Un observador externo procedente de un país lejano al que podríamos poner de nombre John Doe aterrizó en Barcelona el día de Sant Jordi y se quedó maravillado y convencido de que los catalanes viven en el mejor de los mundos posibles. Exteriorizando su deslumbramiento con las flores, los libros, el sol y la alegría de la gente, tropezó con un indígena que quiso explicarle que no todo son flores y violas y que el país vive inmerso en un grave conflicto político. Enseguida el visitante dudó de las intenciones de su interlocutor como para inventarse una realidad tan poco evidente. Uno de los motivos que llevaron a John Doe a Barcelona era asistir al primero de los conciertos de Bruce Springsteen y se encontró con los Obama, Spielberg y Hanks participando de aquella euforia colectiva y se preguntó por qué no se había interesado antes por aquella ciudad que le decían que era la capital de un país que no conocía llamado Catalunya, diferente de España y donde la gente habla un idioma que no es el español, hasta el punto de que lo utilizaba el Boss para saludar a su público. Interesado por la cuestión buscó un quiosco —eso le costó un poco— pidió un diario en catalán y el quiosquero le ofreció un ejemplar del diario Ara. John Doe tenía algunas nociones de castellano que no le sirvieron de mucho para entender el titular de portada: "La economía catalana acelera más del doble que la española". En su hotel encontró a un compatriota hijo de catalanes expatriados, que le tradujo el artículo entero que firmaba Albert Rigol y que entre otras cosas decía: “El crecimiento trimestral del 1,2% también se sitúa muy por encima del incremento registrado en la zona euro (0,1%) durante los primeros tres meses del año, así como la variación interanual del PIB catalán, del 3%, que también es bastante superior que la experimentada por el conjunto de países del euro (1,3%). De hecho, es el octavo trimestre en el que la economía catalana experimenta un ritmo de crecimiento por encima de la zona euro”. Tras visitar Montserrat, el faro de Sant Sebastià, las ruinas de Empúries y bañarse en la cala de enfrente, aun sin muchos turistas, John Doe llegó a la conclusión de que Catalunya era un paraíso donde se podía disfrutar de la vida mejor que en ninguna parte.

El país está vivo, pero tiene un problema de liderazgo político, y también de dimisión de lo que antes denominábamos las fuerzas vivas. A diferencia de sus antepasados del siglo XIX y del siglo XX, las élites catalanas se han rendido a los poderes políticos y financieros internos y externos y se han desentendido del país. Sin referentes, se gobierna como se gobierna

John Doe tenía un hermano gemelo que aterrizó en El Prat por las mismas fechas. El aterrizaje se demoró porque los controladores no daban abasto. El desembarco fue lento y las maletas tardaron más de una hora en salir. Le sugirieron que no tomara un taxi para ir a la ciudad, que mejor y más barato era el tren de cercanías, pero se encontró una estación a reventar de gente que esperaba un tren que nunca llegó. Nadie sabía por qué no se informaba de nada, solo corría el rumor de un incendio. Sudoroso y sediento se fue a tomar el metro que le dejó en la Diagonal y cuando emergió a la superficie y caminó un rato se encontró a una multitud de gente gritando y protestando, “¡Desastres!!! Incompetentes!!! Se asustó y preguntó: What's going on? Y un interino le respondió. Somos trabajadores de la administración y llevamos cinco horas esperando por un examen que llevamos años esperando. Había una pareja con un bebé, que lloraba. La mamá le tomó para darle el pecho. Ella se presentaba a las oposiciones que había preparado durante el embarazo y sin dejar de ir a trabajar y el padre la acompañó para hacerse cargo del bebé entre toma y toma. Una mujer de la misma edad la observaba como los ojos húmedos. "Enhorabuena, tú que has podido, yo he aplazado la maternidad por las putas opos y mira ahora qué desastre, no habrá servido para nada". El hermano de John Doe no entendía nada de todo aquello, pero le llegaban malas vibraciones de una atmósfera social muy negativa, así que se decidió a tomar un taxi para marcharse de allí e ir hacia el hotel céntrico donde había hecho la reserva. Sin embargo, el taxista no paró de gruñir durante todo el viaje, primero en una calle colapsada de vehículos con un solo carril y cuando debía frenar bruscamente para no atropellar a gente que traspasaba en bicicleta o en patinete por donde nadie se los podía esperar. Llegado al hotel, pide un vaso de agua y se toma un rato de relax. Se queda mirando una pantalla de televisión que enseña parajes secos, ríos sin agua, pantanos vacíos y pregunta a sus vecinos de qué va eso. Se encontró con un ingeniero que había venido a participar en un congreso y conocía el asunto y le explicó que el país sufría la mayor sequía de su historia, que los campesinos tenían prohibido regar y pronto habría restricciones de consumo. El ingeniero dijo que el problema era que el país no estaba preparado para hacer frente a la sequía y que los políticos no se ponían de acuerdo respecto a las medidas a tomar. El hermano de John Doe pensó que había aterrizado en un país pobre, triste y desdichado.

Al día siguiente, John Doe y su hermano se encontraron desayunando en el hotel. Y John Doe le cantó a su gemelo las excelencias del país que estaban visitando. El gemelo miró si se había cargado el zumo de naranja con algún licor. Escucha, John, ¿No has visto que este país es un desastre? ¿Qué nada funciona, que la gente protesta, que no van los trenes, ni los aviones, que la gente juega a la ruleta rusa en bicicleta o en patinete, que no tienen agua y los políticos en vez de buscar soluciones se pelean? ¿Que no lo ves?

Una periodista catalana que había desayunado en el hotel porque tenía que hacerle una entrevista a Susan Sarandon estuvo escuchando la conversación y no pudo evitar intervenir cuando ambos hermanos levantaban el tono de su discrepancia. Me van a perdonar pero les tengo que decir que ambos tienen razón, dijo la mujer. Este es un país que va adelante, que siempre ha ido adelante y todo lo que depende de la sociedad funciona y progresa, la cultura, la economía, la iniciativa emprendedora, la innovación. Si van al Poble Nou verán Ca l'Alier una insólita exposición de ideas para fabricar el futuro. Todo lo que ha visto usted, John, es la fuerza de la gente y todo lo que ha visto su hermano, es la incompetencia de los gobernantes de aquí y el maltrato de los gobernantes españoles. El país está vivo, pero tiene un problema de liderazgo político y también de dimisión de lo que antes considerábamos las fuerzas vivas y que hoy están como muertas. A diferencia de sus antepasados del siglo XIX y del siglo XX, las élites catalanas se han rendido a los poderes políticos y financieros, internos y externos, y se han desentendido del país. Y sin referencias, se gobierna como se gobierna.

John Doe y su hermano miraron a la periodista y le agradecieron su explicación: Muy interesante lo que usted dice. Por cierto, ¿sabe cómo podemos llegar al Park Güell sin tropezar con ciclistas ni manifestantes?