Una de las cosas que más me sorprendió cuando fui a vivir al Reino Unido es que miden el mundo de una forma diferente a como lo hacemos nosotros. Aunque conocen el sistema métrico decimal, lo usan muy poco (por no decir nada) en la vida diaria. Prefieren utilizar medidas como la pulgada (inch), el pie (foot/feet) o las piedras (stones) para medir longitudes y pesos. La consecuencia inmediata de mi inmersión en la vida diaria británica es que tenía que hacer la conversión de medidas al sistema métrico decimal si quería saber de qué tamaño tenía que comprar los manteles, qué altura tenía una persona y cuánto pesaba un bebé que había tenido una compañera de trabajo... El sistema de medidas es nuestro marco de referencia sobre la realidad en la que vivimos y es, incontestablemente, una señal de nuestra habilidad cognitiva. Necesitamos medir el mundo para poder vivir en él.

Aunque las medidas del Reino Unido nos parezcan ajenas, de hecho, están estandarizadas y tienen siempre el mismo valor, así que no son tan diferentes y podemos hacer una translación directa al sistema que nos es más conocido. Sin embargo, el nombre de pulgada y pie nos indica que inicialmente las medidas estaban basadas en una distancia corporal. Los humanos usamos nuestro cuerpo para medir desde épocas ancestrales y las medidas basadas en distancias de elementos de nuestro cuerpo las encontramos en muchas culturas, incluyendo la nuestra. ¿Cuántas veces hemos medido una mesa en casa con la mano tendida y habéis dicho "esta mesa mide 4 palmos"? ¿O decimos que tienes que poner un "pellizco" de sal en una receta? ¿O hablamos de coger un puñado de cerezas? Y todos entendemos que no es una medida extrapolable a todo el mundo (cada mano es un poco diferente en longitud y volumen), pero la medida es relativamente exacta, ya que nos da un rango de medidas que nos guía dentro de nuestras actividades, que no hace falta que sean exactas, pero sí precisas.

La capacidad y el interés en medir es inherente a la evolución de los humanos. Solo los humanos tomamos medidas de cualquier parámetro o entidad que pueda ser medible haciendo la comparación con un referente, de modo que no solo nos orienta, sino que, además, lo podemos comunicar a los otros humanos de manera que les sirve de orientación. Para cazar y comer, para andar o trasladarnos, para encontrar un tesoro o la entrada de una cueva oculta, necesitemos medidas, sean el número de pasos o los días de camino.

El sistema de medidas es nuestro marco de referencia sobre la realidad en la que vivimos y es, incontestablemente, una señal de nuestra habilidad cognitiva. Necesitamos medir el mundo para poder vivir en él

A pesar de que una escala basada en docenas sería más fácil numéricamente (ya que es divisible por 2, 3, 4 y 6), es evidente que utilizamos la escala métrica decimal porque tenemos 10 dígitos. Desde bien pequeños, nos es más fácil contar si lo hacemos con los dedos e, incluso de adultos, los utilizamos para enfatizar la enumeración de cuestiones importantes cuando hablamos en público. Nuestro cuerpo está tan integrado en nuestro conocimiento del mundo que cuando hablamos de medidas corporales, da lo mismo que sea un palmo como un codo, todos nos entendemos. Pero nos podemos preguntar: ¿cuán común es en las diferentes culturas del mundo utilizar los elementos del cuerpo para medir? Esta pregunta la han intentado responder unos investigadores que acaban de publicar en Science su análisis sobre 186 culturas diferentes, y demuestran que las medidas basadas en el cuerpo humano están generalizadas en muchas culturas. Teniendo en cuenta que el cuerpo humano y el cerebro y habilidades cognitivas han variado muy poco en los últimos centenares de miles de años, esta es una conclusión esperable. Pero los investigadores han ido más allá, y han hecho una recopilación de las diferentes medidas y cuáles son las más usadas (por lo tanto, cuáles son más útiles). De todas las medidas corporales, las más utilizadas son la envergadura (distancia entre los brazos y dedos totalmente extendidos, talmente como se utiliza en las aves), el palmo (nuestro palmo), el cúbito (la distancia entre la punta del dedo más largo de la mano y el codo), el brazo (desde la punta de los dedos hasta el hombro), cada una de estas medidas se utilizan de forma habitual en aproximadamente un 20% de las culturas estudiadas, por el contrario, el pellizco solo es usado en un 3,2% de las culturas (probablemente es una medida bastante restringida a la cocina).

Ahora bien, ¿cómo es que, aunque el mundo globalizado tiene el sistema métrico decimal como medida global, en cada población y comunidad se siguen utilizando las medidas corporales para las cuestiones del día a día? La respuesta, quizás un poco sorprendente (o no tanto, si lo pensamos bien), es porque todavía nos son muy útiles para los trabajos personalizados. Los investigadores han utilizado una recopilación de los contextos en que las diferentes culturas hacen las medidas corporales en lugar de las estándar, y todas tienen que ver con la realidad diaria. Una de las principales razones es la ergonomía. Muchas herramientas son ergonómicas y tienen que referirse con respecto a la parte humana que la tiene que utilizar. Por ejemplo, yo me quejo de que en este mundo global la mayoría de las tijeras de cocina no están pensadas para mi mano (son demasiado grandes y no puedo hacer bien la palanca necesaria para cortar), mientras que si voy a una cuchillería, encuentro todos los tamaños posibles de tijeras de coser, perfectamente pensadas para muchas manos diferentes. No miro la longitud de las hojas de la tijera, la medida es mi mano, cuál me va bien, y cuál no. Si vais a esquiar, la norma básica es que te tienen que dar aproximadamente los esquíes con la medida de vuestra altura y modificarlo un poco según vuestra pericia, porque a los niños no les puedes dar los mismos esquíes que a los adultos, y a una persona inexperta le tienes que dar unos esquíes que pueda controlar, y al final, se trata de adaptar la herramienta a los tamaños corporales de quien lo tiene que utilizar. Y aunque quizás no sois aficionados al tiro con arco, el mejor tratado de arquería de arcos largos —escrito en tiempo de Eduardo IV de Inglaterra— daba como medida perfecta la altura de la persona más su fistmele (el puño con el pulgar extendido). Un arco tenía que ser extensión del humano y, por lo tanto, tenía que ser totalmente personalizado. En las culturas que utilizan el kayak (como los inuits de Groenlandia), se dan instrucciones precisas de cómo se tiene que construir usando las medidas del cuerpo de la persona que lo tiene que conducir de forma eficiente.

Una segunda razón es por su utilidad en movimiento, como las medidas de las redes o las cuerdas, que dependen de quién las tiene que mover o doblar. La tercera razón es bastante obvia, la comodidad y accesibilidad: no siempre tenemos un metro desplegable al lado para tomar medidas en casa; entonces, por ejemplo, utilizamos nuestro palmo. Otra razón es la adaptación a circunstancias específicas y un contexto concreto. Yo he oído a mi abuelo decir que una determinada partida del suelo hacía "tantos" jornales (es decir, el equivalente de la jornada de trabajo de una persona, ya que antes se pagaba por jornada), pero todo el mundo sabía que el jornal (la medida) dependía del terreno, ya que no es el mismo en secano que un trozo de tierra en la montaña; no es lo mismo recoger uva de forma manual en la plana, que en bancales a diferentes alturas. Los nativos de las islas Nicobar (entre la India y Malasia) van de isla en isla en canoa y cuentan las distancias dependiendo de cuántos cocos tienen que beber su leche (con gran capacidad de hidratación) para ir de un lugar a otro. Dentro de cada comunidad, este conocimiento es compartido y mucho más eficiente que la distancia lineal medida en metros o las áreas medidas en metros cuadrados.

Como veis, a pesar de tener medidas estandarizadas que todos utilizamos, perfectamente idénticas por todo el mundo y muy útiles (¡claro está!), los humanos todavía utilizamos medidas derivadas de nuestro cuerpo para guiarnos en nuestras tareas diarias, y estos referentes forman parte de nuestra cultura. Sería bueno de no perderlas porque llevan miles de años acompañando nuestra comunidad. Además, es un tipo de medida que nunca nos faltará, tengamos o no utensilios perfectos para medir. Sería muy interesante saber si, en el pasado más lejano todavía, nuestros ancestros utilizaban las mismas medidas que las culturas actuales. No lo sabemos, pero es probable que cada comunidad y población utilizara aquellas medidas que les fueran más útiles, según las necesidades de su día a día. ¡La capacidad humana y la inventiva para medir nuestro mundo es increíble!