Decían Plutarco y La Fontaine que la paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia. Leopardi, diría tiempo después que la paciencia es la más heroica de las virtudes, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo. 

Newton reconocería que el fruto de sus descubrimientos se hallaba en la paciencia, más que en otro talento. 

Han sido muchos los sabios los que han reconocido en la capacidad de una espera serena y consciente, la principal herramienta para recoger frutos. Y es tan cierto como difícil mantener la calma, tener una mirada larga y, sin embargo, emprender el camino sin desfallecer en la desesperación que genera lo que parece que nunca llega. 

El pacto entre el PSOE y Junts se ha hecho esperar, pero finalmente, ha llegado. Muchos deseaban que pasase cualquier cosa para que esto no llegase a pasar nunca. Los aspavientos, la escenificación de un drama, se protagoniza por doquier. 

El sábado por la mañana recibía un comunicado del Colegio de Abogados al que pertenezco, donde exponían su postura al respecto del acuerdo entre las dos formaciones políticas. No comprendo bien qué le mueve a esta junta directiva a tener que pronunciarse ahora sobre una cuestión de índole política (y sobre todo, por qué han permanecido callados ante tantísimos casos de atropello del estado de derecho). Su silencio durante todos estos años respecto de cuestiones a mi entender muy relevantes para el ejercicio de la abogacía, me resulta tan difícil de digerir como el documento que he recibido. 

Parece que se ha puesto de moda posicionarse sin atreverse a entrar en el fondo de los asuntos, sin la más mínima autoexigencia de rigor, análisis y estudio

Del texto se deduce evidentemente que aquello del lawfare (guerra legal-politización de la justicia) ha escocido mucho. 

Y es que, en el texto firmado entre el PSOE y Junts, se hace referencia expresa al término, reconociendo su existencia ambas partes y advirtiendo de la posible necesidad de tomar medidas al respecto. El concepto, pues, aparece en el acuerdo. Ha habido ruido sobre si aparecerá también en el texto de la ley de amnistía (Asens asegura que no). 

En cualquier caso, lo que ha quedado claro es que el PSOE, principal partido de gobierno en la legislatura anterior, y previsiblemente quien lidere la siguiente, ha reconocido que en España pueden haberse dado casos de "politización de la justicia" y esto ha levantado ampollas. 

El País titulaba, sin ir más lejos, que "jueces, fiscales y el Poder Judicial salen en tromba contra las referencias al lawfare o judicialización de la política en el acuerdo entre el PSOE y Junts".

El PSOE, principal partido de gobierno en la legislatura anterior, y previsiblemente quien lidere la siguiente, ha reconocido que en España pueden haberse dado casos de "politización de la justicia" y esto ha levantado ampollas

En líneas anteriores ya me referí a los aspavientos, al postureo que me parece que se está produciendo. Porque me sorprende la hipocresía de quienes, en privado, se pasan la vida criticando precisamente las batallas que tienen que lidiar cada día en los juzgados, y ahora emiten comunicados para que quede constancia de que defienden la independencia judicial. 

Basta con tirar de hemeroteca, con prestar atención y seguir el hilo de tantos casos judiciales que han servido para las batallas políticas de este país que, finalmente, han quedado en agua de borrajas. Piensen en la cantidad de piezas abiertas contra Unidas Podemos o sus dirigentes y en sus archivos pertinentes. Resulta evidente que el ruido generado, la energía desperdiciada han tenido un efecto evidente en esa formación. 

Como en tantas otras. Porque todos hemos visto que, en algunos casos flagrantes, que apuntaban hechos escandalosamente delictivos, se han producido auténticos escándalos (pérdida de pruebas, paso del tiempo, cambios en los jueces) los presuntamente culpables han salido indemnes. Y, en otros, se ha perseguido y machacado sin sentido hasta el destrozo a personas inocentes. 

La presunción de inocencia en este país brilla por su ausencia. La filtración de información a medios de comunicación cómplices funcionan como maquinaria del derribo constante. Las sentencias dictadas desde las tertulias, los telediarios, terminan de un plumazo con perfiles públicos, o ensalzando como héroes a verdaderos villanos. 

La inmunidad del rey emérito nos estalla en la cara. 

Los abusos del sistema contra las clases trabajadoras y las más humildes se han sistematizado mediante legislaciones que los amparan. 

Miles de agravios insoportables que jamás han sido objeto de un comunicado institucional por parte de mi Colegio de Abogados. 

Me queda claro que el bofetón que ha supuesto el reconocimiento por escrito del lawfare está costando ser digerido por quienes se han sentido señalados

Y me llama la atención la virulenta respuesta (no solo de mi Colegio), sino de todas aquellas personas que se revuelven incómodas al ver el contenido del acuerdo firmado.

Muchos pretenden asirse al cumplimiento de la ley, pensando que así se dotan de autoridad moral. Sueltan aquello de que "en un estado de derecho, todos tenemos que cumplir las normas, todos somos iguales, y esto de perdonarle delitos a delincuentes que han robado y han dado un golpe de estado es inadmisible". 

Sirva para quienes sostienen este argumento que en Cataluña no hubo golpe de estado, ni rebelión. Un hecho reconocido incluso hasta por el propio Tribunal Supremo. Un pequeño detalle que no está de más poner sobre la mesa ante quienes repiten como loros hechos que, más allá de sus tristes deseos, no responden a la realidad. 

Lo de robar, pues resulta que tampoco. Y es que eso de la malversación tiene también tela que cortar. Nadie ha sido acusado de robar nada. De lo que se acusa es, supuestamente, de haber hecho uso de bienes públicos para fines supuestamente ilegales. Asomarse al juicio del procés y estudiar las acusaciones de malversación es otra tarea pendiente que tienen los que tanto gesticulan. Se sorprenderán. Como también sucederá cuando alguien les explique o les recuerde que ni el ministro de Hacienda Montoro, con el gobierno del PP, ni la posterior ministra de Hacienda, Montero, con el gobierno del PSOE fueron capaces de encontrar una sola prueba de delito de malversación asociada al 1 de octubre en Cataluña. Y así lo declararon públicamente. 

Pero todo esto da igual: para algunos, en Cataluña hubo golpe de estado y se ha robado dinero para el referéndum ilegal. Punto. Y no cabe amnistía. 

Sin embargo, la amnistía sí que cupo cuando de torturas, desapariciones, asesinatos se trataba. Me refiero a esa amnistía que sirvió para guardar toda la mierda putrefacta del franquismo. Esa amnistía sí que les pareció bien a los que hoy tanto braman para hablar de unos delitos inexistentes. 

Apelan a una igualdad de la ciudadanía que jamás les ha importado. Pero se llenan la boca.  Los mismos que consideran que Cataluña es España y, sin embargo, odian a sus compatriotas con visceralidad, como si no fueran "paisanos". 

Tanto odio, mentira e ignorancia resulta desalentador. 

Por eso comenzaba estas líneas hablando de paciencia. Porque es lo único que se puede tener cuando observas la pantalla y ves, día tras otro, imágenes de manifestaciones en Ferraz, de personas absolutamente indignadas. Por un pacto político que apuesta por el diálogo, la reconstrucción y la resolución de un conflicto de manera cívica y serena. 

La amnistía sí que cupo cuando de torturas, desapariciones, asesinatos se trataba. Me refiero a esa amnistía que sirvió para guardar toda la mierda putrefacta del franquismo

Gente indignada por algo que, a la hora de la verdad, ni les va ni les viene, pero que les enciende mucho más que todas las injusticias que se viven en su entorno cada día. En mi opinión, más hipocresía y postureo. 

Cómo explicar lo evidente: que no se puede vivir en un lugar donde lo evidente trata de taparse con un dedo

Cómo tragarse los comunicados con golpes de pecho de quienes saben perfectamente lo que ocurre cada día. 

Cómo abordar semejante tomadura de pelo continua sin desesperarse. 

Ahí está la grandeza de la paciencia y del trabajo constante. No queda otra más que seguir, paso a paso, construyendo, explicando, denunciando y mostrando la evidencia. Por mucho que irrite, por mucho que genere ciclogénesis explosivas. 

El tiempo todo termina poniéndolo en su lugar. Y las cosas llegan, no sin conflicto, y no sin tempestad.