Uno de los fenómenos más entretenidos y curiosos de la política catalana contemporánea es el canguelo que se apodera de los líderes, diputados y militantes de Izquierda antes de las elecciones en el Parlamento. Como nos ha enseñado la historia más reciente, a la Generalitat ERC sólo gana cuando la cosa se trata de encuestas. Pero en el reino de los hechos, primero Mas y después Puigdemont les robaron la cartera a los republicanos, ya fuera mediante una coalición o con aquella promesa falsa del retorno del 130. Pero ahora el pánico ha adquirido una derivada todavía más profunda y el partido del Espíritu Santo de Lledoners ha intensificado su mala suerte en una perfecta técnica del autoboicot; en pocos días, las conselleries de Esquerra han exhibido una falta inaudita de coordinación entre los Departamentos de Educació y Salut, mientras Pere Aragonès jugaba a la Grossa con escasa suerte.

Con respecto al Departament d'Educació, a semanas del inicio del curso escolar más complejo de la historia de Catalunya y después de la bestialidad que ha representado tener a los niños catalanes encerrados cincuenta días en casa (todavía nadie ha asumido el despropósito de tratar así a los niños, y más todavía aquellos que sufren impedimentos físicos y mentales, dicho sea de paso), el conseller Bargalló nos ha regalado todo un máster de mutismo y de ineficacia que ha tenido la gracia de superar su simpatiquíssima era del tripartito. Hace seis meses, seis, que los niños del país no van a la escuela y los padres de la tribu todavía viven con la incertidumbre de no saber a ciencia cierta cómo se estructurarán la mayoría de clases en términos de número de alumnos y de aplicación de programas escolares, como todavía no se sabe a ciencia cierta si todos estos meses habrán servido para implementar avances efectivos en la escuela a distancia.

Hay que celebrar que alguien en ERC haya permitido que las ruedas de prensa ahora las encabece Josep Maria Argimon

En el día de hoy, diría que ningún periodista del país ha hecho a Bargalló la pregunta más clave de la política catalana actual: "Conseller, puede garantizar la consecución de los objetivos pedagógicos para el curso 2020-21"?. Respecto a la consellera Vergés, es normal que los compañeros de la prensa cada vez tengan menos ánimo de preguntarle nada, vistos los resultados de su oratoria, y hay que celebrar que alguien en ERC haya permitido que las ruedas de prensa ahora las encabece Josep Maria Argimon; es decir, alguien que ha estudiado mínimamente el arte de la medicina, aunque tenga el pecado de no llevar el carné del partido en el encéfalo. Sin embargo, si la primera oleada de contagios se salvó por la pericia de los directores de hospital y de profesionales sanitarios del país, estos mismos profesionales ahora son los que ya desde el mes de junio (ignorando al Departament) están trabajando para evitar cualquier rebrote.

Durante la pandemia, fue el sector de la salud quien inventó UCIs y medios de protección en horas (si hacía falta, rompiendo material de basura) para salvarles la vida a nuestros padrinos. Habría que repetir que la educación es un derecho igual de fundamental que el vivir sano, y la conselleria del ramo no ha hablado de aumentar el turno de los profesorados, ni de contratar a estudiantes en paro para hacer refuerzos, ni de cómo adaptará las medidas de distanciamiento en institutos y escuelas que tengan limitaciones físicas como pasa en los barracones de la república de las sonrisas. El conseller Bargalló se esconde, parece que tenga la pistola de los sindicatos en la espalda antes de emitir cualquier fonema, y así tenemos a la mayoría de padres y madres del país rezando para que alguien tenga la bondad de dirigírseles aunque sea para acariciarles la cabecita. Y las competencias de educación, hay que recordarlo, son exclusivamente del Govern.

En un orden muy menor, pero igualmente sintomático, la excelencia gestora de Esquerra se ha vuelto a manifestar con el tema de la retirada de una campaña de la Grossa a causa de su polémico lema "Te preocupa la distancia social? Prueba el ascensor social". Pues bien, después de fulminarla, el VP Aragonès se disculpó afirmando vía tuit que la campaña en cuestión no había sido comunicada al Govern. Esta campaña había pasado, como mínimo, los filtros de la Secretaria d'Hisenda, de las Direccions Generals de Tributs, Jocs i de Difusió y de su misma responsable de comunicación, órganos que no son ministerios de Tegucigalpa o de Marruecos, sino departamentos de la Generalitat que dependen de su honorable persona. 

No me extraña que en Can Convergent a menudo les baste con sentarse en el sofá y verlas venir

Aragonès tampoco informó a la ciudadanía de cuánto costaría no sólo hacer una nueva campaña, sino retirar la presente. ¿Informar de un gasto público? ¿Por qué? ¿Pedir perdón por esconder información a los ciudadanos? ¡Va, Manel, no me seas remilgado! ¡Si lo hicieron con la aplicación del 1-O, reina mía, pues ya me dirás qué pollas explicarán ahora por un simple sorteo! Pues bien, toda esta cosa resumida es la gran aportación de los gestores de ERC a la configuración de este bellísimo nuevo estado de Europa que tenemos al alcance de la mano. No me extraña que en Can Convergent a menudo les baste con sentarse en el sofá y verlas venir, porque esta maña de los republicanos al cagarla y fichar el más bobo de cada pueblo, hay que admitirlo, es un arte para el cual no tienen rival. Y mira que las encuestas nos iban bien, reina mía; puta pandemia...

Ya tiene gracia, pero los republicanos serán capaces de perder unas elecciones en el peor momento de su rival, con la lenta descomposición del mundo convergente que ni Mas ni Puigdemont han sabido evitar, con su mejor activo, Laura Borràs, bajo amenaza de inhabilitación y con el único y sempiterno recurso de volver a tomarnos el pelo con la vuelta del 130 a Catalunya. Cuando la cosa iba bien... pues va y no sabes ni coordinar dos departamentos que son esenciales para la gestión de un gobierno y que tienen tu mismo signo político. No hace falta decir que si este ridículo lo perpetrara el gobierno del PSOE, ya tendríamos al amigo Rufián sacando el polvo a su espléndida fotocopiadora para dedicarnos alguna de sus performances en el Congreso y a todo dios lloriqueando sobre lo incompetentes que son los españoles. ¡En fin, amigos republicanos, suerte con las encuestas, y si estáis angustiados, vasito de agua y Alprazolam!