Las manifestaciones multitudinarias que el PP y Vox han montado en España, me han hecho pensar en una cosa que Oriol Junqueras dejó caer en la presentación del candidato de ERC en Banyoles, durante la campaña de las elecciones municipales. Parece que Junqueras dijo, y ya me desmentirán, si no es verdad, que no descartaba volver a la prisión en un momento u otro. Me parece que la anécdota describe muy bien el espíritu tragicómico del panorama que se divisa.

España está encallada en las desgracias y los debates del siglo XX. Solo hay que leer los artículos de López Burniol y de Iván Redondo en La Vanguardia para ver que nada de lo que pasa en la política española tiene mucho que ver con el interés de los catalanes que votaron el 1 de octubre. Los españoles discuten entre ellos si Franco fue o no fue un mal necesario para poder llegar al Estado moderno sin perder a Catalunya. El pueblo catalán es, como siempre, el detonador de las peleas entre los castellanos y, como siempre, también es el figurante mudo de la mesa.

Redondo admite en su último artículo que Manuel Fraga, uno de los padres de la Constitución y del PP, consideraba que Catalunya era una tierra conquistada, pero hace como si el problema no fuera con el PSOE, ni tuviera esto importancia histórica. Burniol dice que prefiere la independencia de Catalunya que una confederación, pero llama al general Mola en cada artículo, con la esperanza de que alguien disuelva la nación que forzó a los partidos catalanes a organizar un referéndum. Es normal que Junqueras se prepare para volver a la prisión, si quiere dedicarse a la política, que es su oficio.

Ahora, el abismo que separa la sociedad catalana de la española ya no es la etnia ni la cultura, como pasaba en tiempos de Franco o de Primo de Rivera. Ahora, el abismo es más profundo, porque es la idea que Madrid y Barcelona tienen de la libertad y de la democracia. En Catalunya, la democracia se identifica con el derecho de votar sí o no en un referéndum de autodeterminación; en España se identifica con la necesidad de meter o no en la prisión unos políticos que ni siquiera hablan la lengua de los magistrados que los han juzgado —por no hablar del ejército o la policía que, en teoría, los representa.

La verdad no necesita mártires, como mucho, necesita que, después de ser escarnecido, indultado y amnistiado por Madrid, Junqueras vuelva a una prisión española

Los políticos procesistas estafaron a sus votantes, pero son las mentiras de los políticos españoles las que ayudaran a Catalunya a avanzar de nuevo hacia la independencia. Los partidos de Madrid hacen con la amnistía lo mismo que los partidos de Barcelona hicieron con la autodeterminación, la usan de reclamo electoral para tapar las miserias del régimen del 78. La diferencia es que los catalanes, ni que sea por desesperación, siempre pueden intentar independizarse de España por la fuerza, mientras que los españoles no pueden defender la democracia por la fuerza, contra la libertad de Catalunya, por más desesperados que estén.

A medida que los españoles se manifiesten en la calle, se verá que un Estado democrático quizás es negociable entre las élites de Madrid y Barcelona, pero que no es tan negociable entre los pueblos que debería disolver para poder funcionar. Madrid ha agotado la eficacia colonizadora de la inmigración y del dinero, y si quiere que Catalunya obedezca de verdad sus leyes, tarde o temprano deberá sacrificar su democracia para recuperar el recurso de la fuerza. Ahora todo esto todavía se puede disimular con el PSOE, que tiene el apoyo de Europa, y cierto pedigrí antifranquista. Pero la alternativa a la libertad de Catalunya es volver a la dictadura.

Da igual que media España se manifieste cívicamente contra la amnistía sin tirar ni un papel en el suelo. Las manifestaciones del Procés tenían una energía liberal, que las imitaciones que promueven en Madrid nunca podrán copiar porque no buscan lo mismo, ni tienen la misma profundidad histórica. Yo prefiero al PSOE que una dictadura policial, pero si me ponen una dictadura policial es difícil que haga nada para defender al PSOE. La verdad no necesita mártires, como mucho, necesita que, después de ser escarnecido, indultado y amnistiado por Madrid, Junqueras vuelva a una prisión española. Esta vez con Puigdemont como un héroe de los catalanes.