Vamos a elecciones. De cabeza. Cuando llegue el frío. Más allá del teatro que puedan hacer desde Madrid o Waterloo volveremos a ir a elecciones. El manual del jugadamaestrismo dice que así es como pone al Estado contra las cuerdas. Cualquier otra opción es rendición y colaboracionismo. Y punto. Borroka da bidea —la lucha es el camino— coreaba la izquierda abertzale. Aquí estamos.

Efectivamente, depende de Puigdemont, en el sentido que ya pueden decir misa desde Sumar a PNV, pasando por Bildu o ERC. Los votos de Puigdemont serán de Puigdemont y de la estrategia de la patada y adelante. Nadie sabe hacia donde. Tampoco él. Da igual. El espacio de confort de Puigdemont es este y no se arriesgará más allá.

Puigdemont sí que tiene una idea de liderazgo, el suyo. No es que el partido pase por él, es que tiene que pasar el país entero por el aro

Puigdemont —en cambio— sí que tiene una idea de liderazgo, el suyo. Y de movimiento en torno a él. De cómo lo quiere manejar. No es que el partido pase por él. Es que tiene que pasar el país entero por el aro. O cuando menos, la parte de país en el cual se dirige. Es él y nadie más que él. Se puede estar o no. Pero esta es la premisa.

Ciertamente, en esta ocasión difícilmente podrá hacer creer que no va con él. A menudo ha pretendido simular que se desentendía del partido. Pero lo cierto es que las decisiones se toman como se tomó la decisión de hacer primarias para elegir cabeza de lista para les elecciones catalanas. Dos compiten. Votan a los militantes. Y luego Puigdemont decide. O cómo se aborta —desde fuera— con un solo tuit unas nuevas primarias.

Puigdemont ha conseguido a penas el 11% de los votos. Pero da igual. Porque ha recuperado un protagonismo que ha reavivado una llama que después de la última resolución del TGUE parecía que se apagaba. Su llama.

Hay tres variables que llevan a Puigdemont a forzar elecciones. La primera, que necesita enmendar a la totalidad la estrategia del adversario a batir. Los de Esquerra. La segunda, ¿si has dicho del derecho y del revés que el PSOE y aliados son lo mismo que el PP y los suyos, ahora como rectificas? La tercera, que hay un cuarto espacio que Puigdemont teme que pueda eclosionar. Y mancharse ahora, arriesgándose con un acuerdo, daría alas a un cuarto espacio que él mismo ha alimentado e instrumentalizado. Sea en defensa propia o como guerrilla cibernética contra el resto.

Por otra parte, Pedro Sánchez es muy listo. Las elecciones pueden ser como las erecciones. Depende del momento y de las circunstancias se puede fallar. Pero de momento tiene a Feijóo en la lona. Y seis meses por delante. Nos dirá a los catalanes que lo ha intentado todo para avanzar hacia una España plurinacional. Pero que la intransigencia del independentismo lo ha frustrado todo. Y a España les dirá que él no acepta de ninguna manera el chantaje de Puigdemont. No es una mala carta de presentación y neutraliza todo el discurso de "vendepatrias" de la derecha española.

Claro que esta también es la única coyuntura que puede hacer resucitar a Feijóo, o acabar forzando una abstención de uno de los dos grandes partidos españoles. Daños colaterales.