Santa Rita es la patrona de los imposibles y su santo tiene lugar el 22 de mayo. En Italia la veneración es inmensa. No hay cementerio donde no encuentres su imagen o estatua, al lado del inefable padre Pio. Son los dos santos a quién encomendar todos los males y deseos, y que acompañan a los vivos y a los difuntos. Santa Rita, sin embargo, no es solo de los italianos.

En Barcelona la parroquia de Sant Agustí, al lado de La Boqueria, tiene su altar también siempre lleno de rosas. Y en París, la capilla de Santa Rita es un sitio cada vez más visitado. Está situado en la zona parisina próxima al Moulin Rouge, no conocida precisamente como lugar de peregrinaciones espirituales sino por la abundancia de cafeterías, sex shops y teatros. Un mosén decidió poner la capilla de Santa Rita para que las personas, sobre todo mujeres, que trabajan en el área tuvieran atención también pastoral. Desde 1955, en el número 65 del Boulevard de Clichy hay este espacio de plegaria que acoge la desesperación y casos imposibles.

Llama la atención la capilla, moderna, en unos bajos de un edificio donde la santa aparece de diferentes maneras, en grandes vitrales, en una estatua en una capilla lateral, en libretos y postales... y recibe flores frescas cada día y mensajes dentro de una cajita transparente. Hay una pequeña tienda con réplicas de la santa, algunas casi a tamño natural. Le dejé un cirio en su capilla en la capital francesa esta semana, y eran muchos los deseos imposibles que me venían a la cabeza, míos y de los otros, y que allí se quedaron.

Hay un factor enorme que llamado suerte. No lo menospreciemos porque no todo es el deseo ni la voluntad

Contrasta la santa con los anuncios a todo trapo de una marca deportiva que también empapela París, donde en un inglés simple pero contundente dice que "Nothing is imposible". Nada es imposible. Estos eslóganes que pretenden ponernos en tensión e ir más allá de nuestras fuerzas tienen un punto estimulante pero pueden ser altamente frustrantes. Porque en un eslogan no cabe la letra pequeña. Porque para conseguir lo imposible quizás tienes que llevar tus fuerzas hacia límites insospechados. No es época para eslóganes sacrificiales, de esfuerzo, de renuncia. Los expertos en marketing nos dirían que no vendería decir "Sólo con sacrificio saldrás adelante", o "Inténtalo. No irá bien, pero no pasa nada". Las tacitas de nuestros tés y cafés cotidianos son así, inspiracionales siempre en tensión hacia arriba, nunca con el pragmatismo vital que a menudo sería necesario.

Ser esperanzado no es solo ver las lucecitas rojas y divertidas del Moulin Rouge. Es ser consciente también de las vidas que hay detrás, de los esfuerzos, de las renuncias, de los sacrificios. Ahora que sabemos tanto de películas, ahora que la técnica parece la panacea de todos nuestros males, quizás es el momento de ver, ni que sea a pequeños flashes para que no nos deprimamos, la otra cara de la película. Que hace falta lidiar con la frustración. Que hay ciudades que llamamos de las luces, pero que tienen sus sombras. Un poco de equilibrio, una pizca de realismo que no estropee ninguna fiesta. Porque pensar que todo es un progreso hacia un bien cada vez mejor es peligroso, y crea gente no preparada para la vida.

Porque lo imposible no lo obtendrá todo el mundo. También hay un factor enorme que se llama suerte. No lo menospreciemos porque no todo es el deseo ni la voluntad. Y para los que creen, el factor providencia también debe ser tenido en cuenta. Mi cirio, pues, dedicado a vuestros imposibles. Que tengamos suerte.