El pasado miércoles se inauguraba en Badalona la nueva sede de la Fundació Laboral de la Construcció. Un espacio inmenso de formación, que pone en valor el trabajo en equipo de sindicatos, administración y patronal para devolver el prestigio perdido a las profesiones que directamente o colateralmente intervienen en este sector.

La Fundació Laboral de la Construcció se constituyó después del acuerdo alcanzado en el Convenio colectivo del sector en 1992 entre patronal y sindicatos, y supone el reflejo fiel de que la negociación colectiva funciona, a pesar de lo que el Gobierno del PP nos quiera hacer creer.

La construcción —y sus auxiliares— ha sufrido de forma muy virulenta la crisis. Con las licitaciones de obra pública bajo mínimos con el fin de poder cuadrar las cuentas de los gobiernos, el estallido de la burbuja inmobiliaria y su participación en algunos de los casos más graves de corrupción, seguramente nos encontramos ante uno de los sectores más vilipendiados y estigmatizados durante los últimos años. Según diferentes estudios, de aquí se explica aproximadamente el 50% de destrucción de empleo total aquí.

Es verdad que la construcción genera ocupación rápidamente y la destruye al mismo ritmo. Muchos de los trabajadores de los subsectores implicados —un sector claramente masculinizado— y con perfiles bajos han sido expulsados radicalmente del mercado de trabajo, y en una edad compleja, son difícilmente inseribles. A esta generación de personas nos corresponde asegurarles protección social, formación y políticas activas de empleo.

Pero con la crisis tenemos la oportunidad de hacer las cosas de otra manera, y el espacio de la Fundació Laboral de la Construcció de Badalona nos da una herramienta de gran utilidad.

Un estudio de la patronal establece que el aumento de la inversión en el Estado español del 1% del PIB en infraestructuras genera 180.600 puestos de trabajo

En primer lugar, hay que establecer una mesa de la construcción formada por todos los sectores implicados —sindicatos, patronales, colegios profesionales y Administración— para poder planificar el futuro. Y el futuro pasa por la nueva construcción, es verdad, pero también por el mantenimiento, la rehabilitación, la eficiencia energética y las infraestructuras necesarias para el desarrollo económico y social del país. Y todo eso requiere que la administración pública incremente la inversión. Muchos equipamientos públicos corren el peligro de quedar progresivamente obsoletos si no se les hace el mantenimiento adecuado. Igual que muchos centros de pueblos y ciudades corren el peligro de caerse si no se hace una política de rehabilitación decidida. Pero también necesitamos inversión pública para hacer obra nueva, para que se superen infraestructuras tan obsoletas como la N-340 a lo largo de nuestro territorio.

Un estudio de la patronal establece que el aumento de la inversión en el Estado español del 1% del PIB en infraestructuras genera 180.600 puestos de trabajo y tiene un retorno fiscal del 62% de la inversión.

Pero aparte de la inversión pública, también existe la oportunidad de hacer las cosas de otra forma. Y, sobre todo, hay que formar a la gente. Necesitamos tener un personal altamente cualificado y especializado en nuevas formas de construcción que pongan el acento en la eficiencia y el ahorro energético. Y sobre todo, que estos trabajadores y trabajadoras puedan ejercer sus trabajos con seguridad (ha habido un repunte importante de los accidentes laborales en estos últimos años) y puedan desarrollar sus carreras profesionales con el prestigio y las garantías que les corresponde, es decir, con salarios y condiciones dignas.

Quizás el sector de la construcción ha tocado fondo. Pero es indispensable que como país tengamos un debate que plantee las cosas de una manera diferente, uniendo inversión pública con retorno económico, social y ambiental. Durante estos años hemos visto de todo (obras obsoletas acabadas, y obras necesarias y paralizadas) pero nadie puede negar el efecto de arrastre que tiene la construcción —cementeras, empresas de material eléctrico... — y los beneficios que tiene para la actividad económica.

Es la hora de reconstruir el sector. Dejando de lado las malas praxis, modernizándolo y devolviendo el prestigio a peones, albañiles, arquitectos y aparejadores. Porque la construcción puede aportar mucho al país.