No nos tengáis mucha envidia a los del Ebro. Pensad que buena parte de los motivos que nos hacen poder pasar a la fase 2 e ir por delante en el marcador no los querríais después de la pandemia (ni antes tampoco). Todo aquello por lo que venimos luchando desde hace décadas y de lo que nos quejamos, resulta que ahora nos juega a favor. Tampoco está mal, no siempre teníamos que perder ni ser los últimos en todas las listas. Ahora, encabezamos el mapa y nos miráis de reojo, preguntándoos cuál es nuestro secreto o incluso medio planteándoos venir a vivir aquí abajo cuando todo esto pase porque empezáis a descubrir que no sólo no está tan mal, en el sur, sino que incluso se está bien. Muy bien. Eso sí, si venís, compraos un megáfono: Os hará falta seguro en algún momento u otro porque aquí cada dos por tres tenemos que salir a la calle a manifestarnos para reivindicar aquello que es de sentido común pero que demasiado a menudo se olvida.

Todo aquello por lo que venimos luchando de hace décadas y de lo que nos quejamos, ahora nos juega a favor. No siempre teníamos que perder ni ser los últimos en todas las listas

Cuando hablamos de despoblamiento, queremos decir que nosotros en cuatro comarcas y más de 3.300 kilómetros cuadrados no llegamos a 180.000 habitantes, que podría ser un barrio grande de Barcelona. Quiere decir que en las playas del Delta paseas casi sola mientras la Barceloneta, Salou o Benidorm parecen un parque temático. Quiere decir que tenemos una densidad de población bajísima y vosotros vivís a montones. Y sí, me sabe mal, de verdad, porque creo que no os merecéis este apretamiento (ni nosotros este abandono).

Cuando reclamamos trenes dignos quiere decir que tenemos muy pocas frecuencias y que los regionales siempre van tarde y que la excepción se ha convertido en norma y la movilidad es bastante desastrosa. Y que un domingo por la mañana estaríamos mejor tomando el vermú que cortando las vías pero a veces no hay más remedio.

Cuando el paisaje nos acompaña a cada paso del día a día y nos imbricamos con él y a cuatro pasos tenemos dos parques naturales, el río que es vida y un Delta precioso (que está enfermo, no lo olvidásemos), es porque hemos tenido que hacer centenares de manifestaciones para hacer entender a los de arriba que el agua del Ebro no se pierde en el mar, que las montañas respiran y se oyen y que la naturaleza se tiene que cuidar, no combatir. El Trabucador se derrumba y ya no sabemos cómo desgañitarnos más.

Sí, estamos lejos, somos pocos y estamos mal comunicados, estamos dispersos y hace calorcito del húmedo. Quizás tan lejos que el virus ha pasado casi de largo, quizás tanto calor que no ha podido recrearse mucho y quizás somos tan pocos y tan mal comunicados que no ha sabido cómo moverse ni dónde encontrarnos. ¡Ey! pero no todo nos viene dado, que nosotras, las personas, también tenemos cierto mérito, que nos hemos portado bien y hemos respetado las recomendaciones y hemos cumplido las normativas. Y de siempre tenemos un estilo de vida sostenible con precios razonables, alquileres asumibles y kilómetro cero en muchísimos productos. No meamos colonia pero algo debemos hacer bien.

La famosa nueva normalidad nos tendría que tratar con más dignidad y apostar por el equilibrio territorial: no queremos volver a estar a la cola de los mapas que ahora encabezamos

Cuando todo esto pase y desgraciadamente el mapa se vuelva a invertir y vayamos a la cola de las estadísticas, sobre todo en inversiones, no dejéis de mirar hacia el sur, no sólo como una Catalunya insólita sino como una parte del país igual de legítima y respetable que tiene una calidad de vida ganada a pulso. No queremos estar de moda ni queremos que se nos arrincone. El término medio no tendría que ser tan difícil. La famosa nueva normalidad tendría que comportar que se nos tratara con la misma dignidad que en cualquiera otra región del país. Ningún trato diferencial, tampoco para mal.

Estamos a dos horas de coche (tres en tren, ya os aviso) y hay la misma distancia de arriba abajo que de abajo arriba. Ahora que hemos descubierto las bondades del teletrabajo, una fibra óptica desplegada con criterios de justicia social y empresarial podría hacer que algunos de los que ahora vivís amontonados podáis trabajar desde una casa cerca del Ebro y así descongestionar la capital y ayudar a la ruralidad. Tendríamos que aprovechar esta oportunidad para hacer una redistribución y apostar por el equilibrio territorial. No hace falta un trato igual, habría bastante en que fuera equitativo. Y no, no hace falta que vengáis todos al mismo tiempo, que no cabríamos. Somos un territorio acogedor y emprendedor que quiere mirar hacia adelante en positivo, aguantadnos la mirada cuando os encontréis con nuestros ojos fijos en vosotros y cuidadnos como nosotros ya tratamos de hacerlo. Que la nueva normalidad no sea como la antigua. Somos un territorio valiente y frágil. Si venís, levantad al puño y descalzaos.