Nueve negritos trasnocharon mucho. Uno no se despertó y quedaron: Ocho”
Agatha Christie

Creo que ya podemos dar por hecho que el PP no va a soltar la pelota y que va a seguir instalado en la desobediencia constitucional hasta que seamos llamados a las urnas, por ver si gana y consigue seguir ocupando las instituciones y los tribunales. ¿Desobedecer la Constitución es posible? Sólo si eres un buen político de derechas. De lo contrario… ¡qué les voy a contar!

La anormalidad institucional, la desobediencia manifiesta y continuada a una obligación marcada en la Carta Magna, es ya el mayor indicador de deterioro democrático de España. Precisamente por este motivo, por la ocupación manifiesta de los órganos constitucionales por el PP, por su secuestro, se nos rebajó la calidad democrática en los rankings internacionales. El caso es que a la derecha le trae cuenta. Siguen controlando el CGPJ, bloquean ahora también, con la ayuda de sus fieles magistrados, el Tribunal Constitucional y nos mandan el mensaje de que sólo ellos en esta democracia tienen derecho a instalarse en las instituciones. Feijóo hasta ha tenido la indecencia de reconocerlo: “Somos el único partido constitucionalista”, dijo esta semana. El partido único y el único partido que puede copar los mecanismos del Estado. Alguien debería decirle que si eso fuera cierto, si ellos fueran los únicos que caben en esta Constitución, el problema sería de la Constitución y no de la pluralidad de opciones políticas revalidadas legítimamente por los votantes.

Total que, como les digo, el PP que parecía que había cambiado de cara, sigue jugando a lo mismo. No piensa participar en la renovación del CGPJ hasta que haya elecciones. Al tiempo. Llevan con esa estrategia toda la legislatura. Primero querían gobernar, exigiendo que se legislara un cambio de modelo que ellos en el poder jamás han contemplado. Después saltaron a la línea roja de la intervención de comunistas y nacionalistas o independentistas en alianza con el PSOE en la determinación del nombre de algunos vocales. Ahora la última exigencia —porque esto se parece mucho a un secuestro institucional— es que los socialistas no lleven una reforma al Congreso, sede de la soberanía popular, para impedir que bloqueen también el Tribunal Constitucional.

No contentos con eso, los vocales conservadores provocaron una tenida el lunes que tenía como objetivo fundamental que el gobierno caducado de los jueces le sacara los colores y le hiciera exigencias al Ejecutivo y, más allá aún, que un órgano que no tiene competencias para ello se dirigiera a la Unión Europea para enfrentarse al gobierno democrático de su país. No llegaron tan lejos. En la comilona del descanso, los vocales más proclives a darle baza al PP, se dieron cuenta que lo de saltarse todas las barreras y acudir a Europa le parecía heavy hasta al gran Lesmes, así que recularon y sacaron tan peregrina idea del acuerdo. Finalmente los nueve vocales conservadores precisaron del voto de calidad del presidente Lesmes para sacar adelante una iniciativa chocante: pedirle al legislativo que recabe su informe para una iniciativa legislativa que no precisa de tal informe y, eso también, que antes de votar el jueves y legislar, según la soberanía popular, que le pidan también informe y permiso a la Comisión de Venecia. Jamás se han dirigido institucionalmente al Partido Popular para exigirle que deponga su actitud, jamás.

La anormalidad institucional, la desobediencia manifiesta y continuada a una obligación marcada en la Carta Magna, es ya el mayor indicador de deterioro democrático de España

En realidad el golpe de efecto que pretendían asestar al gobierno un día antes del debate del Estado de la Nación se quedó desfraguado. Nueve negritos… y Lesmes. Y el título les viene al pelo porque tras la jubilación del vocal Rafael Fernández Valverde y la defunción de la vocal Victoria Cinto, hay quien con humor macabro ha llegado a plantearles la posibilidad de que estén esperando una renovación por imperativo biológico. Ahora mismo, con esas bajas, el quorum del pleno del CGPJ está en 10 vocales más Lesmes, la mayoría en 10 votos y la mayoría cualificada en 12. La propuesta de que dimitan en bloque o al menos los suficientes para dejar al órgano inoperante no consigue prosperar. Dicen que por responsabilidad. Por eso por los coches, los sueldazos, las dietas, la salida VIP en los aeropuertos y tantas otras cosas. A muchos de los que están, como si les dejan sin renovar de por vida. 

En cuanto al resto de partidos, que saben que esto es inasumible e inaceptable, va siendo hora de que se dejen de historias y asuman que el bloqueo subsiste porque ellos tampoco quieren perder nada en el proceso. Tal y como están las cosas, deberían coger a los candidatos —que ya han sido seleccionados por jueces y partidos y han pasado el examen de la Comisión en el Congreso— y sortearlos. Es un riesgo, sí, es un riesgo si tú también quieres asegurarte un resultado. En caso contrario, sólo tienes que poner en marcha el mecanismo constitucional previsto, que no es un acuerdo de puro y copa con otro partido, sino una iniciativa a tomar por los presidentes de Congreso y Senado. Aquí paz y después gloria. La culpa es del PP, obviamente, pero la cuestión es tan compleja que los demás están perdiendo el relato, a la opinión pública le importa una higa y el tiempo corre a favor de la derecha.

Después de eso ya podrían llegar las reformas, pero que no deberían ser las que se ha pasado años proponiendo el PP —para dejar las mayorías en manos de las asociaciones conservadoras, que son las más potentes—, sino cambiando las competencias del CGPJ y sustrayéndole la de los nombramientos judiciales y, además, eliminando la elección por ese órgano de los presidentes de audiencia, de los presidentes de salas y de la mayor parte de los cargos judiciales. Una vez disminuidas las competencias —lo cual es perfectamente constitucional— ya verán cómo se acaba esta bochornosa dinámica de okupación institucional.

Pero es que tener un Tribunal Supremo de tu signo aunque gobiernen los adversarios es gobernar de otra manera. Miren hacia Estados Unidos, que deja bien claro cómo se controla a un país por medios diferentes a las urnas.

Son nueve vocales y Lesmes los que aseguran la perpetuación de la ignominia. Esperemos que no hayan leído a Agatha Christie y estén copiando el modelo.