Esta semana, TV3 nos ha regalado otro programa sobre un ilustre señor del Futbol Club Barcelona. Por la periodicidad, el acontecimiento va camino de convertirse en la versión nuestra de la retransmisión del Concierto de Año nuevo de la Filarmónica de Viena. Esta vez, el honorable personaje fue Josep Lluís Núñez, presidente del Barça en la época del dream-team y condenado inicialmente a seis años de prisión por el caso Hacienda.

La providencia hizo que enganchara el anuncio del documental, que no he visto ni ganas tengo, unos días antes de que el equipo de waterpolo femenino del Club Natació Sabadell jugara la final de la Euroliga. Aunque el Sabadell acabó perdiendo la final en los penaltis, está bien recordar que tiene cuatro Euroligas y es el dominador absoluto de la división de honor español —rebosante de equipos catalanes— con 15 ligas en el saco. El equipo cuenta con la mejor jugadora de Europa, la portera Laura Ester Ramos, y con dos que lo han sido en años anteriores, Maica Garcia y Anni Espar. Deportistas, todas ellas, que han conseguido mundiales, europeos y medallas olímpicas con la selección española, también repleta de catalanas. Si le sumamos el hecho de que, a excepción de los grandes clubs, y aun así, el waterpolo catalán suele funcionar más por la voluntad de quien ama el deporte, que suele competir con un zapato y una alpargata, se puede empezar a captar la magnitud de la hazaña.

Viendo que el deporte catalán lo peta muy fuerte, tanto en asociacionismo como en éxitos, estoy segura de que el caso del Sabadell y el waterpolo se puede aplicar en tantos otros clubs y disciplinas deportivas de aquí. Me pregunto, pues, por qué TV3 no nos ofrece más a menudo la oportunidad de conocer, en horario de máxima audiencia, todas estas historias que configuran un buen retrato del país y de su práctica deportiva, y a la vez son un reconocimiento a toda aquella gente —pequeña y grande; hombres, mujeres y gente no binaria—, que dedica esfuerzos y horas. Sé que alguien me dirá que ya se hace eso en Esport 3, pero ya nos entendemos. Basta, por favor, de dedicar minutos a un grupo de señores que vemos incluso en la sopa y que, al más puro estilo bro (hombres que entre ellos son muy amiguis), nos explican anécdotas graciosas de otros excelsos bros.

Me pregunto por qué TV3 no nos ofrece más a menudo la oportunidad de conocer todas estas historias que configuran un buen retrato del país y de su práctica deportiva

Alguien más me dirá que está claro, el fútbol en general y el Barça en particular venden y dan audiencia. Yo les contestaré que fantástico. Que tengo entendido que TV3 es aquella cadena que programa en horario de máxima audiencia, a competir con Évoles, fútbol y Anas Pastor, documentales sobre los animales del zoo o sobre personas que se suicidan en China; que los sábados por la noche, de las diez hasta que el sueño te abate, te planta el grandísimo FAQs, y que tiene unos informativos que son líderes indiscutibles y con unos profesionales que montan un pollo cuando les imponen bloques electorales.

No puedo entender, pues, cómo esta misma cadena es tan tímida a la hora de revelar al gran público diferentes realidades deportivas. Tampoco como es capaz de programar en los telediarios bloques deportivos que, a diferencia del resto de noticias, tienen reservados siempre los mismos minutos en pantalla. Donde, para más inri, parte del tiempo lo suele ocupar información corporativa de los grandes clubs de fútbol masculino, mientras se dedica un misérrimo 4% del tiempo al deporte practicado por mujeres.

Con todo, la sensación que tenemos en casa es que el Barça femenino de fútbol sólo juega un partido a la temporada: una semifinal de Champions contra el PSG o unos cuartos contra el Lyon. También que los jugadores catalanes de hockey patines que dieron a la selección española el campeonato del mundo el año pasado son así de buenos por ciencia infusa, porque el resto del año ni entrenan ni juegan. Eso sí, de si Messi es feliz en el Barça, de si el equipo ha entrenado a puerta cerrada, y de lo graciosete que era Núñez cuando decía pulutant mientras iba sobornando a gente para ahorrarse pagar dinero al erario público, sabemos suficiente para escribir un libro.