Cuando se hacen estadísticas del uso del transporte público hay que tener en cuenta que el resultado puede ser engañoso: no es nada descartable que los números sean bajos porque la oferta es mísera y el servicio nefasto, no porque la gente no quiera usar el tren. Un hecho similar pasa con el deporte femenino, especialmente con el fútbol. Las cifras dirán, probablemente, que son pocas las que quieren jugar pero será más porque no encuentran un equipo donde poder practicarlo, que porque no quieran chutar la pelota de manera federada. En las dos situaciones, además, hay un agravante: ser de comarcas. Lejos de los equipos oficiales y numerosos. Lejos del transporte público que te podría llevar al campo a entrenar.

Un ejemplo: Júlia es de Flix, en la Ribera d'Ebre. Este año cumplirá los 14 años y juega al club de fútbol de su pueblo y, por cierto, a un muy buen nivel. Lo hace en un equipo mixto —donde es la única chica— porque en la comarca no hay bastante demanda de niñas para formar un equipo íntegramente femenino. Hasta aquí, comprensible. El problema vendrá de aquí a un par de años, cuando Júlia cumpla los 16 años, momento en que ya no podrá seguir jugando con sus amigos de toda la vida (están juntos desde P3) y casi se verá empujada a dejar la práctica de este deporte. El motivo: en Catalunya solo se permiten equipos mixtos hasta categoría cadete. Cuando se llega a la edad juvenil los equipos tienen que ser, únicamente, o masculinos o femeninos.

Así las cosas, Júlia tendrá que hacer más de 100 km tres veces por semana para entrenar con el equipo femenino más próximo: Reus o La Ràpita. En un caso similar ya se encuentra una niña de Miravet —población situada en la misma comarca ebrense— que ha acabado inscribiéndose en el Riudoms por la inadaptación a tanto cambio que genera la falta de alternativas atractivas. Su padre la sube y baja del Baix Camp varias veces a la semana para que su hija pueda entrenar y competir, con la organización familiar, conciliación y gasto que eso supone. Si se vive en una ciudad grande con más oferta de clubs seguramente se puede encontrar a un equipo femenino pero si no, si vives en según qué periferia, no tienes la opción de continuar. Tienes que dejar el fútbol o bien practicar el fútbol 7, que no es ni mucho menos lo mismo ni en normas de juego, ni en medidas del campo, por no hablar que vete a saber si encontrarías a suficiente gente para formar un equipo así y que tendrías que cambiar totalmente de amigos y de liga.

Hay normas federativas de fútbol que discriminan a las niñas, sobre todo en zonas menos pobladas. Se tendrían que permitir equipos mixtos hasta los 18 años

En nuestro país, hay normas federativas de fútbol que discriminan a las niñas y chicas y a raíz de esta problemática la familia de Júlia y su club han decidido emprender una campaña mediática que, con el lema de 'Chicas en juego', está recogiendo firmas con el objetivo de conseguir que desde la Federación Catalana de Fútbol se permita el deporte mixto hasta los 18 años. (Se puede firmar la petición en el siguiente enlace: https://www.change.org/noiesenjoc ). Y lo hacen por su hija y por su jugadora, claro está, pero también por todas las que tienen que venir detrás suyo: alguien tiene que empezar la lucha. La burocracia de estos casos suele ser larga y se tiene que empezar a trabajar ahora para alcanzar el objetivo vete a saber cuándo. Es un agravio comparativo y discriminatorio que la normativa actual penalice el deporte femenino, especialmente en las zonas menos pobladas. Los impulsores aspiran a iniciar un proceso interno en las próximas asembleas de la Federación y conseguir apoyos para ampliar la normativa actual.

Otros lugares del Estado y de Europa tienen este tema ya bastante resuelto: la federación andaluza de fútbol suprimió en el 2005 las limitaciones de edad y categorías para el fútbol mixto, países como Bélgica e Inglaterra permiten los equipos mixtos hasta los 18 años e, incluso, Dinamarca y Noruega —siempre los nórdicos— no tienen limitaciones de edad. Además, hace pocos días, la Escuela Fútbol Flix recibió el apoyo explícito del SC Sternschanze, club de Hamburgo. Las niñas y el entrenador del equipo de aquel club alemán se hacen cruces.

Cuántas veces decimos que hacen falta referentes en el deporte femenino para que las niñas más pequeñas tengan mujeres en las que reflejarse. Últimamente, los medios de comunicación —y no todos— han empezado a revertir la situación. Veamos, por ejemplo, el barça femenino de fútbol y nombres como Alexia Putellas, Jennifer Hermoso, Aitana Bonmatí o Lieke Martens. ¿Sin embargo, de qué sirve que Júlia las vea jugar por la tele si después a ella no la dejan seguir compitiendo cuando llega una de las edades de madurez deportiva? Las ilusiones se tendrían que alimentar y no disminuir, porque no se pueden cortar las alas a las nuevas guerreras y después no preguntar cómo es que no saben volar lo suficiente. Y a las que vienen detrás si no tienen referentes no se les ocurrirá pensar que ellas podrían alcanzar aquel hito. Eso, también es discriminación. Eso, también es desequilibrio territorial. Y eso, se tendría que revertir.