Me gustan las claraboyas de los patios interiores de las casas porque exageran la lluvia que cae, sobre todo de noche. Son como un timbaler del bruc, parece que caiga más agua de la que llueve. E imagino campos y sotobosques saciando su sed con solo escuchar la lluvia amplificada, como el Pequeño Príncipe ya era feliz desde una hora antes de que llegara la persona amada.

Me gusta el silencio permanentemente inexistente que hace valorar los sonidos que, de tanto interrumpirlo, se acaban pareciendo y mimetizando. Lluvia. Viento. Campanas. Cuando estamos en medio de la naturaleza y oímos el río fluir y los pajaritos cantar solemos decir: ¡qué silencio! El silencio realmente no existe pero su 'no ser' nos ayuda a apreciar los sonidos amables que lo hacen desaparecer y lo subliman. La nieve cayendo. El vuelo de una golondrina. La cuerda vibrante de un cello. Un beso robado. La chimenea quemando.

Lo que hace bella a la rutina es que sea buscada, no sobrevenida u obligada

Son sonidos hipnóticos, casi como un mantra. Se pueden convertir en una rutina, y lo digo en el buen sentido. La palabra rutina proviene del francés routine. Route ―del latín― significa ruta y por lo tanto su significado está vinculado a un camino. Se trataría de una trayectoria ya conocida que se repite. O sea, para mí, es volver a hacer el camino que nos gusta, que ya conocemos, placenteramente. En cambio, el uso o el abuso de la palabra hoy en día le ha dado una connotación peyorativa que parece que se asocie a cansancio, a repetición aburrida, a que ha perdido el interés.

Una costumbre no tendría que ser considerada monótona por el simple hecho de ser algo habitual. La rutina también nos da, por una parte, seguridad a la hora de hacer una acción de manera memorizada, con la tranquilidad de saber que sabremos hacerla, que ya la conocemos. De la otra, nos permite repetir con estima esa vivencia, volver al sonido, al lugar, a la tarea, a la lucha. Queridamente. Lo que hace bella a la rutina es que sea buscada, no sobrevenida u obligada. Buscar conscientemente la repetición innovadora, la imaginación reiterada. El andar deliberado. Volver a hacerlo.

Si la rutina es cumplir años, bienvenida la vida.

Si la rutina es que llueva contra las claraboyas, que viva la tormenta.

Si la rutina es abrazarte a menudo, que me envuelva el día a día.

Si la rutina es que me ames, adelante con el día de la marmota.

¡Si la rutina es insistir hasta conseguirlo, lo volveremos a hacer!