Hasta ahora, a todos aquellos que os hayáis dirigido a mí para hablarme de esta cuestión os he ido respondiendo con evasivas, por eso de no echar leña al fuego, para huir de la mediocridad. Vete a saber, contestaba. No lo sé a ciencia cierta, decía. Quizás no les encaja mi propuesta. Es una pregunta que se la tendrías que hacer a ellos, etc. Y así iba tirando. Ahora, sin embargo, creo que ya puedo alzar la voz, con serenidad, y sin más intención que la de poder responder a todo el mundo al mismo tiempo y explicarme un poquito, porque, al final, no tengo nada que esconder y porque se han producido algunos hechos que ya han levantado la liebre y, por lo tanto, ahora sería extraño seguir guardando silencio y mirar hacia otro lado.

Soy guerrillera, cierto, el activismo es un rasgo de mi carácter, pero al mismo tiempo no soy mujer a la que le guste hacer demasiado ruido ante situaciones delicadas, me aparto del conflicto, por eso callaba e iba tirando. Al mismo tiempo, sin embargo, negar la evidencia es absurdo y la evidencia es (no hay que ser muy espavilado para verlo) que no doy conciertos en mi ciudad, en Tortosa, no por iniciativa del ayuntamiento. De un tiempo a esta parte ―y cada vez más― mucha gente me pedís, privadamente, que por qué pasa eso. Algunos ya lo habéis empezado a decir también públicamente, como la maestra Alícia Gamundi en una entrevista en Canal 21 Ebre o el primer grupo de la oposición, Movem Tortosa, a través de una pregunta por escrito al equipo de gobierno preguntando por la razón de esta situación.

Nunca he tenido militancia política, ni carné de ningún sitio. Sí afinidades, claro. Como todo el mundo. Cada uno tiene la suya. Creo en las personas y las causas, más que en los partidos. Cada persona es libre de pensar como quiera, lo triste es cuando no se respeta la diferencia y por eso se te penaliza personalmente y eres víctima de vetos incomprensibles, que se vuelven más lamentables cuando se juega con tu pan, con tu profesión.

Hace dieciséis años que tengo el deseo de poder actuar en mi ciudad

Hace poquito, con motivo del Día de la Mujer, el Consell Comarcal del Baix Ebre quiso que cerrara el acto con un pequeño concierto. Esta ha sido la primera vez en 16 años que canto en mi ciudad, Tortosa, contratada por una institución de la comarca o con sede en el municipio. Desde el 2005-2006 que giro discos y canciones por todos los Països Catalans sin que se me contrate en mi casa para hacer lo que hago: cantar, reivindicar y amar con la música. Podría no haberlo dicho, pero creo que quien ahora ha tenido la valentía y el detalle de contratarme y valorar mi trabajo se merece al menos que lo comente, sin más pretensión que agradecer al equipo de gobierno del consell comarcal su confianza.

Durante todo este desierto, que todavía dura, he podido encontrar pequeños oasis que también quiero agradecer públicamente: la iniciativa privada que ha querido contratarme, a pesar de conocer que quizás se la jugaba. Los vecinos de Tortosa me habéis podido escuchar en directo a cuentagotas gracias a los responsables de la barca Lo Sirgador ―cantando mientras navegábamos por el río―, del Forn de la Canonja, espacio cultural y gastronómico, o de la biblioteca de la ciudad, en jornadas literarias. Han sido actuaciones de pequeño formato, pero que me permitían volver a dormir a casa andando al acabar de trabajar. También el agradecimiento al grupo Quico el Célio que en 2019, en su concierto en el parque municipal dentro de las fiestas de la Cinta, quiso invitarme a cantar con ellos un par de canciones. Aquello fue idea suya.

De todos modos, lo de que nadie es profeta en su tierra es relativo. En Tortosa existe la realidad que os describo, pero por suerte el Ebre es mucho más grande y también me siento agradecida a poblaciones queridas que han confiado en mi música desde siempre, a pesar de todo y a pesar de muchos, como Amposta, Deltebre o la Ràpita (y me dejo otras). Es de justicia reconocerles el simple hecho de hacer bien su trabajo, sin mirar más allá. Hacer una programación cultural y apostar por todo tipo de propuestas, incluidas las que se hacen desde casa.

Considero que ciertos silencios pueden contribuir a perpetuar situaciones de impunidad. Siempre hablo por las causas en las que creo, soy consciente de que soy una voz del territorio más o menos conocida. Allí donde voy, alzo orgullosa la bandera de las Terres de l'Ebre y la de Tortosa, hablo con orgullo del Delta y de la gente que vivimos allí. Reivindico derechos y causas que me parecen nobles y necesarias, pero nunca había hablado de mí de esta manera. Hoy, perdonad, ha sido el día. Hacía falta.

Gracias a todos los que os habéis interesado por mí, a los que me apoyáis, a los que habéis guardado discreción porque yo os lo pedía. Ahora, ya no hace falta. La evidencia es la que es y el deseo de cantar en mi ciudad continúa intacto. Yo, seguiré llevando mi ciudad en el corazón, porque los partidismos (demasiado a menudo convertidos en caciquismos) nunca pueden representar un pueblo, es su gente quien lo hace y yo, a la gente de Tortosa, la quiero, como quiero la tierra y a mi maravillosa profesión que me regala más de lo que yo le doy.