Taylor Dumpson, la primera chica afroamericana que ha conseguido ser la presidenta de los estudiantes de la prestigiosa American University de Washington con sólo 21 años y que tiene una flamante carrera de Derecho por delante, ha tenido que aguantar insultos como "gorila" o "vuelve a tu país" por parte de enemigos anónimos y troles racistas. Centenares de personas la han insultado en el entorno digital pero también en el campus de su universidad. Con su madre delante y un grupo de estudiantes y profesores que la acompañábamos este jueves a Chicago mientras recibía un premio por su coraje, he podido escuchar cómo Taylor Dumpson leía en voz alta y poco a poco algunos de los repugnantes mensajes que recibe, todavía ahora, en las redes sociales; pero también el contenido espantoso de carteles que vio después de ser escogida en un cargo que era una alegría y un motivo de orgullo para ella, por su comunidad pero no por los supremacistas blancos racistas. Individuos de la extrema derecha americana, que amparados con la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, hacen lo que quieren e insultan a diestro y siniestro desde la pretendida libertad de expresión, como si esta fuera un mandamiento que pasa por encima de la dignidad humana o de la protección de las personas.

"Coge la soga y come plátanos de los árboles" o "querría que estuvieras muerta". El motivo de los insultos que los supremacistas blancos, la gran plaga que asedia todavía a estas alturas los Estados Unidos, es simplemente que no pueden aceptar que una chica como Taylor llegue a representarlos. Taylor Dumpson, en un discurso que muchos pocos políticos sabrían trabar tan bien, ha recibido el premio en Chicago en el marco del Simposio sobre Ética Digital de la Loyola University, donde se ha puesto el acento en el extremismo violento en las redes sociales, un odio que va en aumento.

Dumpson, una chica que intenta llevar una vida normal y que sueña, como cualquier joven a su edad, nunca se habría imaginado que su alegría por ser la delegada de los estudiantes podría desembocar un odio y una rabia tan grandes. El odio se extendió por las redes sociales de manera anónima, pero también en su entorno físico. Los meses que siguieron fueron una pesadilla: de hecho pesa la mitad de su peso habitual, ha sufrido ansiedad y su salud anímica, física y espiritual se ha visto seriamente amenazada.

La presión contra Dumpson se vio alimentada no sólo por anónimos, sino por un activista racista con nombre y apellido que se llama Andrew Anglin.

En los Estados Unidos es urgente romper los guetos que todavía imperan en una sociedad que importa la democracia y la libertad pero que por coherencia y justicia tiene que hacer las paces con sus contradicciones internas

Taylor es una mujer joven negra y lista que no piensa encogerse por| la prepotencia de nadie. La tenacidad de Taylor es la prueba de que ante las amenazas, la protesta es necesaria y puede conducir incluso a conseguir una disculpa personal por parte del instigador del odio en línea, la cabeza de una web neonazi que se llama The Daily Stormer y que se dedica a propagar odio contra judíos y también contra afroamericanos, especialmente mujeres.

Taylor Dumpson ahora estudia en otra universidad y cuando le pregunto dónde está ahora no me quiere decir el sitio por miedo de las amenazas. Consigo, eso sí, su correo electrónico para poder enviarle este artículo que estoy escribiendo y celebro que una Universidad como Loyola Chicago, de los jesuitas, haya sido la primera en darle un premio por la promoción de la justicia social en entornos digitales. Taylor Dumpson estudia Derecho y quiere vincular su futura carrera a defender los derechos humanos en un entorno digital que a menudo genera odio y propaga la antipatía por los otros, no sólo por sus ideas sino por su existencia.

En los Estados Unidos es urgente romper los guetos que todavía imperan en una sociedad que importa la democracia y la libertad pero que por coherencia y justicia tiene que hacer las paces con sus contradicciones internas, urgentemente con el racismo y el clasismo dominantes.

La buena noticia es que su agresor ha tenido que pagar, pedir perdón mirándola en la cara, seguir unos cursos contra el odio (hate speech) por Internet, y completar unos seminarios sobre género y raza impartidos por agentes sociales. ¿No cambia nada? No lo sé. El culpable ha perdido dinero y tiempo y ha tenido que mirar a otro ser humano en la cara y pedir perdón. Como Taylor Dumpson explicó en una entrevista en la CNN, "aunque seas un neonazi, aunque seas un supremacista blanco, pienso que no toda la vida lo serás".