Estamos encima de un avión y miramos por la ventanilla. A fuera, casi nada pare moverse o parece que lo haga a muy poca velocidad. Incluidas las nubes, dispuestos como si fuesen un cuadro estirado, inmóvil.

Vamos arriba y abajo un día laborable. A nuestro alrededor, todo va rápido: coches, edificios, personas. Pero a nosotros no nos cunde el tiempo. Corremos como la gente que mis rodea pero nos da la impresión que vayamos más lentos que ellos. Como cuando hacemos cola en la caja del súper y la fila del lado dirás que avanza más rápidamente pero si te cambias ya no.

Comida de Navidad. Toda la familia en torno a la mesa y ya no hay que poner ninguna sillita ni elevador para las menores de casa. Nadie lo diría, pero ya se pueden sentar en una silla para adultos, aunque las piernecitas les quedan colgando. Parece ayer que las alimentábamos y ahora ya casi dan por descubierta la identidad de los Reyes Magos.

Octubre de 2017. La represión del Estado español empieza a encarcelar líderes sociales y políticos catalanes. Por una parte, parece que sea ayer, por la otra, dirás que hace una eternidad. ¿Qué hemos podido seguir haciendo nosotros durante estos 27 meses de libertad? ¿Qué han perdido los presos políticos a lo largo de estos dos años de secuestro?

El avión se mueve a 300 km/h pero des de dentro no nos damos cuenta. Quien lo mira desde abajo, sin embargo, sí que lo ve volar vertiginosamente y lo pierde de vista muy pronto. En la ciudad, la vida nos huye de las manos y nos faltan horas para llegar a todas partes, como si el mundo pasara a cámara lenta, pero si alguien nos mira de fuera se horripila de la vorágine diaria de la civilización urbanita.

Cada Navidad engalanamos la casa y ponemos los platos en la mesa y nos reunimos como siempre, pero en las fotos, después, se pueden ver más canas, más arrugas, ausencias, menos sillitas. I Jordi Cuixart ha podido pasar las primeras 48 horas en casa suya después de más de dos años injustamente en la prisión. Dos días largamente esperados y vividos intensamente. Dos días que, a la vez, se habrán hecho cortos.

En los aviones, en las ciudades, con la familia, con el activismo. Miramos atrás y pensamos: ¿cómo hemos podido llegar hasta aquí? ¿Cómo he conseguido recorrer todo este camino? Los años pasan pero los que se dan menos cuenta de un cambio son aquellos que lo viven. El tiempo en cada reloj es diferente. La velocidad no avanza al mismo ritmo para todo el mundo. La velocidad depende del sitio desde donde te sientas a verla pasar.