El cristianismo no es una religión segura. "Tendría que haber una advertencia en materia de salud". Lo escuché atentamente esta semana y pensaba que no lo había entendido, pero no había espacio a equívocos: quien lo pronunciaba es uno de los teólogos más eminentes vivos, Thimoty Radcliffe, que ha estado en Barcelona, invitado por la Fundació Maragall. Este dominico británico, antiguo general de la orden de Predicadores, está convencido de que si realmente se explica la arriesgada aventura del cristianismo, algunas personas tendrán miedo y huirán, pero nadie rechazará el cristianismo por ser "aburrido". La manera de hacerlo es que la Iglesia implique a las personas "invisibles".

El cristianismo solamente será esencial si los creyentes demuestran que entienden la frustración y la ira que perturba a tantas personas. De no hacerlo, no escucharán. Sin embargo, hay que desafiar algunas de las conjeturas en que se sustenta esta cultura populista. De no hacerlo, lo que se diga no tendrá ningún efecto. Si las religiones no son cerca de la gente, ¿por qué motivo la gente tendría que escucharlas?

Necesitamos un lenguaje que sea práctico, próximo a la experiencia de la gente y que también esté abierto a lo trascendente, explica.

Por lo tanto, en primer lugar, los cristianos tienen que demostrar que están cerca de las personas que se sienten "abandonadas". En sus iPhones, avistan un mundo de riqueza y privilegios del que están excluidos. No tienen ni voz ni futuro. Las protestas de los "chalecos amarillos" simbolizan este sentimiento de invisibilidad.

Las alternativas a ser escuchado también pueden ser una causa destructiva, como el Estado Islámico (ISIS), que atrajo a muchos jóvenes conversos con sus exigencias simples y absolutas.

El cristianismo solo será atractivo para aquellas personas que se sienten inútiles e invisibles y si se les pide cierto heroísmo. Si se vende el cristianismo como un pasatiempo inofensivo que no exige mucho, ¿por qué molestarse a formar parte de ello? El dominico Radcliffe argumenta que la búsqueda de la identidad y el miedo a la diferencia son dos retos. Tradicionalmente, hemos encontrado la clave de la identidad en nuestro género, nuestra familia, nuestra clase social, nuestra geografía y nuestra religión. Hoy día, todas estas identidades son más frágiles.

Era reconfortante oírle decir que "nuestra identidad como cristianos es provisional. Pero eso es nada más el comienzo. Todavía no se ha revelado quiénes seremos. Somos un pueblo de peregrinos".

Excluir al extraño es huir de la persona en que yo me convertiría si estuviera con él. Es la exclusión de una dimensión de mi propia identidad que todavía no se ha desplegado

Si tu identidad está totalmente definida, un extraño será visto como una amenaza. ¿Qué hace este extranjero a mi país? ¿Por qué este musulmán practica su religión en mi tierra cristiana? Pero para el cristianismo, es gracias al desconocido que descubro una nueva faceta de mi identidad. Descubro con él o con ella que soy una persona nueva. Dios generalmente aparece en la Biblia como un extraño, ya sea en el desierto cuando se le aparece a Abraham y Sara, o a los discípulos en el camino a Emaús.

Excluir al extraño es huir de la persona en que yo me convertiría si estuviera con ellos. Es la exclusión de una dimensión de mi propia identidad que todavía no se ha desplegado. De esta manera, el cristianismo responde a esta búsqueda de identidad diciendo: sí, sabes quién eres. ¡Pero no del todo! La identidad se te asigna, pero siempre sigue siendo algo por descubrir. Ser completamente humano es no saber quién eres del todo. Esta visión de una identidad en construcción es una idea que desestabilitza mucha gente.

Por lo tanto, el desafío de la religión en esta época de incertidumbre es la exploración de la tensión entre nuestra identidad conocida y por conocer, asignada y por descubrir. La gestión de esta tensión dinámica nos obliga a enfrentarnos con la diferencia. Este miedo a la diferencia alimenta el surgimiento del fundamentalismo y de los partidos populistas.

El placer de la diferencia se encuentra en el ADN del cristianismo. No es un bloque monolítico y homogéneo.

Radcliffe no tiene miedo a afrontar los temas que preocupan a las personas y admite que a veces la misma Iglesia "cede a la tentación de ofrecer una fe superficial", no simple sino simplista. No tenemos nada valioso para ofrecer a menos que nos enfrentames con la complejidad de la experiencia humana. Y pone ejemplos: Estar casado, amar a otra persona a lo largo de la vida, vivir tu condición sexual, sufrir enfermedades y morir. Todos estos son temas complejos. Demasiado a menudo, en sermones y documentos, escuchamos banalidades que "resbalan por encima de la rica complejidad de la vida humana". La vida es compleja y toma sentido viviéndola, y amando.

Otro dominico ilustre amigo del padre Radcliffe lo expresa muy bien. "Si amas, puedes acabar herido o incluso asesinado. Si no amas, ya estás muerto".