¿Qué es para vosotros poner la mente en blanco? ¿No pensar absolutamente en nada o pensar en algo relajante que os ayuda a no ocupar la mente, como el mar, el horizonte o la forma de las nubes? ¿Cómo conseguís evadiros de todo —si es que lo conseguís— y que el ruido del mundo no os invada? ¿Existe el silencio completo? Si existe, el silencio está en la nieve. Aquel vacío que hace daño en los oídos, implacable y penetrante, de una montaña nevada antes de crujir bajo tus pies. El reto que se nos presenta a los humanos consiste en recobrar la sencillez y la autenticidad, en saber que en el mundo del pensamiento nosotros somos los únicos responsables. Pensamos lo que queremos y somos lo que pensamos. Del mismo modo que somos lo que comemos, lo que leemos o lo de dime con quién andas y te diré quién eres. Quién eres, quién somos. El verbo, al final, es ser. Solemos ir todos corriendo arriba y abajo, y, mientras corremos, no somos.

Andamos como por inercia, que si después de un día viene otro, que si parece que Fin de Año fuera ayer y este ya se termina, que si parece mentira cómo pasa el tiempo, para que después leas a Einstein y te diga que el tiempo no existe. Entonces, ¿por qué corremos? Tenemos tiempo para equivocarnos, pero ya no tanto para pedir perdón. Ni en el espejo casi no tenemos tiempo de mirarnos y no nos descubrimos ni canas ni arrugas porque no miramos bien o no las queremos ver. Nos sobran relojes y nos faltan gafas. Y nos sabemos las rutas de memoria y a veces ni nos fijamos por dónde andamos porque vamos rutinariamente y vemos a gente pero no a personas. No disfrutamos lo suficiente del paisaje porque siempre está en el mismo sitio y perdemos la capacidad de sorprendernos, con lo importante que es alimentar la inocencia y escuchar música relajante que, generando sonido, ayuda a crear silencio, y pararnos. ¡Mañana te llamo! ¡No pasa de esta semana que nos vemos! ¡Tenemos que quedar! ¡Y pataplum! Ya han pasado no sé cuántos meses más y los hijos de los amigos crecen un palmo o les empieza a cambiar la voz o de repente ya tienen noviete, y otra compañera está a punto de parir y ¡ni le has visto la barriga!

La vida está en movimiento, es flexible y fluye, es así, lo que ocurre es que quizás nosotros nos movemos demasiado en lugar de dejarnos llevar un poco sin ansias. ¿Y si nos estuviéramos quietos un rato? ¿Qué pasaría? Quizás las cosas vendrían hacia nosotros sin tanta desazón. Sin descansar el cuerpo, la cabeza no respira. Y si la cabeza no respira, el cuerpo se ahoga. Y un buen día estás en la playa, sola, leyendo, tomando el sol y el baño sin pensar en nada (silencio, horizonte, musiquilla, cada uno lo que quiera) y te reencuentras con una amiga de quien hacía diez años que no sabías nada, y al cabo de media hora de estar hablando ya parece que reanudáis la conversación de ayer mismo, como si este ayer no llevara 120 meses en el congelador. Y entonces dices para ti: quizás era eso... Y, como dice Mark Twain, "el perdón es la fragancia que desprende la violeta en el tacón que la acaba de aplastar" y la vida vale la pena cocinada a fuego lento y todo viene cuando tiene que venir con la forma que tiene que tener, solo nos hacen falta dioptrías y paciencia.