Si hacemos un repasito, así pim-pam, sin necesidad de escarbar mucho, nos encontramos una monarquía española corrupta (sí, los Borbones son unos ladrones), presos políticos, una ley mordaza que el Gobierno más progresista de la historia dijo que derogaría (y esperando, esperando me he cansado), cantantes represaliados, impunidad y blanqueamiento del fascismo en las instituciones y en la calle, un sistema judicial podrido -a pesar de las valientes excepciones que todavía luchan por los derechos humanos-, violencia institucional, terrorismo de estado, exiliados, brutalidad policial... ¿Con este panorama, supongo que tenemos todo el derecho del mundo a protestar, no? Es más, tenemos el deber, por conciencia y también por supervivencia, que no es poco.

Más mirar la causa y menos la consecuencia. Se debe sentir más vergüenza por los ojos vaciados que por los contenedores quemados

Tenemos que mirar más la causa y menos la consecuencia. Menos hablar de barricadas y más enseñar las imágenes de cómo jóvenes y prensa apartan motocicletas del frente de batalla para evitar que sufran desperfectos (emitidas por betevé). Se debe sentir más vergüenza por los ojos vaciados que por los contenedores quemados. No cortamos carreteras y vías por gusto, no, que en casita se está muy bien. Y que dejen ya de calcular cuánto valen los desperfectos en el mobiliario urbano -como diciendo que la disidencia sale cara- porque, si quieren, podemos hablar de cuanto nos cuesta a nosotros el resort árabe del rey emérito fugado, la escuela privada de la princesa en Escocia, el Castor o el rescate de la banca fraudulenta, para poner sólo cuatro ejemplos. Que hagan números, quizás querrán dejar de contar. ¿O es que alguien piensa que cuando salimos a protestar es porque no tenemos otra cosa que hacer y combatimos el aburrimiento jugándonos el tipo? Podríamos peinar al gato, estar en familia, visitar a los amigos, ir a la playa o simplemente distraernos. Pero no, escogemos comprometernos. Si salimos a la calle es para defender la libertad, en el sentido más amplio de la palabra: de expresión, de manifestación, la libertad del país.

Tampoco debemos confundir el deseo de libertad con una falsa tolerancia ante el opresor, ni pensar que bajo el cobijo de esta tolerancia todo vale, porque no, niños, ni hablar. Mejor que Karl Popper no lo ha explicado nadie. El filósofo austríaco elaboró la paradoja de la tolerancia, que declara que si una sociedad es ilimitadamente tolerante, su capacidad de serlo será finalmente reducida o destruida por los intolerantes. He ahí el contrasentido: por más paradójico que pueda parecer, defender la tolerancia exige no tolerar al intolerante. Y eso, en todas las esferas posibles.

Como decía Popper: por más paradójico que pueda parecer, defender la tolerancia exige no tolerar el intolerante

"Me enamoré del fascismo y le he entregado mí vida". Eso dijo hace pocos días por el micrófono -y con total impunidad- Isabel Medina, la chica que habló en el acto de homenaje a la División Azul -aquella que quiso masacrar a nuestros abuelos- y al cual asistieron más de 300 personas, todos con el brazo alzado y la mano estirada. ¿Ella también es joven, eh?, que tiene 18 añitos, pero le permiten hacer apología del nazismo y pregonar mensajes antisemitas mientras a 'nuestros' jóvenes se los persigue con la porra y con proyectiles foam para defender la democracia y la justicia. A ella, los medios de comunicación del régimen le hacen entrevistas y le dan cuerda mientras a Pablo Hasél lo encarcelan. ¿De verdad que todavía hay gente a la que le sorprende la revuelta? Yo, de verdad, lo que no entiendo es cómo no queman más cosas.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, después de los disturbios generados por la condena a Hasél, ha dicho que "en una democracia plena como es España, la violencia es inadmisible". ¿Democracia plena? Estará llena de... ¿mierda, no? Lo que es inadmisible es que se siguen vaciando ojos y testículos. Lo que es inadmisible son las cargas policiales, parece que sólo hay disturbios cuándo actúan los antidisturbios (otra gran paradoja). 'La violencia genera violencia -decía Joan Fuster- sin embargo, no lo olvidéis, también la tolerancia genera violencia, el desespero genera violencia, y -sobre todo- la verdad genera violencia'. Sentirse obligado a la autodefensa violenta no es ninguna sensación agradable a pesar de ser, demasiado a menudo, la única respuesta posible.

Para acabar de arreglarlo, y añadiendo gasolina al fuego, la Asociación Profesional de Mossos d'Esquadra (APME) advierte a los políticos que o reconducen de una vez todas estas situaciones "o haremos el cuerpo de Mossos d'Esquadra ingobernable". Yo, con perdón, no veo ninguna advertencia ni voluntad de acuerdo. Esto es una amenaza en toda regla (heredera del 155 que nunca se marchó del todo), un chantaje que, de hecho, ya se está haciendo realidad y justo cuando mañana se cumplen 40 años del 23-F. Todo muy nostálgico. Y sí, como con los jueces y letrados, hay dignos -Mossos- pero el olor a cerrado del cuerpo -y sobre todo de algunas de sus unidades- es insoportable y habría que pasar el rastrillo sin mucha dilación. Intentad buscar algún vídeo donde se vea a la policía cargando contra manifestantes fascistas o desalojando violentamente actos neonazis. Si lo encontráis, avisadme. Yo no lo he conseguido.

Hasél está en la prisión por decir la verdad: ¿o es que la monarquía española no es corrupta? ¿o es que no hay violencia policial?

Y basta de decir que la chica ha perdido un ojo. Se pierden las llaves de casa, a ella el ojo se lo han quitado. O de hablar de las heridas que ha sufrido algún joven manifestante. ¿Heridas que ha sufrido? Ha sido agredido por la policía. Llamar a las cosas por su nombre es más necesario que nunca, aunque por decir verdades Hasél esté en prisión. Porque sí, tú puedes estar más o menos de acuerdo con la letra de la canción del rapero, pero lo que no puedes negar es que sea verdad. ¿O es que no es cierto que la monarquía es corrupta? ¿O es que no hay un estado represor? Si permites que hoy lo hagan callar a él porque no piensa como tú, estás abriendo la puerta a que mañana puedan represaliarte a ti con la misma argumentación. Además, si hablamos de mensajes y de canciones, hay letras de reggaetón que sí tienen delito por su machismo asqueroso, pero no sólo no están prohibidas sino que suenan impunemente en las discotecas, diciéndoles a las chicas que pueden ser cosificadas y diciéndoles a los chicos que pueden poseerlas. ¡Venga ya!

Dos grandes nombres del pacifismo y la lucha social, Xirinacs y Gandhi, lo tenían claro. El filósofo y sacerdote catalán decía que el ciudadano no violento, ante un conflicto violento, "no puede ser neutral; tiene que declararse amigo del violento oprimido y enemigo del violento opresor". Por su parte, en palabras del político y pensador indio, ante una injusticia es preferible el uso de la violencia que la cobardía. Defender al pueblo y luchar contra la injusticia, eso debemos hacer. Orgullo de juventud comprometida que está combatiendo al fascismo, cuidando la sociedad y espabilando la causa de todas las causas: la dignidad, la persistencia que nos hará libres. ¿Por cierto, queda claro por qué esperaron a detener Hasél hasta después de las elecciones, no?