Hasta ahora el caso de los papeles de Panamá es una mezcla de legalidades con muy poca moral, inmoralidades legales, defensores de la moral distraída de los ricos que se la pueden pagar y apologetas del fraude como manera de denunciar los despilfarros. Y, por allí en medio, usted y yo empezando a hacer la declaración de la Renta. Más o menos.

Total, que Mario-Bertín Conde y Soria (concepto que une el despropósito) un día reabrió una empresa en el barrio suizo de Panamá para poder devolver el dinero que tenía allí guardado de cuándo a mediados de los años 90 del siglo pasado hacía un programa de TV que se llamaba "En tu empresa o en el canal mismo". Bueno, o más o menos...

Y entonces, cuando a Mario-Bertín, sobre todo por la parte de su segundo nombre, le recriminaron que tuviera una offshore (por cierto, qué palabra más bonita) en un paraíso fiscal que, según el ministro de Justicia no era mucho paraíso fiscal porque es que -¿sabe qué pasa?- allí tienen otra cultura, él se enfadó mucho. Y defendió que aquello era legal. Y lo era. De moral no dijo nada. En cambio sí que dijo que sólo faltaría con no poder tener una empresa legal en un paraíso fiscal legal (pero que tampoco lo era tanto) para poder avalar un préstamo con el que poder pagar una deuda anterior con Hacienda. Bueno, o más o menos...

(Y ahora una pequeña pausa, que nos amenizarán las contorsionistas chinas del Circo Junior haciendo el triple mortal con escorzo lateral mirando a Liechtenstein)

Recuperamos el hilo justo en el instante en que el pobre Mario-Bertín se daba cuenta de que era un incomprendido. Sobre todo por la parte de su primer apellido. No sólo estaba haciendo una cosa totalmente legal para pagar una ilegalidad anterior sino que, billete a billete, estaba devolviendo unos millones que vivían fuera y que, pobrecitos, estaban añorados. A ver, una cosa, y el buen hombre tenía razón: ¿críticas por llevarse el dinero y críticas también para devolverlo al país que lo había visto nacer? Sí, para devolverlos al propio bolsillo, pero para devolverlos. ¿O no? Entonces, si repatriaba unos cuantos millones, ¿cuál era el problema? ¿Ah, que esta pasta sí que era ilegal? Bueno, o más o menos...

Pero Mario-Bertín también era un incomprendido por la parte de su segundo apellido, Soria. Había visto como en un diario que, en teoría, era de los suyos-suyos, el caso que le afectaba aparecía muy grande. Mucho mayor que en los diarios de izquierdas que esperaban alguna cosa parecida a la suya para poder sacar la procesión en pleno. ¿Qué había pasado para que Mario-Bertín Conde y Soria, sobre todo ahora por la parte de su segundo apellido, cayera en esta curiosa e inesperada desdicha? Bien, pues que el tema también se aprovechaba para apartarlo de posibles sucesiones internas en su partido en caso de descalabro del número 1 del momento. Bueno, o más o menos...  

En resumen, un batiburrillo multitemático y multilegal (o multiilegal) donde se mezcla todo sin problema y a gusto del consumidor. Desde el dry martini y el gin-tonic no se había creado un cóctel con tanto éxito, donde es muy difícil distinguir y, sobre todo, separar los ingredientes. 

Y ahora, si me disculpa, doy un paso al lado porque está a punto de entrar en la pista el señor que con una mano toca la trompeta, con la otra el teclado y con el pie lleva la pandereta mientras la cabra baila "Los Pajaritos". Bueno, o más o menos...