Cogerás el tren cada semana. Perderás tiempo de vida subiendo y bajando. Aprovéchalo para leer, para mirar el paisaje por la ventanilla (bajando al Ebro, el mar queda a la izquierda: busca asiento en esta zona del convoy). Aprovéchalo también para hablar con tus nuevas amistades. Mira, mis mejores amigas son de cuando estudiaba fuera. Han pasado casi 30 años y, por suerte, todavía no me las he podido quitar de encima. La gente que conozcas hoy formará parte, seguro, de tu mañana y te ayudará a forjarte. Quizás, mirándolo bien y a pesar de todo, el retraso endémico de la Renfe juegue a tu favor por una vez: conocer nuevas personas y conocerse a una misma requiere tiempo y de esto, encima de un Rodalies, te sobrará. Tu tía ha luchado mucho para que cuando te llegara este momento tuvieras trenes más dignos y lo conseguimos un poco, sí, pero no del todo. Lo siento, chica.

Echarás de menos la tortilla con patatas de la yaya, el canal, las bromas y confidencias con tu hermano, las tardes de sofá o las excursiones con tus padres. El río. La calma de una ciudad pequeña. Los atardeceres en el Massís del Port. También echarás de menos ver a menudo a aquellos amigos que han ido a otra universidad o que estudiarán en otra ciudad y que hasta ahora te habían acompañado desde los primeros pasos escolares. Descubre perspectivas diferentes y déjate sorprender: ser organizada está bien pero no hay que tenerlo todo planificado tampoco. Un poco de desorden de vez en cuando no hace ningún daño. Crece sin renunciar a ser quien eres. Te llevarás algún disgusto (va con el pack de estudiante universitaria) sin embargo, si lo quieres, aquí estaremos, por si te hace falta algo. Añorarás tu cama, que seguirá siendo tuya, aunque la abrazarás mucho menos. Los sueños, sin embargo, que sean los mismos de siempre y, si puede ser, que vayan creciendo. Aliméntalos.

Ve al teatro, a presentaciones de libros, ábrete al mundo y a la urbanidad y la cultura de una de las ciudades más bonitas del planeta. Trasplanta tus raíces pero no olvides tus orígenes. Conserva la bondad intrínseca que te caracteriza desde pequeña pero sin dejarte tomar el pelo, que en la capital hay mucho listo suelto, tú ya me entiendes. Comparte vivencias con intensidad, pero no hace falta que todo lo que hagas aparezca en las redes sociales: guárdate siempre un trocito de ti misma sólo para ti. Protegerse nunca no está de más. Escucha música con los auriculares cuando vayas a clase con el bus, el metro o el tranvía, pero si yo me entero de que es reggaetón, tendremos una charla cuando vuelvas. A veces, por ejemplo, podrías escuchar las canciones de tu tía, me haría ilusión y, quizás, quién sabe, por un instante te devolverán a casa cuando la semana se te haga larga.

Te vas a la universidad a estudiar idiomas, pero no dejes nunca de hablar tu lengua, el catalán, y todavía menos dejes de usar tu genuino acento tortosino

Sentirás la libertad a cada paso que des, tendrás la sensación de estar construyendo la vida con tus propias manos y sabrás que aprender tiene un sentido que va más allá de lo académico. Ama lo que hagas (es la mejor manera de que las cosas vayan bien) y vive intensamente cada momento. Si puedes, evita las fiestas sospechosas de no traer nada bueno, pero disfruta tanto como puedas. Esta época que ahora empiezas te marcará para siempre. Ahora bien, que eso no te suponga ninguna presión añadida: si te equivocas se puede rectificar. Mira yo, si no, que estudié dietética y nutrición porque tocaba y he acabado siendo cantautora porque quería y ya ves que soy la mar de feliz y me gano la vida. No hagas nada porque te toca, sino porque realmente quieres. Como decía mi yaya, tu bisabuela a quien no conociste: busca un trabajo que te guste y dejarás de trabajar.

Has sacado una de las mejores notas de Catalunya en la selectividad. Barcelona todavía no sabe quién le acaba de llegar, porque tu humanidad es todavía más alta que la nota de corte que has alcanzado. Te vas a estudiar idiomas, tu debilidad y disciplina en la que tiendes a sobresalir. Igualmente, no dejes nunca de hablar tu lengua, el catalán, y mucho menos dejes de usar tu genuino acento tortosino. Sobre todo, no pierdas el artículo 'lo', que ya viene de Jaime I y Joanot Martorell, y los de la Catalunya Nova somos dignos depositarios, digan lo que digan. Usa tanto como puedas las palabras de nuestra tierra, ellas sólo nos tienen a nosotros para salvarlas y si algunos de Barcelona no te entienden, se lo traduces y ale, pero no cambies el acento. Eso nunca. Tú, bien orgullosa de las raíces.

No te olvides de cómo se recolectan las mandarinas o de cómo se recogen las olivas y las algarrobas. No dejes de decir que lo riu és vida y cuanto más lejos del río estés, más fuerte lo tienes que repetir, que hay gente muy sorda, niña. Cuida el sentido del humor, te ayudará a andar. De vez en cuando envía alguna foto para que sepamos que sigues labrándote el destino con coraje y una sonrisa y defiende el país a pesar de que sean tiempos difíciles. Sólo espero que la distancia que emprendes hoy nunca sea lo bastante larga como para que te olvides del camino de vuelta. Ve tirando migas de pan, por si acaso. Ahora que entramos en la primavera del invierno, como se le llamaba al otoño a principios del siglo XX, tú empiezas tu verano particular: emprende el vuelo y disfruta del espectáculo sin dejar de mover las alas y sin perder del todo de vista el puntito de casa.