Carlos III, el de España, le escribió una carta a su padre, Felipe V, explicándole la noche de bodas con María Amalia Walburga, hija del duque de Sajonia, más tarde rey de Polonia. La chica sólo tenía 13 años y aún no tenía el período menstrual, pero, “según todas las apariencias, no tardará en tenerlo”. Lo sabemos porque lo cuenta el rey en una carta que está guardada en el Archivo Histórico Nacional del Reino de España. Si van, podrán leer lo siguiente:

“Nos acostamos a las nueve y temblábamos los dos pero empezamos a besarnos y enseguida estuve listo y empecé y al cabo de un cuarto de hora la rompí, y en esta ocasión no pudimos derramar ninguno de los dos; solo diré que acerca de lo que me decían de que como ella era joven y delicada no dudaban de que me haría sudar, diré que la primera vez me corría el sudor como una fuente pero que desde entonces ya no he sudado.

Más tarde, a las tres de la mañana, volví a empezar y derramamos los dos al mismo tiempo y desde entonces hemos seguido así, dos veces por noche, excepto aquella noche en que debíamos venir aquí, que como tuvimos que levantarnos a las cuatro de la mañana sólo pude hacerlo una vez y les aseguro que hubiese podido hacerlo muchas más veces pero que me aguanto por las razones que VV.MM. me dieron.”

La pena no es el buen o mal gusto ni de las cartas ni de las conversaciones telefónicas; la pena es que sabiendo que es una gente que tiene los mismos vicios y virtudes que todos nosotros, todavía nos pasemos días en pleno siglo XXI haciendo hagiografías tanto de Isabel II como de Felipe VI

Como ven, lo de los Borbones y el sexo no lo ha inventado Juan Carlos I ni la docuserie de HBO. Sobre la vida sexual y sentimental de la dinastía que reina en España pueden leer Els Borbons en pilotes. Se habla de todos, pero cito a Carlos III porque ahora tienen uno en el Reino Unido que no hacía falta que escribiera nada a sus padres, porque ya supimos de él en esta conversación telefónica filtrada con Camilla Parker Bowles:

Camilla: Te necesito todo el rato

Charles: ¡Oh, Dios, viviré dentro de tus pantalones, sería mucho más fácil!

Camilla: ¿En qué te convertirás, en unas bragas?

Charles: ¡Dios no lo quiera! ¡En un tampón! ¡Qué suerte!

Camilla: ¡Qué idea más maravillosa!

Charles: Qué suerte ser tirado al inodoro y seguir y seguir girando siempre en la parte superior, sin bajar nunca

La pena no es el buen o mal gusto ni de las cartas ni de las conversaciones telefónicas. La pena es que sabiendo que es una gente que tiene los mismos vicios y virtudes que todos nosotros, todavía nos pasemos días en pleno siglo XXI haciendo hagiografías tanto de Isabel II como de Felipe VI, de quien se pretende vender un compendio de virtudes comparándolo —los mismos que antes no se atrevían— con el tronera de su padre. Eso sí, en Reino Unido tienen un rey malcarado y malcriado que se enfada porque se mancha con la tinta de una pluma. En España hay uno que, junto al estado profundo más ultramuntano y carpetovetónico, decidió legitimarse como el monarca de la derecha extrema montando un “a por ellos” contra toda una nación. Esto sí que es una mancha.