"La adicción del novelista es ver paralelismos y crear nexos"
Martin Amis

Les escribo en Sant Jordi, una celebración para mí muy especial, aunque me lean con la resaca de las paradas. Mi primer noviete, allá por los ochenta, fue un catalán de dos apellidos al que debo entender de corrido la lengua, y que me traía rosa cuando nadie sabía en el norte de qué iba esa vaina. Yo quería el libro, a ver si me entienden; lo de los sexos se arregló después. Y el 23 es el cumpleaños de mi padre, al que acabo de hacerle soplar 85 velas. Él es el responsable del frenesí por el Jorge en mi familia. Si llego a nacer chico, me habría llamado Jorge y si la hermana que me sigue hubiera sido chico, sería Jorge y mi hermana pequeña fue el "Jorgito" que esperábamos hasta que la naturaleza dijo otra cosa, por lo que no fue hasta mi primer sobrino, que se llama Jorge, que superamos con nota la fijación. Una obsesión familiar, ya ven. Un día especial y libresco en el que además celebro con mi pareja aniversario. ¿Qué no será para mí el 23 de abril? También soy escritora y lectora irredenta, así que Sant Jordi forever.

Tal vez por eso tengo los sentidos bien despiertos y, como todo lector adiestrado, sé que la literalidad es un páramo cuando la profundidad del texto puede llevarnos a otras cimas. Algún día hablamos de literatura, que no de ese mercado del objeto libro que no deja de ser una aberración comparable al turismo aniquilador por el que protestaban estos días los canarios. También sé que para leer como un escritor hay que entrenarse, y por eso he estado leyendo cosas muy interesantes en la actualidad. Como la lectura de las elecciones vascas, que no sólo nos deja claro que el 70% de los vascos es soberanista, sin prisas pero sin pausas, sino la evidencia de que el PNV queda amarrado ya a Sánchez para los restos de legislatura, como si de boda antigua se tratara.

En esas circunstancias, el único que conserva el botón para detonar la legislatura es Puigdemont. ¡Eso lo sabe todo el que no está ciego! Hasta los más devoracatalanes de Madrid son conscientes de que la gran esperanza blanca para desmontar "el sanchismo" la representa el que hasta hace unos días llamaban "el prófugo". En este contexto, siempre el contexto, escucho a Feijóo declarar que "nosotros no tenemos ningún interés en que la gente esté en prisión". Mensaje cifrado a las claras. Ya les he explicado otras veces que el PP por no tener no tiene ni que llamar a los jueces, les basta con dejar caer el recadito. ¿Ven lo que les digo?

Está la cosa como para meter las narices en una novela y no salir en una temporada... o nunca

También compruebo que el Constitucional avala la candidatura de Puigdemont: ¡cómo si en otro contexto no hubieran faltado voluntarios para aprovechar lo del empadronamiento para impedírselo! Mensaje cifrado a las claras. Los socialistas que no le quieren tocar las meninges y la derecha que le hace carantoñas, a sabiendas de que no andan lejos en lo ideológico y de que no es tan loco pensar que estén hartos de Sánchez, que, como es palmario, depende exclusivamente de Puigdemont para seguir en el gobierno. Las elecciones vascas siempre fueron un juego de niños al lado de la trascendencia de las catalanas. Ya lo verán.

Justo el día de Sant Jordi ha decidido también un juez de la Audiencia Nacional reabrir el caso del espionaje al móvil del presidente del Gobierno, ese asunto que judicializaron con la expectativa de que durmiera el sueño de los justos o de los injustos. Ahora resulta que el juez Calama ha recibido una orden europea de investigación (OEI) emitida por las autoridades judiciales de Francia que incorpora una investigación por múltiples infecciones con el software Pegasus incluido el móvil de Macron. Así que con los datos técnicos que esta incluye ha reanimado la causa por ver qué pasó con los españoles. Sólo recordar que Macron ya acusó directamente a Marruecos de este espionaje. ¿Y si Calama llega así a algún sitio donde puede que no se quisiera llegar? ¿Y si hay que reinterpretar tantas cosas a la luz de lo que arroje esa investigación?

Los pequeños detalles que va sembrando el autor inteligente son los más decisivos. Sólo el lector habituado está capacitado para seguirlos. A los jueces se les ha largado Karim Bouyakhrichan, el líder de la Mocro Maffia, esa que está a punto de convertir en un narcoestado a Holanda y que osó amenazar a la heredera del trono que pasó tiempo refugiada en nuestro país. El error, la descoordinación o la cagada. No es la primera vez. Un "error" de una juez de Alicante también obligó a soltar a todos los miembros de la mafia rusa considerados muy peligrosos por la policía. Como dije en su día o son errores de bulto, y debemos hacer frente a tal chapuza, o algo turbio se cuece cuando las mafias, todas y de todos los colores, se hacen fuertes en nuestro territorio, en la costa Mediterránea y hasta en Gijón. Las mafias viven de corromper. Los errores con las mafias deben, como poco, entrar en la materia de lo sospechoso. La independencia jurisdiccional no puede cubrir como un manto posibles agujeros negros. ¿Para cuándo una unidad de asuntos internos del CGPJ que averigüe si tantos fallos que benefician a mafiosos son sólo casualidad? La fuga de El Negro le costó en su día una querella por prevaricación de la Fiscalía a tres magistrados de la AN. Aquello fue provocado por un revuelo político, pero ahora ni revuelo ni investigación, nada.

Y, por último, tenemos el folletón de la Fiscalía y el particular de Ayuso. Dejando a parte los chanchullos y presuntos delitos del particular, la filtración de correos entre un abogado y un fiscal y la eventual participación de la FGE en ella está desgarrando no sólo al ministerio público, sino hasta a la asociación progresista de fiscales, cuyos miembros han mostrado su discordancia respecto a la postura a tomar. Dos fiscales están querellados. ¿Quién investiga al investigador? ¿Puede la Fiscalía investigar a los fiscales o el fiscal general puede impedir que se intente saber qué ha pasado? Ese es el mar de fondo, que terminará, si no me equivoco, con la admisión de la querella y la investigación judicial sobre lo sucedido. El mensaje cifrado en este caso anuncia más problemas que les iré contando.

Está la cosa como para meter las narices en una novela y no salir en una temporada... o nunca. No sé si les he confesado alguna vez que yo de jubilarme me jubilaré dentro de mis libros. Y es que lo mío con Sant Jordi y con los libros es un romance sin fin, el amor verdadero.