"La vida es un tango, y el que no lo baila es un machango"

Mi madre cantaba fatal y yo lo he heredado. Una característica de familia que se eleva a categoría de arte cuando mi aitite Adolfo, para continuar en las sabrosas salsas de una sociedad gastronómica, acabó en un coro que cantaba a capela, cosa muy de señores vascos, hasta que alguien le dijo: "Uzabal, majo, conténtate con mover los labios". Mi madre cantaba fatal, pero era una mujer alegre y arrojada que no se privaba por ello de entonar todo aquello que le placía mientras hacía esto o aquello. Cantaba en español y en euskera, cantaba aires de Los Bocheros y coplas tradicionales, y muchas noches cuando nos hacía la cena entonaba algo que a mí me hacía estremecer: un tango de Gardel. "Silencio en la noche, ya todo está en calma, el músculo duerme la ambición descansa". Me daba algo de miedo, como si la mezcla de la oscuridad y el músculo en reposo fuera un presagio de la muerte o tal vez era por lo mal que lo entonaba. Cosas de cría.

Me he acordado de esa estrofa al comprobar cómo se ha extendido un silencio profundo y espeso sobre la última fase de las negociaciones entre Junts y el PSOE, cuando ya hace quince días que el Rey le encargó a Sánchez la investidura. Silencio hay y los músculos de las lenguas descansan; lo de la ambición, eso ya seguro que no. La ambición sigue en alto por ambos lados, de eso no hay ninguna duda. Silencio. Las fuentes en barbecho y los socialistas llamando a capítulo a los suyos, para que no muevan ni los labios ahora que todo se juega en una franja muy estrecha. Tan estrecha que se parece a la de Gaza, un asunto que aún podría darles problemas y disensiones en estos momentos tan sensibles. Me dicen que sólo hablará Zapatero, que ya ha hecho alguna entrevista y que sin duda se dispone para una ronda preparatoria y dulcificadora que amanse a los detractores de la amnistía, sobre todo a los propios. En último extremo y sólo cuando todo esté hecho, lo hará el propio Sánchez. Para hacerse una idea, pueden comprobar que de la reunión de la comisión negociadora que se produjo ayer en Ferraz, a los periodistas nos han mandado un mudo. Y las fuentes de uno y otro lado han devenido monosilábicas: "sí", "no", "no sé". Sangre de horchata se recomiendan para evitar que a última hora todo descarrile.

Las fuentes en barbecho y los socialistas llamando a capítulo a los suyos, para que no muevan ni los labios ahora que todo se juega en una franja muy estrecha

Hasta ahora sabemos que el tema jurídico de la amnistía está prácticamente cerrado, si no cerrado del todo, y que se sigue trabajando en lo que se llama "acuerdo marco", que sería la parte más política de la negociación. Aquí entrarían las ganas de Sánchez de pactar toda una legislatura y las del independentismo de considerar la amnistía una enmienda a lo actuado hasta ahora y una estación intermedia hacia desarrollos más amplios en aras de la autodeterminación. Territorio escabroso. Para los socialistas, con su resistencia interna, la amnistía es una especie de estación término mientras que para Junts es un punto necesario para emprender el viaje. Aún así la cosa avanza, los relatos se afinan para templar las gaitas propias y ajenas y esta semana es decisiva para el pacto.

Las apuestas están ahora mismo en 75-25, siendo la mayor probabilidad la de que el proceso llegue a término y el 25% las posibilidades de que al final se rompa la baraja y estemos votando de nuevo en enero. Esto lo saben las dos partes en conversación, pero también lo sabe el Partido Popular que cubre apuestas al veinticinco y, por si acaso, ha puesto en marcha sus recursos para intentar hacer saltar la banca. De ahí el movimiento en el Senado, donde tienen mayoría. No seré yo quien les acuse de debatir cosas en sede de la representación popular. No seré yo quien les acuse de antidemocráticos ni de utilización de la cámara "de forma partidista", como hacen los socialistas. Me niego a estigmatizar lo que los grupos que pueden hacerlo llevan a debatir a una cámara, sea esta alta o baja; que se empieza por quitar legitimidad a las iniciativas de los adversarios y se acaba por mandar a la cárcel por debatir lo que se considera indebido. Larga vida a los debates de los representantes, nos gusten o no nos gusten.

Cierto es que el PP ha llamado a comisión a los presidentes autonómicos para intentar romper ese frágil equilibrio de las negociaciones, para hacer trizas ese silencio con declaraciones que puedan poner a los socialistas en un brete. Es indudable la estrategia política de estas comparecencias aprobadas con la mayoría de los populares en el Senado. De su mayoría gastan, oiga. Si todo se ha hecho pulcramente, claro que puede hablarse del proyecto de amnistía en una cámara, aunque no se conozca el texto. No me gusta la idea de sustraer una cuestión tan importante del debate público, que es lo que al PSOE le gustaría. Así las cosas, la ley del silencio socialista ha determinado que sus escasos presidentes autonómicos no acudan a esa cita. Eso dejaba en manos del PP las comparecencias hasta que Aragonès ha decidido ir a dar la cara en nombre del Govern de Catalunya. Me parece bien. En Madrid se están haciendo debates en ciertos foros sobre la amnistía en los que abundan los altos cargos con Aznar y brillan por su ausencia, claro, cualquiera que pudiera defender jurídica o políticamente su conveniencia.

Me parece bien que Aragonès haya aceptado el reto de ser la única voz que defienda la postura proclive a la amnistía en nombre de Catalunya, puesto que lo hace como president, aunque lo hará en esta semana de equilibrio junto al abismo, con la idea clara en las mentes de los populares de empujar a ver si el acuerdo se cae por el barranco. Por el mismo motivo están presionando, como saben y como pueden, para que se fije la fecha del debate de investidura, es decir, para que el precipicio por el que quieren ver caer el acuerdo esté cerca y bien visible. Y es que Feijóo no parece de Gardel, sino de Discépolo y por eso insisten en que todo esto de la amnistía es un cambalache para que Sánchez consiga otro mandato y él se quede de miranda y es "que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 510 y en el 2000 también, que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafa'os, contentos y amarga'os, valores y doblé".  

Mientras unos patalean, otros callan. No en vano a Gardel le apodaban "el Mudo".

Mi madre cantaba muy mal lo que le apetecía, entre otras cosas, "Fumando espero", ese tango catalán de Viladomat.

Y esperando estamos, aunque el humo sea ya anatema.