Este fin de semana en L'Hospitalet de Llobregat, Junts per Catalunya hemos celebrado el segundo congreso nacional, el primero después de la constitución del partido. Por lo tanto, el primero que marca un rumbo de consolidación, después de los primeros dos años de arranque del partido.

He tenido el placer de formar parte de la ponencia política que ha sido aprobada con el 99,8% de los votos y que ha llegado a la votación final en el congreso sin ninguna enmienda viva, fruto del espíritu de transacción de gran parte de las aportaciones, y del espíritu unitario que ha impregnado este congreso, mi primero dentro de una estructura de partido. Muchos han querido hacer ver que el partido tiene diferentes almas y la respuesta ha sido la unanimidad total, ya que tres de las cuatro ponencias se han aprobado con más 99% de los votos (política, municipalista y sectorial) y la cuarta, la organizativa, y por lo tanto la menos ideológica, con más del 90%.

Creo que podemos decir que habrá un antes y un después de este congreso y, en concreto, de la ponencia política, y espero que marque el rumbo hacia la culminación de la independencia, porque ha sido diseñada para eso, desde hace muchos meses, con muchas aportaciones previas, y con más de 500 enmiendas recibidas y en gran parte transaccionadas en las últimas semanas.

A modo de resumen, la ponencia reconoce inicialmente el papel de la nación catalana como eje vertebrador del país y como base para asegurar el progreso económico y social de los catalanes, de manera inclusiva, sin preguntar de dónde venimos, y sólo teniendo claro que lo que nos une es la construcción de un país mejor, lleno de oportunidades. Pero constatando que esta nación no podrá desarrollar su potencial si no alcanza la forma de estado independiente, y, por lo tanto, Junts pone como prioridad absoluta la independencia para preservar la nación y así el bienestar de su gente.

Cuanto más tiempo pasa, más avergonzados estamos de seguir en el estado español, más amenazados tenemos nuestros derechos y menos asegurado está nuestro bienestar presente y futuro

Sin entrar en muchos detalles, y centrándome en lo que considero más novedoso, la ponencia parte de la base de que Junts sigue siendo el partido del 1 de octubre y que el mandato está plenamente vigente, y que este año hará cinco del 2017 y es hora de pasar de nuevo a la acción. Esta acción tiene que basarse en el acuerdo de gobierno firmado con ERC para dar estabilidad a la investidura, que implicaba una primera fase de diálogo (para Junts, la mesa de diálogo queda finalizada simbólicamente el próximo primero de octubre) y una segunda etapa de preparación de la confrontación que para nosotros empieza ahora. Eso requerirá acciones específicas que habrá que proponer en el próximo debate de política general, que tendrá lugar a final del mes de septiembre y que tiene que instar a los consellers, con sus departamentos, a preparar todo lo que sea necesario o que pueda ayudar en el momento de activar la declaración de independencia aprobada el 27 de octubre de 2017. Evidentemente, también el papel del Consell per la República será clave en este apartado.

Para poder preparar este nuevo embate, hay que estar en el gobierno, no tendría sentido aprobar una ponencia de confrontación y dejar el Govern por cualquier excusa que no sea la imposibilidad de culminar la independencia, aunque la ponencia establece un mecanismo de análisis del cumplimiento del acuerdo con ERC y consultar a los afiliados por si hace falta o no continuar en el Govern. La última palabra la tendrán, pues, las bases, pero la clave es si podremos o no avanzar con este gobierno para culminar la independencia.

Finalmente, la ponencia deja claro que a la independencia llegaremos activando la declaración del 27 de octubre y que eso habrá que hacerlo cuando tengamos preparado lo que haga falta para esta vez culminar con éxito, con la condición de que los aprendizajes de los hechos de octubre del 2017 tienen que ayudar a hacerlo mejor. Pero también estos aprendizajes nos enseñan que el Estado volverá a actuar por encima de la ley y, por lo tanto, será necesario que la activación de la declaración de independencia se haga con el máximo consenso posible, que incluya no sólo el Parlament y el Govern, sino todos los cargos electos del país, de todas las instituciones y con la sociedad civil organizada. Obviamente, también antes se deberá abordar la búsqueda de alianzas internacionales suficientes.

Todo lo que he explicado no deja de ser un segundo intento, una segunda vuelta de lo que queríamos hacer en 2017, pero que por falta de experiencia, de unidad, de preparación, no fue posible. Es cierto que estos casi cinco años han desmovilizado en gran parte a la sociedad civil independentista, pero también lo es que los motivos por los cuales más de 2 millones de personas votaron el uno de octubre para ser un nuevo estado, siguen existiendo y, de hecho, se han incrementado claramente con los últimos acontecimientos de las cloacas del Estado. Sabemos que no será fácil recuperar aquel espíritu, pero no tenemos otra alternativa que volver a intentarlo y esta vez alcanzarlo con éxito. Tenemos el mandato del 52% que nos dieron las urnas el 14-F, tenemos el acuerdo de gobierno con ERC que nos obliga a ello, instaremos al resto de partidos y entidades a preparar la hoja de ruta definitiva juntos, pero si no están de acuerdo, como pasó hace unos meses, tendremos que poner en marcha nuestra hoja de ruta.

Nada hace pensar que habrá más adelante una oportunidad mejor que ahora para hacerlo. Lo que sí que sabemos es que cuanto más tiempo pasa, más avergonzados estamos de seguir en el estado español, más amenazados tenemos nuestros derechos y menos asegurado está nuestro bienestar presente y futuro.

Ahora es el momento de independencia o independencia, ahora es el momento del cambio de rumbo...

Joan Canadell, diputado y miembro de la ejecutiva de Junts per Catalunya