Tal día como hoy del año 1635, hace 385 años, moría en Madrid el dramaturgo y poeta castellano Félix Lope de Vega y Carpio, una de las figuras banderas de la literatura barroca castellana. Lope de Vega sería reconocido por la extraordinaria calidad de su obra. Pero al margen de la creación artística desarrollaría, también, y de forma muy discreta, una actividad que lo situaría como uno de los principales eslabones entre la cancillería hispánica y la facción nyerra (señorial) del bandolerismo catalán.

Durante los años a caballo entre los siglos XVI y XVII, Lope de Vega estuvo muy relacionado con la cancillería hispánica. Entre 1595 y 1603 fue secretario personal y alcahuete de Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, cortesano influyente y más adelante presidente del Consejo de Indias. Y entre 1605 y 1615 hizo el mismo trabajo para Luis Fernández de Córdoba y Aragón, duque de Sessa, comendador general de la orden de Santiago, y secretario del duque de Lerma, ministro plenipotenciario de la monarquía hispánica.

El contacto de Lope de Vega -y en consecuencia de Lerma- con el bandolerismo nyerro catalán sería a través de la amistad que mantenía con Francesc Vicent Garcia, rector de Vallfogona, figura bandera de la literatura barroca catalana y amigo personal de Pere Roca d'Oristà, conocido popularmente como "Perot Rocaguinarda", líder militar de la facción nyerra. El rector de Vallfogona hospedó a Roca en varias ocasiones, y llegaría a proclamar que era "el mejor granuja del cristianismo".

Este eje de complicidades se pondría de manifiesto cuando el 30 de diciembre de 1609, en Hostalets (Segarra) un ejército de 400 bandoleros a caballo, asaltaron un convoy secreto de moneda que contenía tres millones de ducados castellanos destinados a pagar la nómina de un año de los Tercios de Castilla en Flandes. El asalto sería dirigido por el capitán bandolero Pere Barba dels Carbonells, conocido popularmente como "Barbeta", que era el subordinado inmediato de Pere Roca d'Oristà.

La información que facilitó la preparación y la ejecución del asalto (el más importante de la época), los recursos que utilizaron los bandoleros (iban armados con cañones móviles), y el resultado (consiguieron el botín y exterminaron los más de doscientos Tercios que custodiaban el transporte) pondría de relieve un curioso eje de corrupción que unía a la aristocracia cortesana castellana y la baja nobleza catalana nyerra. Hèctor Pignatelli, virrey hispánico en Catalunya, sólo pudo recuperar una cuarta parte del botín.