Golpe de Estado en el PSOE. La (muy) vieja política, con la colaboración de la vieja prensa, amiga de la vieja política, intentan hacerse con el poder. ¿Para hacer qué? Para darle el gobierno a Mariano Rajoy. Si Pablo Iglesias, el otro, el de toda la vida, levantara la cabeza, pillaría una grave contractura ideológica. Y muscular.

Dos momentos explican perfectamente la situación. El primero es de esta mañana. Se ha presentado en la sede central del partido una tal Verónica Pérez diciendo que "en este momento, la única autoridad que existe en el PSOE es la presidenta de la mesa del comité federal, que soy yo". Juas, juas, juas... Después de dos horas en la recepción, sin ni poder acceder al interior de la sede, se ha marchado. Huy sí, tanta autoridad que es como el chiste del futurólogo. Llaman a la puerta y él dice: "¿quién es?". Y, desde el otro lado de la puerta se oye: "Pues qué mierda de futurólogo".

El segundo momento es de anoche. En un edificio de delante de la sede central del PSOE pasó lo que una usuaria de Twitter colgó en su cuenta.

Efectivamente, delante mismo de la sede de la calle Ferraz sonó a todo volumen el himno del PP. ¡Ironia SEN-SA-CI-O-NAL!

Pues bien, en vez de hablar de todo eso, o de este PSOE emergente donde los portavoces son Felipe González, Joaquín Almunia o José Luís Corcuera, los catalanes hemos estado con la cosa esta de la Cuestión de Confianza, el referéndum y toda la pesca. ¡Qué poco tacto!

O sea, el PSOE se desangra porqué quien gobernaba hace 25 años todavía no se ha dado cuenta de que su carrera política está en el museo de cera y nosotros contraprogramamos con lo mismo de siempre.

Suerte tenemos de que en el Madrit (concepto) oficial han decretado que aquí no pasa nada. Aplicando el Rajoyismo más puro, consistente en que si tú dices que no tienes ningún problema, no tienes ningún problema, los catalanes hemos dejado de ser "el" problema. Ahora el problema es Pedro Sánchez.

Cada día que pasa Sánchez es más catalán, desde el punto de vista de coco oficial del antiguo régimen. Del régimen que, como me decía un socialista catalán hoy en los pasillos del Parlament, está carcomido por los ácaros. Y cuando a Pedro Sánchez le llamen nazi (momento para el que ya falta muy poco) los catalanes retiraremos su camiseta y la pondremos en nuestro particular Salón de la Fama.

Pero la relación de amor se acabará aquí. ZT (Zapatero Talante) y su "apoyaré" fue la última vez que nos creímos que otra España era posible. Y lo que le está pasando las últimas horas a Pedro Sánchez es el ejemplo más claro de ello.

Sánchez pasará y nosotros todavía estaremos dándole patadas a la lata (un concepto, por cierto, que gusta mucho a Joan Coscubiela). Una lata ahora mismo situada en septiembre del próximo año y a la espera de que una ventolera se lleve los metros de caspa que paralizan esta España instalada en el siglo XVIII y que se cree que ya está en el siglo XX.