No des por hecho que alguien sabe que lo quieres. El amor no se adivina, se siente y se tiene que hacer sentir. El latido de tu corazón no se percibe desde fuera, aunque a ti te parezca que vaya a salirte por la garganta. No permitas que ninguna piel próxima se enfríe por la percepción de no ser querida. Nadie va sobrado de ternura.

No des por hecho que tu amigo ha entendido que estás dolida por una actitud que quizás él ni recuerda haber tenido. No nacemos con una bola de cristal. No lo castigues con tu actitud sin que él sepa el motivo. Es mejor recordarle la ofensa con serenidad. Igualmente, no des por hecho que lo ha olvidado: hay gente que disimula muy bien la amnesia. En todo caso, que el rencor no te atrape pero que la desmemoria no te abandone.

Incluso las personas más grandes se empequeñecen si coges los prismáticos al revés

No des por hecho que la lealtad es eterna. Incluso las personas más grandes se empequeñecen si coges los prismáticos al revés. No des por hecho que te has equivocado. Un error no es siempre una mala decisión, la perspectiva sabe mucho de eso. Ni tampoco creas que has perdido una oportunidad: muy a menudo, si no se abre, es que no era tu puerta. No des por hecho que una cosa es imposible: lo más difícil suele costar un poco más, pero eso no quiere decir que te tengas que rendir, porque entonces sí que lo sería, imposible.

No des por hecho que podrás cumplir todos los planes que tienes en la cabeza. La vida es fútil, el camino tiene curvas y el viento cambia: lleva siempre una biodramina en el bolsillo y un paraguas en el bolso. No des por hecho que estaremos para siempre, el siempre suena largo y parece mucho pero también se acaba y no des por hecho que el tiempo lo cura todo, el tiempo sabe pasar pero no hace milagros.

No des por hecho que nunca más podrás volver a amar a alguien con esa intensidad que sólo tú sabes. El corazón tiene más vidas que un gato y podría salir bien si escucháramos el llamamiento del deseo inaplazable que nos quiere hacer saber que los regalos son para vivirlos, que los besos son para darselos y los secretos son para decírselos. No des por hecho que Murphy y su ley tenían razón: si una cosa va bien, todavía puede ir mejor, pero tampoco des por hecho que las cosas caen del cielo: aprende a volar.