Yo también voy a hablar del tema de la semana.

Del desenlace del Tour de Francia.

Me han hecho pensar en ello Xavier Garcia Luque y David Broncano. No todo es lo que se ve en la tele. Hay cosas que no se enseñan. Que no se explican. Y, sin ellas, el relato está incompleto.

Los ciclistas orinan. En ruta. Francamente, nunca me lo había planteado. Es más, pensaba que los ciclistas salen del hotel, como diría Joan Clos, meados y cagados. Pero, claro, son muchas horas en la bicicleta. Y, encima, con la ola de calor, ingiriendo líquido sin cesar. Total, que se ve que suelen detenerse en grupo y, en un lateral, ejecutan la acción. El paro se organiza cuando la etapa ya se ha estructurado, la fuga está hecha y el ritmo se ha estabilizado. Y tiene un papel destacado el líder, que tiene una jerarquía a la hora de detenerse. Dicen que Miguel Indurain tenía una capacidad innata de aguantar con la vejiga llena. Y claro, en el equipo le odiaban. En ese aspecto.

Las cosas nunca son sólo lo que se ve. Pero no suele explicarse lo que pasa detrás

Ahora bien, no siempre es posible parar cuando tienes una urgencia. Subiendo las rampas de Hautacamp, por ejemplo. Así que hay muchos ciclistas que se ven obligados a orinar sin detenerse, en algunos casos con la ayuda de un compañero que les aguanta la bicicleta y, obviamente, vigilando la dirección del viento.

Y es ahí cuando el realizador cambia de cámara.

Pero todo esto se complica en el Tour de Francia, porque el reglamento es estricto: está prohibido orinar si hay público cerca. Y casi a diario se aplican sanciones de unos 300 euros “por comportamiento inadecuado”. El día del Alpe d'Huez, por ejemplo, multaron a Enric Mas. Pero es ya una rutina. Porque sólo hace falta abrir un ojo durante la siesta para ver que hay público siempre. Y después está el caso de la deposición más sólida. Peter Sagan tuvo que llamar a la puerta de una autocaravana en el Giro de 2016. Como también lo hizo Lars Boom en 2018 en la Vuelta. Y, si no, toca evacuar con el culotte puesto. Que se lo pregunten a Greg LeMond, a quien todo el pelotón dejó solo en 1985. Y no por que se escapara o tuviera una pájara. Más bien tuvo un marrón. Dicen que Charly Gaul perdió el Giro de 1957 por parar a mear. Más suerte tuvo en 2017 Tom Dumoulin, que paró a hacer caca durante la etapa reina. “Tenía que cagar, no podía aguantarme”, declaró. Y acabó ganando el Giro. Y, sí, en el ciclismo femenino la parada absoluta es forzosa, como lo es también buscar una zona con vegetación suficiente. Pero las etapas son más cortas y la mayoría aguantan sin tener que parar.

Lo de orinar mientras haces deporte no es exclusivo del ciclismo. Nunca me había preguntado qué pasa en las piscinas. Hasta que repesqué una entrevista que le hizo Broncano a la portera del Sabadell y de la selección de waterpolo Laura Ester.

Así que esto es la vida, amigos. Las cosas nunca son sólo lo que se ve. Pero no suele explicarse lo que pasa detrás. Quizá sea un error, porque nos acercaríamos más a la realidad. O quizás no. Al final, todos meamos y todos cagamos. Cabezas de filas, guardaespaldas, gregarios, contrarrelojistas y los que esprintan al final. Y el show debe continuar.