Poco se habla de Abrahán Joshua Heschel (1907-1972), filósofo judío interesado en la justicia y la compasión como motores del pensamiento. Es uno de aquellos hombres que han dejado no solo neuronas en forma de libros, sino un legado que podría ser más compartido más allá del judaísmo.

Su Dios tiene que ver con la paz y la guerra, las desigualdades raciales, la educación y es un Dios que actúa y reacciona, un Dios con pasión (God of pathos). Nació en Varsovia, estudió en Lituania y en Berlín, pero se trasladó en 1940 a Estados Unidos, forzado por el auge del nazismo que terminó con su familia. Mataron a su hermana Esther en un bombardeo, y las otras dos hermanas y la madre murieron en los campos. Para él, ya en Estados Unidos, volver a Alemania, Austria o Polonia significaría que cada piedra, cada árbol, le recordaría el "menosprecio, odio, niños asesinados, madres quemadas vivas y seres humanos asfixiados".

Su Dios tiene que ver con la paz y la guerra, las desigualdades raciales, la educación y es un Dios que actúa y reacciona, un Dios con pasión

A los pocos años ya era un adolescente excepcional y era reconocido por su conocimiento talmúdico y su destreza con los textos sagrados. No tuvo inicios fáciles en América, lo consideraban excesivamente místico y no tuvo la bendición rápida de los maestros judíos del momento. Con todo, solo cuatro años después de vivir allí ya había publicado y conseguido ser un profesor reconocido y admirado. Fue bien acogido por teólogos protestantes de la talla de Reinhold Niebuhr y fue consultor en el Concilio Vaticano II porque las organizaciones judías americanas decidieron que era el mejor rabino para ir a la asamblea. Consiguió que algunas expresiones de menosprecio a los judíos desaparecieran de la liturgia católica. El cardenal Agustín Bea vio rápidamente su valía e hizo que pudiera conversar privadamente con Pablo VI. La declaración vaticana Nostra Aetate de 1965, en la que el Vaticano demuestra interés y fraternidad con las otras religiones, tiene ineludiblemente la huella de Heschel.

Para él los prejuicios y la plegaria no podían anidar en el mismo compartimento, ni la observancia religiosa tiene sentido si no acaba con consecuencias prácticas. Edward Kaplan, que ha estudiado su obra, destaca la "sensibilidad espiritual" como incitadora del activismo progresista.

Un hombre comprometido como él no podía no implicarse en los derechos civiles americanos. Conoció a Martin Luther King, se unió al movimiento contra la Guerra de Vietnam y dijo una de las frases más proféticas del momento: "En relación con las crueldades cometidas en nombre de una sociedad libre, algunos son culpables, mientras que todos somos responsables". Heschel murió de un ataque cardiaco la noche del Sabbat del 23 de diciembre de 1972.

Heschel se pregunta si sabemos realmente quiénes somos: "La ignorancia sobre el hombre no es falta de conocimiento, sino falso conocimiento". Ante la hipotética pregunta de sí preferiría convertirse al cristianismo o morir en Auschwitz, no dudaba sobre la segunda. Fiel a sus convicciones, este rabino es uno de los primeros intelectuales en ser citados públicamente por un papa. Fue Pablo VI, que hizo referencia a una de sus frases: "Antes de que el hombre busque a Dios, es Dios quien nos busca a nosotros".

Ahora nos parece habitual oír líderes citando en sus discursos a personas que no son de su equipo. Para una Iglesia católica que rogaba por la conversión de los judíos y todavía decía que fueron los autores de la muerte de Jesús, el paso adelante de Pablo VI es innegable y sitúa a Heschel en una visibilidad necesaria.