Tal día como hoy del año 911, hace 1.108 años, moría en Barcelona el conde Wifredo II, hijo del conde Wifredo I (llamado el Velloso) y de la condesa Guinidilda de Empúries. Wifredo II sería el primer conde dependiente de la monarquía franca que recibiría el cargo directamente de su padre y antecesor, Wifredo I. Los anteriores condes que habían gobernado Barcelona y su territorio desde que el año 801 la ciudad había pactado su incorporación al imperio carolingio eran funcionarios nombrados directamente por la corte carolingia. Con la excepción de Bernardo de Septimania (848-850) que, en el contexto de las guerras civiles del imperio franco, había usurpado efímeramente el gobierno de Barcelona.

Con el nombramiento de Wifredo II ―que fue conde de Barcelona, Girona y Osona entre el 897 y el 911― se daba continuidad, por primera vez, a una estirpe condal (los Bellónidas) que gobernaría de forma ininterrumpida los destinos de los condados dependientes (hasta la independencia de facto del año 985) y de los condados independientes (hasta la muerte sin descendencia legítima de Martín I, llamado el Humano, el año 1410). También los hermanos de Wifredo II serían beneficiarios de este proceso innovador en el relevo de los cargos: Wifredo I el Velloso testaría a favor de Miró los condados de Cerdanya y de Conflent y el vizcondado de Berga y a favor de Sunifredo el de Urgell.

Si bien los dominios del Velloso quedaban fragmentados, se quedaban dentro de la misma familia, y Miró y Sunifredo reconocían en Wifredo II ―su hermano mayor― un ascendiente de autoridad y prestigio. Esta innovación reflejaba, también, que los Bellónidas, aunque dependían de la superestructura carolingia, habían adquirido un concepto patrimonial del cargo que se explicaría por su vinculación personal y familiar con el territorio que gobernaban. Wifredo el Velloso era descendiente de Belló de Carcasona, oligarca del territorio (de estirpe visigótica) que había posicionado claramente a favor de los francos en tiempo de la incorporación de Perpinyà, Girona y Barcelona (757-801) al imperio carolingio.