Aunque hay dudas sobre su autoría, muchas veces nos sentimos identificados con la idea de que "Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de repente, cambiaron todas las preguntas". Se da por hecho que su creador es el escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti, pero quizás sí que algún amigo suyo lo había leído en un grafiti y lo que hizo Benedetti es difundir el aforismo para que ayudara a iluminar mejor el siglo de la confusión política global.

Con un enfoque diferente, mucho más próximo a la ciencia, decía Jorge Waggensberg, profesor universitario, físico, y un grande y reconocido experto en museología que orientó la creación del Museo de la Ciencia (Cosmocaixa) "cambiar de respuesta es evolución, mientras que cambiar de pregunta es revolución."

Hoy, sin embargo, sin revolución y con involuciones demostradas, no solamente nos cambian las preguntas políticas sino las respuestas codificadas y ratificadas por el BOE de turno que aparentan ser ciencia, verdad y guía. No se salvan del desconcierto ni las políticas que tienen toda la razón en su núcleo duro de reivindicar que "solamente sí es sí", ni los practicantes de la politiquería que someten las reformas del código penal a las facilidades y saldos de temporada en tiempo de presupuestos. En un colmo de estulticia, justifican que así podrán cobrar más fácilmente la recompensa por el "wanted" presidente Puigdemont, a quien consideran el paradigma de bandido, el rebelde más odiado en el oeste del Ebro. En el vértigo del desconcierto, acabamos todas ulceradas bajo fuegos amigos sin entender ni tener ni preguntas ni respuestas.

En un colmo de estulticia, justifican que así podrán cobrar más fácilmente la recompensa por el "wanted" presidente Puigdemont, a quien consideran el paradigma de bandido, el rebelde más odiado en el oeste del Ebro

Y quizás no estamos tan lejos de sacar el quid de la cuestión. Quizás la respuesta está en un libro de cuentos para todas las edades: en un momento en el otro lado del espejo, Alícia, la creación de Lewis Carroll, se pregunta si se puede hacer que las palabras signifiquen cosas diferentes, y le contesta Humpty Dumpty que la cuestión fundamental no es lo que quieren decir las palabras (ya sean de preguntas o respuestas), sino que aquello importante es saber quién es quien manda..., eso es todo.

Quizás nos preguntamos poco, y mal, quién es el dueño del discurso. Quién nos impide tener parlamento propio. Utilizar nuestra lógica, marcar nuestro ritmo, reflexionar en nuestras pausas y ensordecer al adversario, mudas, con nuestra rebeldía. Disputar cada fonema y cada sintagma.

Benedetti pudo saber cómo era de amargo el exilio durante el tiempo de la dictadura militar en Uruguay. Se movió por varios países, pero seguramente Cuba fue uno de los mejores lugares de acogida al nombrarlo director de la Casa de las Américas. El poeta expresa, desde el exilio, la añoranza y el amor por su país como una especie de amor universal no resignado a la pérdida.

Creador de lenguajes propios, recuerda Uruguay escribiendo:

 

País verde y herido

comarquita de veras

patria pobre

 

país ronco y vacío

tumba muchacha

sangre sobre sangre

 

país lejos y cerca

ocasión del verdugo

los mejores al cepo

 

país violín en bolsa

o silencio hospital

o pobre artigas

 

país estremecido

puño y letra

calabozo y praderas

 

país ya te armarás

pedazo por pedazo

pueblo mi pueblo

 

Y para sacarnos definitivamente el regusto agrio de un día como el de hoy y (recordar que cuando salimos a las calles somos siempre más que dos) disfruten de cómo Benedetti sabía decir "Te Quiero":