David Fernàndez fue espiado por la Guardia Civil —"no se podía saber"— en la investigación contra Tsunami Democràtic, el del Seat and Talk, abierta en la Audiencia Nacional (española). Con la autorización del magistrado Alejandro Abascal, refuerzo de Manuel García-Castellón, en el juzgado central 6. Al exdiputado de la CUP le intervinieron conversaciones privadas incorporadas en el informe, como una con su madre. “David Fernàndez habla con Maria Celina (Mamuchi). David le comenta que le ha leído que bajaba de Barcelona, la mujer le dice que sí, que está en el bus. David le comenta que salen ahora mismo para Ginebra. David le pide que le mire la estufa y le comenta que le ha dejado fruta”. La vida de los otros, la Stasi. Fernàndez ha reaccionado diciendo que la reacción fisiológica ante el espionaje de estado a su intimidad es de asco. Y, políticamente, también. Y en X, Higinia Roig, su sobrenombre en la red antes conocida como Twitter, ha tuiteado "Mama, t’estimo".

Coincido con David Fernàndez algunos jueves en la tertulia de Jordi Basté. Coincidimos en nuestra entrega incondicional a La competència —donde también hay desafectos al régimen investigados— y al Jep Cabestany que todos llevamos dentro. Más allá de eso, no somos amigos, pero me parece una muy buena persona, que a estas alturas de la vida es lo que más valoro de la gente por encima de otras cualidades, si puedo hablar de mí. Así que lo que voy a escribir está viciado por esta estima que hoy es aún mayor. Porque, ya que ha salido publicado, me entretendré en mamuchi, la estufa y el “te he dejado fruta”.

Que su madre sea "mamuchi" dice mucho del amor que le tiene

Que su madre sea "mamuchi" dice mucho del amor que le tiene. Hay hijos que a sus padres les llaman por su nombre. De adolescente traté de decirle “madre” a mi madre porque me debía parecer que el “mamá” de siempre hacía poco adulto. Se me pasó la tontería y mamá fue mamá, mami o mamita. Y mi padre, influenciado quizás por el padre de Julio Iglesias, era papá, papi y papuchi. Pero mamuchi, me encanta. En catalán, de mamuchi a “mamà” —la importancia de un acento— hay un mundo.

Luego está el tema de la estufa. La estufa. No, baja la calefacción cuando salgas. La estufa. Mírame la estufa. David Fernàndez tiene una estufa. Por eso debía llevar esa camiseta de una bombona con el lema "vull butà". En casa teníamos una en el comedor que encendía mi padre cuando llegaba de trabajar y donde nos llevaban envueltos con una toalla después de ducharnos, para ponernos el pijama y no morir de frío. La estufa. De la estufa al suelo radiante hay un mundo. Y al final viene le "te he dejado fruta". No te he dejado, no sé, pizzas en el congelador. O, la nevera está vacía, espabila. No, no. Te he dejado fruta. Cuánto amor hay en esa frase. A menos que la Guardia Civil piense que la fruta es un nombre en clave para hablar de dinamita o dinero negro, influenciados por los misales de Andorra. Mamuchi, mírame la estufa, te he dejado fruta, te quiero. Investigación por terrorismo.