Un grupo de mujeres aguerridas de La Cava, en el corazón del Delta del Ebro, me dijo un día: "Nosotras, hija mía, estamos acostumbradas a defensarnos solas. No esperamos nunca nada de nadie. Que no vengan de fuera a ayudarnos porque demasiadas veces hemos salido escarmentados. Que nos dejen tranquilos". Aunque la sentencia pueda parecer exagerada no les falta razón y define el espíritu de la gente de este territorio de cruce que somos las Terres de l'Ebre, el Matarraña, lo Maestrazgo, Els Ports, a caballo entre las provincias de Tarragona, Teruel y Castellón. Si queréis, la afirmación rezuma un cierto tono de carlismo ancestral sí, pero es al margen de la ideología: defienden (defendemos) una manera de vivir y protegemos la tierra de las agresiones exteriores, vengan de donde vengan y disfrazadas de lo que quieran. Y somos salvajes, sí, y orgullosos estamos de serlo. Y no, la palabra no es peyorativa. Implica la dulzura del arraigo y la fuerza de la lucha feroz, si hace falta.

En esta tierra de agua y montaña hay unos parajes interiores ariscos, majestuosos, llenos de cordilleras laberínticas donde se refugiaban los maquis, donde radica la esencia de una resistencia histórica. Aquí, en esta rótula del mapa, aparte del parque natural del Delta, hay dos parques naturales de montaña: el del macizo del Port (Catalunya) y el de la Tinença de Benifassà (País Valencià) y ahora un biólogo con ínfulas de iluminado, Ignacio Jiménez, quiere convertir esta área —de más de medio millón de hectáreas— en un enorme parque que compita con las grandes regiones naturales del planeta, como la de Yellowstone, en los Estados Unidos. Querrían crear un tercer parque natural en la zona aragonesa y después unificar los tres y que todo fuera un enorme parque nacional que dependiera del Estado. El espacio, claro está, tendría zonas de caza mayor de élite porque algunos sin escopeta y cabezas de animales colgadas en la pared del comedor de casa, no son nada.

Si os ha gustado el anuncio de este año de Estrella Damm, que sepáis que nosotros somos la piña de gente que se planta delante de la excavadora para salvar un olivo

Nos lo ofrecen medio de estranjis, y con la voz bajita, no fuera que descubramos que eso es el chocolate del loro. Otro. Lo venden como ecoturismo y le ponen el prefijo eco porque con eso ya parece que todo haya de ser bonito. Pues no, señores (porque suelen ser hombres, ya me sabe mal), porque el eco que ustedes nos quieren vender como ecológico, nosotros lo leemos como enriquecimiento económico pero sólo para algunos —ustedes— mientras destrozan lo paisaje que nos identifica y da vida en nombre de un progreso mal entendido. No deja de ser curioso, por no decir sospechoso, que la Fundación Botín, el Banco Santander o Bankia sean algunos de los padrinos de la maravillosa idea. Una idea que han bautizado como Iniciativa Maestrazgo Els Ports, que queda muy guay. Su nombre original, sin embargo, es en inglés: The three kingdoms of Spain. Como si con la monarquía corrupta actual no tuviésemos ya bastantes reyes.

Entre las propuestas de estos lumbreras, está la posibilidad de reintroducir los bisontes (¿hola?) porque como en las pinturas rupestres de por aquí ya aparecían... como si fuera un parque jurásico cualquiera. Hablan también del concepto de "producción de naturaleza" (¿hola otra vez?), como si ella no fuera ya lo bastante sabia que tuvieran que venir los humanos a fabricarla. ¿Producción? Producir lobos o jaguares y hacer ecosistemas a medida. No, si todavía no nos hemos extinguido como especie de milagro. Los impulsores, incluso, ya han hecho algunas reuniones con ayuntamientos del territorio fronterizo para presentarles el proyecto e incluso han intentado comprar masías a algunos campesinos. A ver, señores de los correspondientes gobiernos afectados: les pedimos (más bien exigimos) que no dejen comprarse ni deslumbrarse. Que no piensen sólo de 4 en 4 años (que es lo que dura una legislatura y lo que da votos) y tengan altura de miras. No dejen que el pueblo, otra vez, tenga luchar solo, contra los agresores y contra los conniventes.

Entre las propuestas de estos lumbreras está la de reintroducir los bisontes y producir naturaleza, como si ella no fuera ya lo bastante sabia que tuvieran que venir los humanos a fabricarla

Se han hecho públicos documentos oficiales de las intenciones del personaje en cuestión (y sus secuaces) donde se habla de que el hecho que la zona sea despoblada es una oportunidad porque así se encontrarán con menos oposición y resistencia. ¡Ha! No nos debe de conocer. No sabe que con nosotros han mordido el polvo y que ya hay nobles y numerosos movimientos vecinales, sociales y entidades que ponen el grito en el cielo. Somos gente de paz pero nos hacéis entrar en guerra constantemente, como si no tuviésemos otro trabajo que hacer. Que si el despoblamiento rural es su grn aliado, ha dicho Jiménez. A ver, que también lo es para nosotros, un aliado, pero por motivos bien diferentes: nosotros a la ruralidad y la ganadería las cuidamos y convivimos con sostenibilidad y ustedes quieren aprovecharse y explotarlas y además por la puerta de atrás, como si eso fuera en realidad una oportunidad. ¿Cómo puede ser posible que hasta ahora hubiéramos sobrevivido sin ustedes y este magnífico plan que nos tiene que liberar? Todavía no me lo explico.

El respeto a la gente empieza por el respeto a su tierra. La naturaleza se tiene que ver como un elemento de convivencia y no sólo como una oportunidad económica. El menosprecio a las personas que viven en un territorio empieza por el maltrato del paisaje, por las agresiones a la naturaleza. Como si atacando una parte del planeta no se lo atacara todo. Ilusos irresponsables. El trasvase, las centrales térmicas, las nucleares, la masificación eólica, el espolio de los olivos milenarios, el abandono de los trenes, el Castor y sus terremotos. ¿Cómo no tenemos que desconfiar cuando alguien de fuera llama a la puerta ofreciendo indundarnos con dinero con proyectos mastodónticos que se supone que nos tienen que salvar la vida? No, mire, perdone, no hace falta que me venga a salvar de nada que aquí ya vivimos suficientemente bien, a pesar de todo. Es como aquella frase que vi hace tiempo en una tira cómica haciendo ironía sobre el 12 de octubre y el Día de la Hispanidad. Aparecían un pequeño grupo de indígenas tronchándose de risa delante de un guerrero español, con la espada y la cruz, y mientras lo señalan dicen: "¡que dice que ha venido a descubrirnos!". Pues eso. Ahora que, no nos tendría que extrañar tanto porque el personaje Ignacio Jiménez, en su libro Producción de naturaleza. Parques, rewilding y desarrollo rural, se autodefine como misionero. Amén, chaval.

Dejadnos tranquilos ya de una vez, dejad tranquila a la naturaleza que, por suerte, es lo bastante inteligente como para sobrevivir sin vosotros y vuestras ideas de malentendida modernez. Ella estaba aquí antes que nosotros y seguirá estando cuando nosotros ya no estemos. De hecho, entonces respirará más aliviada y todo. Quizás somos pocos y estamos dispersos, quizás estemos un poco hartos de que nos vengáis a agredir por todas partes y cansados de tener que crear plataformas para defender aquello que es de sentido común. No, no somos mala gente, sino al contrario, pero nos hacéis enfadar. No, no nos quejamos por todo, pero es que nos atacáis por todas partes. Actuamos en defensa propia y si no nos respetáis, podemos ser de duros como una roca. Si os ha gustado el anuncio de este año de Estrella Damm, que sepáis que nosotros somos la piña de gente que se planta delante de la excavadora para salvar un olivo. Gritaremos y saltaremos. Tenemos dignidad. No nos dejaremos insultar. Idos, no sois bienvenidos si venís con la arrogancia humana del colonialismo y dominación de la tierra y su gente. Aquí, convivimos en paz con un entorno natural privilegiado que sabemos valorar y cuidar y que no está en venta.