"Tus senos son flores sin tiestos y punzan frambuesas con sabor de leche" 
Tristan Tzara

Analizaron los futuros periodistas de la Pompeu Fabra estas mis columnas en El Nacional y concluyeron, entre otras muchas cosas sobre mi estilo, que suelo empezarlas con una anécdota personal que me permite saltar después hacia las tesis más sesudas. Y es cierto. Son listos los estudiantes. Por eso voy a contarles ahora una de las primeras tanganas que tuve con una editorial y un título que, bisoñez o ingenuidad, llevaba entre sus palabras la palabra "braga". ¡No se pueden imaginar! ¡No, quita, horror! ¡Ningún libro o artículo con la palabra braga en el titular funciona! ¡Quítala! Pero... intenté alegar, ya ves Marsé: ¡sí, llevas razón, solo La muchacha de las bragas de oro funcionó, pero lo hizo entonces y a saber por qué!

Apunten, no braga. Apunten, no teta tampoco. Entre la teta censurada de Murcia y la Generalitat, teniendo que salir en defensa de las tetas, uno se dice: ¿máquina del tiempo?, ¿dónde vas Ulises? Hay quien piensa que decrecemos, que involucionamos, que antes había más libertad; en los ochenta, cuando hasta las mamás con sus niños delante, se quitaban el trapito para no llevar marcas. Las leyes no han cambiado, si no fuera por la ley mordaza, de la que disfrutamos todavía en plenitud gracias a ERC y Bildu. Cosas de la vida. Más valía perpetuar el mal total que no conseguir todo lo que querían. Decisiones que por mucho que te las expliquen no entiendes. Así que no es tanto la ley como la gente y entre la gente las autoridades más variopintas.

Tengo yo por tesis que los derechos civiles no han involucionado, sino que ha evolucionado el número de los idiotas. La prueba de ello es que cuando todos estos numeritos llegan a los tribunales se resuelven como todas las personas que tienen dos dedos de frente y un recorrido en libertades democráticas prevén, o sea, se quedan en nada. Son los tontitos, los ofendiditos, los narcisistas que no toleran sino su ego, los autoritarios, los que no saben de nada, los que se consideran de orden, en fin, los malcriados en una democracia que no ha sido capaz de enseñarles al menos en que consiste esta. En algunos casos la cuestión se agrava por razón del curro, como sucede con el inspector de policía local de Murcia, que ordenó parar un concierto del Pride porque la cantante se quedó en tetas en el escenario, o cuando los municipios pretenden que en una piscina no se puede amamantar a un niño. No hay nada más tierno ni menos ofensivo ni más asexuado. Hasta con Franco las madres amamantaban aquí o allá, que yo lo tengo visto. Como dicen las tazas de merchandising del colectivo Teta and Teta, defensor de la desexualización de la teta maternal y de la femenina en general, "todas las tetas son la leche". Tomen nota.

"Ese límite no se podía cruzar", escribió el inspector de Murcia en su atestado y ahora se va a enterar de todos los que él cruzó. Le han abierto un expediente, la Fiscalía le investiga por abuso de poder, coacciones y delito contra los derechos fundamentales y sus superiores han pedido perdón en una carta. Podría incluso haber prevaricación oral, al ordenar paralizar el concierto. Ahora va a ser el inspector el que vea límites que no debe cruzar un policía que, por cierto, pretendía levantar atestado por "exhibicionismo". Dicho sea en su patético descargo, tuvo a bien escribir que "ciertamente los hechos se han realizado dentro de un espectáculo cuyo fin no era satisfacer pulsiones sexuales de la denunciada". Ahí es donde voy con lo del número de los tontos que es infinito. Perversi difficile corriguntur et stultorum infinitus est numerus, esté en la Vulgata o no lo esté. Los artículos 185 y 186 hablan efectivamente del exhibicionismo, que es un delito que tipifica la exhibición de pornografía ante menores o discapacitados o hechos obscenos como masturbarse ante ellos. Pero el inspector pensó en su literalidad, ¡qué exhibicionista!, y como se sabía la literalidad del tipo penal, se dedicó a buscar entre el público a menores o discapacitados para calzarle el delito. ¡Oh, qué contrariedad, no los había! Fue entonces cuando se la quiso llevar esposada y no pudo. Atestado por desobediencia a la autoridad. En España a un tipo le das una gorra y un silbato y se cree un general; una patología que afecta a demasiadas policías, si no miren al Supremo, condenando a los que derribaron con un ariete la puerta de un apartamento para detener una fiesta en pandemia; recuerden, recuerden al patético ministro de Interior contándonos que un apartamento no es una morada y por eso se podía entrar sin orden. Por cierto, qué escondido tienen a Pequeño Marlaska en esta precampaña. Por algo será.

Las tetas dispuestas para el placer masculino a un tiro de Only Fans o de Pornhub o en cualquier club de alterne, pero no en un escenario o en una protesta o en una piscina si es por placer y determinación de la propietaria

Las tetas, madre, las tetas. Ni bragas ni tetas. Muy bien por la protesta de Mugrons Lliures respecto a las piscinas y el amamantamiento en sitios públicos. El pecado está en los ojos del que lo ve en una madre que alimenta a su hijo. Y el toples, ¡madre mía!, más viejo que la tana —yo dejé de hacerlo por la malignidad solar y ese es, tal vez, el único sentido en el que puede no ser recomendable—, superado, traspasado, ¡prohibir el toples en el mundo en el que los niños de nueve años están viendo porno duro cuando quieren!

En el fondo es el placer perpetuo de normar y controlar el cuerpo femenino. No destapado pero tampoco demasiado tapado —que también ha tenido que recordar la Generalitat que los bañadores, excepto que sean insalubres o dificulten nadar, puede tapar todo lo que se quiera—, el cuerpo, las tetas dispuestas para el placer masculino a un tiro de Only Fans o de Pornhub o en cualquier club de alterne, pero no en un escenario o en una protesta o en una piscina si es por placer y determinación de la propietaria. Si ya sabemos de qué va todo esto, si en eso sí que no hemos cambiado.

La Justicia en esto, no crean, no se porta nada mal. Los abogados de la cristiandad y los del teólogo de Enrique VIII se estrellan normalmente contra tribunales y jurisprudencia, aunque les cueste un par de instancias llevarse el palo. Así se absolvió a las tetas de Rita Maestre por haberse liberado en la capilla de la Universidad Complutense en una protesta por las restricciones del aborto y a las de las Femen que se encadenaron en la Almudena. Repasen y verán cómo las tetas ganan los pleitos, digan lo que digan los literales de turno.

Dejen a la gente vivir y, sobre todo, dejen a las mujeres vivir como quieran porque estamos hasta las tetas de que nos marquen el espacio, hasta las mismas tetas, ya les digo.