrir el cotarro y no se lo callaron. Personas decentes, funcionarios de raza.
Pero es que saltas al mundo de la empresa y caes sobre Acciona, que corre riesgo de ser imputada como persona física a poco que se enrosquen las cosas. El informe de la UCO es muy explícito —"Balas, necesito a Balas", Balas, llevamos a los fiscales a sala para que se rían de Balas—, pero la operativa de la empresa aparece comprometida. El cortafuegos que puso Entrecanales despidiendo al jefe de Carreteras, vuelo urgente en avión privado mediante, no ha sido suficiente. Hay más empleados. Parece que había un buzón secreto para vehicular las ofertas de obra susceptibles de amaño, parece que el jefe de Compliance de la empresa no estuvo muy listo o no quiso estarlo. ¿Dónde está la gente decente que debería de haber detectado que tanta UTE con empresitas de chichinabo no era saludable? Tanta alharaca de los programas de responsabilidad corporativa para hacernos sospechar que todo sigue igual. Hay quien dice aún que todo esto es culpa de Franco. Siempre es bueno tener un tonto o un malvado al que echarle la culpa por la eternidad.
Las cloacas en versión alternativa. Los audios de Villarejo siguen rulando y se oyen en Ferraz mientras Pedro nos perdona la vida cinco días. Dos personas de Moncloa están presentes. Unos dicen que para reciclar lo de las saunas como ataque al presidente, pero entonces ni ellos sabían si seguiría. El mismo lío de siempre. Cintas, mentiras y delito. La operación Catalunya. Grabaciones. Mensajes filtrados. ¿Queda gente decente en los partidos políticos? En general, ¿queda gente decente? Una psicosis recorre la Península, sin importar cuál sea tu idioma natal. Los teléfonos se dejan en la puerta, recogidos, apagados. Borrado de mensajes activado. Esto se autodestruirá. Conversaciones triviales por teléfono convertidas en un acertijo por seguridad, sin necesidad. ¿Pueden grabar la videoconferencia sin que lo sepas? Manos arriba, muestra el dispositivo o verás.
Es imposible que una sociedad salga adelante así. Teniendo que tomar por indecente a todo el mundo. Sospechando hasta de tu sombra y de tu familia y de cualquier contacto siquiera íntimo que podría volverse en tu contra. Protección contra pantallazos. Destruyo los discos duros, borro los móviles, los tiro al mar. Adiós a la cuenta de correo electrónico. Ácido fluoroantimónico para destruir la huella del mal.
Por eso cada vez nos urge más reparar en los que sí hacen su trabajo. En los funcionarios que se niegan a visar el contrato del ligue, en los que alertan de la calidad de las mascarillas, en los periodistas que no eligen bando y se limitan a señalar la realidad y a denunciarla caiga quien caiga. Por eso cada vez confío más en los que tienen una mensajería corriente, sin plazos de borrado, sin fotografías que se desvanecen, sin conversaciones que se van. Tiene la pinta de que son decentes y de que confían en que tú también lo eres. Un alivio en esta ola de "perlas" a las que yo ni les cantaría.
Nos urge proteger al decente. Dar cobijo y acoger a sagrado al denunciante de la corrupción y los delitos; considerar que todos tenemos el deber de ser decentes, pero que pedirnos que seamos héroes dispuestos a perderlo todo, es poner una vela a la impunidad. Y a ti, que sabes que no te grabaría nunca sin decírtelo, que no reproduciría fragmentos de tus conversaciones con otros, que no traicionaría tu confianza, gracias por concederme el estatus de persona decente, que para mi vale más que el Toisón.
