"Estamos preparando una jornada feminista y nos gustaría muchísimo, si fuera posible, contar con tu presencia en Tarragona y que hicieras unas cancioncillas" (la ciudad es inventada, por eso de no dar demasiadas pistas del caso en concreto). Este es el texto de un whatsapp que recibí hace unos días. El remitente en cuestión es un compañero de luchas compartidas que colabora o trabaja o de vez en cuando participa ―no lo sé muy bien― en las actividades de una organización sindical (cuyo nombre no diremos, ni nos lo inventaremos). Mi respuesta fue agradecerle que pensaran en mí y pedirle una pizca más de información: día, motivo, hora, duración del concierto y presupuesto.

Pasó una semana y la luz de la pantalla del móvil se volvió a iluminar dando más detalles del acto y resolviendo mis dudas. Cuándo: 25 de noviembre. Motivo: para el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Hora: 12 h de la mañana. Duración: 45 minutos. Presupuesto: "me dicen que es solidario". Ay, chicos. Lo de cancioncillas (y no canciones o concierto) ya me tendría que haber hecho sospechar, que los diminutivos suelen usarse para camuflar más la cosa y parecen quitarle importancia al asunto. No es lo mismo hacer gratis cuatro cancioncillas que dar gratis un concierto de tres cuartos de hora. "Pero ―añade el mensaje― te pagarán los gastos de desplazamiento". ¡Ah, pues ya estamos salvadas! Gracias, la gasolina también me saldría gratis si no me moviera de casa.

A ver: la solidaridad es ayudar a quien más lo necesita, ya sea de manera económica o material. Hacer una aportación en metálico por una causa concreta o aportar tu capital humano, con horas de voluntariado u ofreciendo tu trabajo sin cobrar. Hasta aquí, de acuerdo. Me he hecho un hartón de participar en actos benéficos y lo seguiré haciendo. ¿Cómo suele funcionar en estos casos? Un concierto colectivo por la lucha contra el Alzhéimer, por ejemplo. Varios artistas interpretan una canción cada uno, lo hacen de manera altruista y así toda la recaudación puede destinarse íntegramente para la asociación organizadora, que se autofinancia con acontecimientos como estos y que es una entidad sin ánimo de lucro.

Tú mismo serías el primero en denunciar esto que me haces a mí si te lo hicieran a ti

¿Me podríais decir vosotros qué tiene de 'sin lucro' un sindicato mayoritario? La organización como tal recibe unas determinadas ayudas, a menudo a través de convenio. Sus trabajadores cobran. Sus directivos cobran. Y se supone que defienden los derechos de la clase trabajadora. ¿Por qué, pues, no tiene que cobrar un músico? ¿Por qué, pues, no remuneran, ni que sea simbólicamente, este trabajo tan digno como cualquier otro? Tendrían que dar ejemplo y cuidar a los trabajadores, también los de la cultura, cuando reclaman sus servicios. Porque podemos rebajar el precio y ajustarnos a un mínimo razonable, pero no vivimos del aire.

No me resultó fácil ―son temas que me tocan la fibra―, pero finalmente decliné la maravillosa oferta. Debemos aprender a decir que 'no' como gremio y como sociedad, aunque a veces parezca incongruente con nuestras convicciones como activistas. Pero es que una cosa es hacer una canción como clausura de una manifestación o una colaboración en un recital donde la taquilla es para una lucha justa, y la otra es que te pidan hacer una actuación de 45 minutos, gratis y sin que haya ningún retorno directo para las afectadas. Es que una cosa es ser una persona comprometida y la otra es que los que te lo proponen podrían pagarte tranquilamente y ni te lo ofrecen, y además apelan a tu bondad y valentía para ayudar a la causa de las mujeres. Mirad, el chantaje emocional ahora ya lo veo venir de lejos (que bastante nos ha costado). ¿Ayudar a la causa, decís? A las mujeres se las ayuda con medidas efectivas, no menospreciándolas a ellas y a su oficio, sea cuál sea.

Una cosa muy diferente habría sido un festival para recaudar fondos para mujeres maltratadas o con problemáticas de subsistencia: entonces sí que los cantantes no cobramos nada, para que todo pueda ir a la hucha de las que lo pasan mal. Pero aquí, quien se ahorraría el dinero es alguien que puede perfectamente permitírselo y quien no lo cobraría es alguien que vive de eso por lo cual tú dices que no hay que pagarle. Quien pide el sacrificio (y si cuela, cuela) es alguien que tendría que valorar más que nadie el trabajo hecho. Tú me puedes decir que tienes poco presupuesto y yo me ajusto, pero lo que no puedes es pretender que trabajamos gratis, porque cuando vas al mercado si no pagas, no te llevas el cesto lleno de comida. Porque si te viene el fontanero a casa, bien que le pagarás sus horas y porque tú mismo, sindicalista, serías el primero en denunciar esto que me haces a mí si te lo hicieran a ti.

Las violencias contra las mujeres se presentan en muchos ámbitos: físico, sexual, psicológico, económico... Hay escalofriantes y gravísimas y hay que pasan desapercibidas o son minucias. Nada comparable, cierto. Pero, al mismo tiempo, nada que se tenga que consentir. Y sí, es un mal extendido por el gremio musical que va más allá del género, pero es que justamente esta vez va y se lo piden a una mujer en un día de reivindicación de los derechos de las mujeres. Es de tener muy poca vista y sensibilidad. Me parece que esta vez aporto más al movimiento no aceptando y explicando el caso, que no entrando en su juego y haciendo cuatro cancioncillas. Y sí, seguiré participando siempre que pueda en actividades y conciertos benéficos y solidarios porque creo firmemente en ellos. En lo que no creo es en precarizar un sector que ya lo pasa bastante mal y al que siempre se le piden más esfuerzos que los que puede asumir. Como tampoco creo en quien tendría que defender mis derechos y me tira piedras contra el tejado.