Se naturalizan discursos discriminatorios y "nadie hace nada". Es una frase que se filtra con facilidad y que no es cierta. En el caso concreto de la islamofobia, por ejemplo, en Catalunya la denuncia empieza a ser una praxis habitual, aunque nos movemos todavía en un panorama de infradenuncia por miedo a represalias o desconocimiento. Se ha creado un Observatorio de la Islamofobia en Catalunya (ODIC) que centraliza las denuncias que tienen lugar en el territorio catalán, especialmente lo que denominan islamofobia de calle o islamofobia "trivial". Todo acto de discriminación, pero también actitudes hostiles o perjuicios ejercidos por una persona por el hecho de ser musulmana y percibida como tal pueden ser objeto de denuncia, así como discursos que fomentan o normalizan estas prácticas. El nuevo informe sobre la islamofobia que se acaba de publicar deja patente que "nada hace predecir que, en los próximos años, el espectro de la islamofobia deje de amenazar las sociedades europeas. 2021 no nos ha traído ningún cambio de paradigma, ningún punto de inflexión, ninguna mejora significativa, ni a Catalunya ni al resto del Estado y de la Unión", constatan. De hecho, el informe demuestra cómo los discursos discriminatorios explícitos que emanan de los partidos de extrema derecha se encuentran cada vez más naturalizados, y condicionan los debates públicos que cogen protagonismo en los parlamentos y medios de comunicación. En el caso español, la llegada de VOX a gobiernos autonómicos como Castilla y León parece la antesala de futuras coaliciones de gobierno todavía más ambiciosas; en otros países de la Unión, como Hungría, Polonia o Eslovenia, este discurso ya ha asumido responsabilidades de gobierno. Los clichés contra la diversidad, por lo tanto, se han institucionalizado.

Es un acierto que este informe explicite que la islamofobia no es únicamente "un pliego de principios abstractos que imponen estigmas sobre determinados colectivos". Es, por el contrario, un dispositivo de racialización de estos mismos colectivos, y configura y justifica así un conjunto de discriminaciones que sufren los musulmanes, sospechosos no tanto por aquello que hacen o dejan de hacer, sino en el fondo por aquello que son. Te discrimino por lo que eres, no por lo que haces. El informe es partidario de potenciar las denuncias para romper impunidades establecidas. La visibilización y la denuncia son poderosos mecanismos de empoderamiento. Asistimos a una toma de conciencia, en particular por parte de los miembros de las comunidades musulmanas de Europa, que están siendo víctimas de un conjunto específico de discriminaciones por razón de su confesión religiosa.

Los mecanismos efectivos para luchar contra lacras discriminatorias pueden ser, aparte de la evidente tarea educativa, ética, cívica y de sentido común, crear manuales de buenas prácticas y sanciones estrictas a los infractores en una lucha que, sin esta implicación, está condenada a ser residual. El SAFI (Stop a los Fenómenos Islamófobos) y las asociaciones contra el racismo hacen su trabajo. Erradicar la idea falsa de que el islam es una religión foránea, migrante y sin raíces catalanas no es exclusividad de ellos. Las administraciones, los medios de comunicación, la escuela y también las otras religiones tienen mucho que decir.