Hoy hace una semana estábamos analizando el resultado del único cara a cara electoral, el Sánchez-Feijóo del que convenimos que ganó el candidato popular. Fue el único por decisión de Alberto Núñez Feijóo, que planeó un encuentro bronco del que salir ganador. Y lo consiguió. Sánchez no tuvo la noche, los reflejos ni la preparación para desmontar la batería de datos falsos que el líder del PP le encajó entre titubeos y frases inconclusas.

Por aclarar polémicas, en un debate electoral no son los moderadores quienes tienen que desarmar a los candidatos. No es su ring, ni su refriega. Los debates se dan para que los candidatos se expresen, se impongan uno a otro, se defiendan. Si un candidato usa datos falsos, el otro debe responder. Los espectadores merecen ver la capacidad de cada uno. Por más que todo sea opinable, los moderadores no tienen ni deben verificar los contenidos en directo. El trabajo de Vicente Vallés y Ana Pastor en Atresmedia era ordenar los bloques y plantear preguntas. Y ambos tuvieron más habilidad que Sánchez para lanzar cuestiones incómodas a Feijóo, desde los pactos con Vox a la falta de condena de la violencia machista de su socio.

El error de cálculo de Feijóo fue pensar que las mentiras quedarían ahí. Que la prensa las dejaría pasar por alto. O que el antisanchismo socavaría la obligación periodística de desmontar las imprecisiones lanzadas a la opinión pública. El candidato del PP ya parecía incómodo en los micrófonos de Carlos Alsina cuando le planteó: "En el debate dijo usted algunas cosas que son mentira. ¿Por qué?”. La respuesta fue esquiva: “Sería bueno que usted me dijera cuáles”. E inútil, porque Alsina las enumeró. En una de ellas, Feijóo se sacudió la responsabilidad señalando un supuesto teletipo que señalaba a Sánchez como responsable del cierre de Pegasus por falta de colaboración con la justicia (fue Israel).

Más preocupante que las mentiras deliberadas o en caliente de campaña, es la concepción del periodismo que está difundiendo el PP

Pasado el fin de semana, el teletipo no ha aparecido y Feijóo se ha enredado con las mentiras que hace días debió aclarar. El candidato del PP ha preparado la última semana de campaña para captar más votos del PSOE y Vox, pero no para seguir explicando sus silencios e incorrecciones. En consecuencia, perdió los papeles en TVE ante las preguntas de Silvia Intxaurrondo, a quien llegó a afear que expusiera “en directo” los datos falsos. Y llegó a pedirle que rectificara para más tarde tener que hacerlo él. Feijóo negó tres veces, como ya había hecho con Carlos Alsina. E insistió en que el PP revalorizó las pensiones conforme al IPC. No lo hizo en 2012, 2013 y 2017. Y votó en contra en diciembre de 2021 y en marzo de 2023.

Feijóo ha confundido la neutralidad de la televisión pública con el ejercicio del periodismo. Y eso es lo preocupante, la concepción del periodismo que está difundiendo el PP. Neutralidad es ofrecer las mismas oportunidades a los partidos en campaña según su representación parlamentaria. Neutralidad es no posicionarse a favor de uno u otro. Así que más preocupante que las mentiras deliberadas o en caliente de campaña, es la concepción del periodismo que está difundiendo el PP. 

Hay una manera más sibilina de censurar. Consiste en difundir la idea de que el periodista es un agente silencioso que no pregunta y no cuestiona. Borrar del periodismo su propia obligación y esencia, como ha hecho el exministro de Exteriores, José Manuel García Margallo. "Lo que no he visto nunca —decía en Cuatro— “ni en España ni en otro país, es que sea el conductor del programa el que aporta datos contrarios al que está entrevistando. Le puede preguntar, pero no puede decir ‘eso es falso', porque entonces se convierte en juez y parte". 

El líder del PP se ha enredado en la defensa de datos falsos e imprecisiones. “Si la mentira le gana a la verdad, has fracasado”, llegó a decir. Una semana después, la frase es premonitoria. El PP puede ganar las elecciones el 23-J como apuntan las encuestas, pero la mayoría ajustada o absoluta no evitará que Feijóo siga bajo el foco del contrapoder de una prensa libre. Cuando los periodistas preguntamos, no abrimos un debate, como les ha dado por decir estos días. Con nuestras verificaciones y preguntas, buscamos la precisión, rebajar el nivel de desinformación y el ruido. Separar los hechos, la realidad, de la mentira. Feijóo ganó el debate a Sánchez, el periodismo se lo ha ganado a Feijóo.