Una amiga muy querida me descubrió no hace demasiado esta frase de Carl G. Jung: "El encuentro entre dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, las dos se transforman". Jordi Cuixart y Jesús Ruiz ya no serán nunca más los mismos después de haber compartido módulo durante seis meses en Soto del Real. Y nosotros, los telespectadores que nos quedamos atrapados ante la pantalla, tampoco. La entrevista que Laura Rossel le hizo el sábado en el FAQs de TV3 al joven amigo del presidente de Òmnium es para enmarcar. Os aseguro que ya me acostaba, como aquel que dice ya estaba en la cama, pero no pude separarme de la tele, de la mirada noble, la sonrisa franca y las palabras honestas de Jesús. Ahora que, sobre todo por intereses partidistas, se habla tanto de prisión permanente revisable, de cadena perpetua e incluso de pena de muerte, su ejemplo es la prueba fehaciente de que la reinserción social es posible.

Jesús fue pillado, a los veinte años, intentando viajar con varios kilos de cocaína encima, en Perú. Su testimonio sobre el día a día a una prisión de aquel país a lo largo de casi siete años fue aterrador. Celdas para ocho personas donde vivían cuarenta. Dormían tres hombres en cada colchón (o directamente en el somier) y el resto en el suelo amontonados. Enfermedades. Comidas podridas, incomestibles. La familia del prisionero, si es que puede permitírselo, tiene que pagar de su bolsillo el colchón, la comida, las llamadas. Ya lo decía Eduardo Galeano que la justicia es como las serpientes: sólo muerde a los descalzos.

Al tercer día de estar compartiendo módulo, Jordi Cuixart le hizo prometer a Jesús que dejaría las drogas que lo habían llevado al calvario del encarcelamiento, primero en el Perú y ahora en España. A cambio, él y su mujer, Txell Bonet, le regalaron un contrato telefónico a la madre del chico para que pudieran llamarse y oírse la voz. Ella no podía permitírselo por la precaria situación económica que vive. Y así ha sido: el joven está limpio. Del todo. Ya lleva sin consumir seis meses. Justo el tiempo que hace que conoce a Cuixart. Sí, como decía Jung, ha habido reacción química y se ha transformado. Las ucronías siempre me han parecido muy interesantes a la vez que un poco peligrosas por el terreno inexplorado que pisas, pero no puedo evitar preguntarme qué sería ahora de Jesús si no hubiera conocido a Jordi y también de cuestionar cómo Jordi habría pasado estos meses en la prisión sin la compañía limpia y clara de un chico que, a pesar de ser bastante más joven que él, tenía mucha más experiencia en eso de estar entre barrotes. Sus paseos juntos por el patio. Hablando de la vida, de la libertad. Hablando de su hijo, Amat, y de como le canta por teléfono y vuelve llorando después de un vis a vis. Compartiendo lágrimas los dos. Hablando en catalán. ¡Qué importante la lengua para sentirte un poco más cerca de casa! Y otra ucronía: ¿imagina cómo habría sido una entrevista a Jesús hecha en Antena 3 o Tele 5, con Griso o Quintana? Pues eso.

El encuentro entre dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, las dos se transforman", Carl G. Jung

Qué tristeza saber que Jordi Cuixart todavía está en la prisión y a la vez qué bálsamo escuchar a Jesús hablar de él de una manera tan directa y afectuosa. Fue como tenerlo entre nosotros por un ratito. Y mientras veía al joven hablando y sonriendo, me entraban ganas de abrazarlo para felicitarlo por su valor y para agradecerle haber cuidado de nuestro amigo. Jesús, ideológicamente, se mostró amablemente poco próximo a la causa que Jordi defiende y sin embargo acudió a la entrevista con el lazo amarillo bien visible, "no por política sino por mi amigo y no me lo sacaré hasta que salga". Se gastó los únicos diez euros que llevaba encima para comprárselo, nada más recuperar la libertad, ahora hace escasos diez días. Eso por sí solo, ya pone la carne de gallina pero oírselo decir justo después de que el exministro Margallo se enorgulleciera precisamente de lo contrario, de no llevar el lazo por "mi amigo Junqueras", generó todavía un contraste más demoledor.

Al joven amigo de Cuixart, durante la entrevista, se le escapó la expresión "presos de verdad" mientras se refería a los que realmente han cometido un delito y para diferenciarlos de los Jordis. "Él es inocente", repetía convencido mientras explicaba todas las canalladas que los funcionarios del centro penitenciario hacen a Jordi Cuixart para provocarlo, para esforzarse en hacerle más dura su estancia en Soto del Real, para tratar de enemistarlo con el resto de presos y para intentar tener más argumentos contra él. Un ejemplo: Cuixart recibe centenares de cartas y hay funcionarios que le hacen entrega en mano —una a una— justo antes de ir a comer, de pie, en la puerta del comedor, para generar un tapón en la cola de gente que tiene hambre y espera para entrar a comer, a ver si así alguno de ellos se enfada. Otro ejemplo: intimidar al propio Jesús para que firmara un documento contra Cuixart en el cual decía que el presidente de Òmnium le había hecho chantaje para que el 21 de diciembre votara "a su partido político". "¡Como si él tuviera un partido!", reía Jesús. Lo encerraron en una sala y lo rodearon varios funcionarios con guantes ("se ponen los guantes cuando nos tienen que pegar") y los separaron una semana, cambiando al joven de módulo, como castigo para los dos. Además, a menudo a Cuixart se dirigen a él como catalán, usando la palabra como insulto, o bien de vez en cuando lo despiertan con el himno de España a todo trapo por la megafonía de la prisión. Poco deben querer su himno nacional (ahora ya sí con letra gracias a la inestimable ayuda de Marta Sánchez) si lo utilizan como ofensa. Ya lo dice Avishai Margalit: Una sociedad decente es aquella cuyas instituciones no humillan a las personas.

Mantener el espíritu joven, el alma libre. Gracias, Jesús, por tanta alegría

Hace poco más de diez días que Jesús ha salido de la prisión. Explica que le cuesta recuperar la vida que no recuerda que era suya. Y es que hasta ahora su normalidad ha sido la prisión y todavía se siente desubicado rodeado de horizonte y de tanta libertad. Su madre cobra 400 tristes euros de pensión y él no tiene trabajo y eso lo preocupa. ¿Y sabéis quién lo esperaba en la puerta de Soto del Real el día que salió? Txell Bonet. Cuánta decencia, por favor. Y el mismo fin de semana que Jesús explica su ejemplar testimonio y que los pensionistas y docentes salen a la calle, el rey Felipe VI y su familia esquían tan felices. Cuánta miseria, por favor.

Jesús Ruiz busca un trabajo. Perdonad si ahora me pongo en donde no me llaman, pero a mí, como socia de Òmnium, me gustaría que la entidad lo pudiera contratar. Seguro que hay tareas que puede hacer con mucha profesionalidad y humanidad. Jesús explicó como en la prisión él intentaba llevar su tristeza haciendo reír a los otros. Mantener el espíritu joven, el alma libre. Gracias, Jesús, por tanta alegría. Coraje y suerte para seguir viviéndola y compartiéndola. Saldrás adelante. De hecho, ya has salido adelante y nos has dado un poquito de paz. Gracias.