A.- ¿Ya te han echado de TV3, niño?

B.- ¿Por qué lo dices?

A.- Coño, con el artículo que hiciste el otro día en El Nacional llamando mafioso al director de la tele... hombre, motivos no le faltarán. ¿No recuerdas la norma más sagrada del periodismo?

B.- Pues claro: "Los elogios se pierden en el aire, pero las críticas siempre llegan a su destinatario, especialmente los insultos".

A.- Exactamente, niño. ¡Tantos artículos que has escrito y parece mentira que todavía te putees a ti mismo de esta manera! Menos mal que no te cagaste en otro de TV3 con más poder...

B.- Lo hice, of course. Dije que Toni Soler era un cínico desgraciado porque él había censurado muchos más gags que todos los directores de TV3 juntos.

A.- Fantástico, Berni. Muy pronto no quedará nadie en Catalunya sin que le hayas colgado el sambenito. ¿De qué cojones te sirve, todo esto?

B.- Hombre, diría que es bueno recordar que nuestros censores no solo son los altos funcionarios de la tribu. También hay gentuza que disimula poniéndose la nariz de payaso; y son mucho más peligrosos que la censura oficial.

A.- ¿Y qué coño importa si Soler censura a sus asalariados? ¿Qué sacas, de denunciarlo? ¡Que haga lo que quiera!

B.- Soy un héroe del free speech.

A.- Un capullo, eres. Tú todavía te piensas que tienes veinte años, que basta con hacerse el listo para ir por la vida y que trabajas en los Estados Unidos. ¿No sabes que aquí todo es más pequeño y que esto que escribes te lo harán pagar carísimo? ¿No recuerdas qué te pasó en el Ateneu? Y encima todavía lo rematas diciendo que empinabas el codo y que ibas todo el día tocando cacho. ¡Bravo!

B.- Hombre, todo el día no, pero poca broma. Mira, ahora me metería un dry martini.

A.- Te corto la polla si lo haces. Te lo digo en serio, Berni. ¡Escribe libros de filosofía, cojones, que estos no los censura nadie (básicamente, porque no les lee ni dios)! Mira el Rubert de Ventós; él fue haciendo su carrera intelectual y no necesitó nunca pasarse de la raya.

B.- Una raya también me la metería, la verdad. Todavía recuerdo cuando lo conocí en Washington Square.

A.- Sí, claro, Nueva York. Todavía te crees que vives allí. Despierta, nene, que tienes cuarenta y un años.

B.- Cuarenta y tres.

A.- ¡Pues todavía peor! Te lo digo en serio. Te guste o no, los próximos quince o veinte años, en este país quien se mueva en exceso no saldrá en la foto. Vosotros ya podéis ir hablando del 1-O y de aplicar la independencia. Pero qué pollas de independencia... si acabaremos luchando por volver a la autonomía.

B.- Qué aburrimiento.

A.- Eso te lo parece a ti, chato, que yo por la autonomía corrí ante la pasma. ¡De verdad que no sois conscientes de lo que tenemos! El otro día también no sé qué cosa escribiste sobre el Serrat (que estaba muy bien, porque cuando escribes de música lo clavas) y te reías del retorno de Tarradellas. ¿Tú sabes el milagro que supuso el retorno de Tarradellas para todos nosotros? ¡Cojones, Berni, que este tío sostuvo la Generalitat en el exilio durante muchos años! Cuando lo vimos en la plaza Sant Jaume nos pareció un milagro.

Quizás no estamos en el franquismo, pero el nivel de miedo colectivo a expresarse ha aumentado. Y el hecho de que todo tenga apariencia democrática todavía lo dificulta más

B.- De acuerdo, como quieras. Escribiré un volumen titulado Cataluña; del fracaso independentista al retorno del proyecto federal. Y a partir de ahora haré textos como el pesado del López Burniol y le pediré trabajo a Toni Soler para hacer imitaciones en el Polònia.

A.- ¡Hombre, de pequeño imitabas muy bien a Carmen Sevilla! En el cole siempre te hacían salir a la función a hacer el burro. No te digo que escribas como un tío de mi edad ni que te conviertas en un payaso, que de estos nos sobran. Pero no sé, ¡haz un libro de música! De ópera sabes mucho, cojones. Te diría que acabaras el doctorado, pero tampoco lo harás y, total, los críos más jóvenes que tú ya deben estar esperando su turno en la universidad. Es que no tienes puta idea de qué harás.

B.- Escribiré una serie de libros inmortales de carácter autobiográfico que tendrán un éxito planetario, ganaré mucha pasta y me compraré un apartamento en Dumbo con vistas al río. Moriré ahogado de mi propio vómito y bourbon.

A.- ¡Qué cojones Dumbo! ¡Si casi no te puedes ni pagar tu piso de aquí! Que también tiene cojones que estés en Ciutat Vella, con toda aquella mierda y tanto ruido. Si tú eres más del Eixample que el Cerdà, joder. Es que no das ni una, de verdad.

B.- Yo no daré ni una, pero diría que vale la pena pelearme para escribir lo que pienso cuando me plazca. Vosotros que vivisteis la censura me tendríais que entender.

A.- ¿Censura? No tenéis ni puta idea de lo que es la censura. ¡Mira, chato, que hace cuarenta años aquí no podíamos ni hacernos una gayola sin el ojo de la censura en el cogote! Habéis confundido la libertad de expresión con insultar a quien os da de jalar y acusar de nazi a la pobre señora de Santa Coloma que vota al PSC. Yo he votado al PSC y dejé de hacerlo por el pesado del Mas... y mira cómo ha acabado todo con este puto desastre que tenemos ahora. Pues ahora los volveré a votar.

B.- Coño, por eso quiero largarme.

A.- Eso no lo digas ni en broma. No se gana nada huyendo de casa.

B.- A mí no me interesa vivir en la Catalunya pacificada de Aragonès y de Illa, qué quieres que te diga. Y quizás tienes razón de que solo veo libertad en la pequeña dosis de ira que me permite el sistema. Pero eso es lo que me mantiene vivo. Por el resto, todo es muy tedioso.

A.- Claro, porque aquí hemos venido a divertirnos, ¿no te jode? Tú quieres tener un país por arte de magia, que se parezca a Estados Unidos... y todo sin hacer ningún tipo de sacrificio. Solo escribiendo los articulitos de los cojones. No te cagues en TV3 y Soler, cágate en los imbéciles que nos han llevado hasta donde estamos.

B.- Hombre, eso ya lo hago. Y te guste o no, estamos donde estamos también por nuestra propia cobardía a la hora de señalar a nuestros censores.

A.- Dale con los censores.

B.- Es cierto. A mí los españoles no me han fallado; los que me joden la vida son los virreyes del país, toda la gente que nos ha metido en esta pequeñez mental. Quizás no estamos en el franquismo, tienes razón, pero el nivel de miedo colectivo a expresarse ha aumentado. Y el hecho de que todo tenga apariencia democrática todavía lo dificulta más, porque el poder es más omnívoro, aunque opere sotto voce.

A.- Sotto pollas en vinagre. Mira, yo te conozco y toda esta mala leche solo te sale porque estás enfadado contigo mismo porque no estás donde querrías ni tienes ningún tipo de reconocimiento. No busques un paraíso imaginario, háztelo tú mismo.

B.- Coño, ahora me harás de psiquiatra.

A.- El psiquiatra te lo pagaba yo, chato.

B.- Y bien invertidos los dineros. Un gran profesional y mejor persona.

A.- Hombre, por lo menos te ha arreglado un poco la cabeza. Lástima que eso de la terapia también lo hayas explicado en los artículos. Solo falta que vayas explicando todos los cacahuetes que te metías.

B.- Tranquilo, eso lo explicaré en los libros.

A.- Como Henry Miller, así me gusta. Ahora no hace falta que te recuerde quién te hizo leerlo, eh...

B.- Sí, culpa tuya. Todavía recuerdo aquella edición rosa que teníamos en casa. Qué libro más bonito: "I am living at the Villa Borghese. There is not a crumb of dirt anywhere, nor a chair misplaced. We are all alone here and we are dead".

A.- Qué cerebrín, ehn el niño. Lástima que lo utilices tan mal.

B.- Siempre nos quedará hablar de libros.

A.- Bueno, ¿comemos algún día?

B.- Cuando quieras. Llévame a Els Pescadors, así podré insultar a socialistas o a algún miembro de la sindical. Primero almejas y segundo pescado al horno con la patata y cebolla de siempre. Pagas tú.

A.- Tú te ríes, pero siempre hay un socialista que acaba pagando la fiesta. Mucho cachondeo con el Miller y, mira, el niño quiere pescadito.

B.- Es culpa tuya.

A.- ¿Recuerdas cuando fuimos la noche de las Olimpiadas y la gente aplaudió a Maragall de pie?

B.- Como si fuera ayer. Cuando vayamos quizás nos encontramos a Toni Soler o al director de TV3. Así los podremos saludar.

A.- Bueno, cuando menos verán que eres un imbécil pero que tienes gusto para comer.

B.- Eso también es culpa tuya. Las dos cosas, de hecho.

A.- Ahora solo falta que todo eso lo escribas en El Nacional de los cojones y que Antich te eche, también.

B.- Tú tranquilo, que la familia hay que preservarla. Seré discreto y ya haré algo sobre nuestros censores.

A.- ¡Que no, cojones, escribe sobre filosofía, joder! ¡Berni!

B.- Deal. Ahora pienso si sobre Kant, Heidegger... o Salvador Illa, que es del gremio.

A.- Ya te leeré.

B.- No hace falta, no hace falta.