El Gobierno efectivo no ha hecho nada que indique que se está haciendo república, tal como nos prometieron. No ha habido respuesta a las sentencias que haya desestabilizado el Estado, lo que nos aseguraron los partidos. Ha habido una domesticación del potencial revolucionario vía ANC, Òmnium, Tsunami Democràtic y Acampada a Plaça Universitat, que han servido para confirmar lo que ya sabíamos. El independentismo tiene potencial movilizador y desestabilizador, pero hace falta que los actores de la política institucional quieran utilizarlo. De momento, no quieren. Aquello de esperar una ventana de oportunidad era, oh sorpresa, mentira. Igual que, otro giro inesperado de los acontecimientos, no ha servido para nada la iniciativa de aglutinar la respuesta a las sentencias y dar apoyo a un referéndum basándonos en que el 80% de la población quiere no sé qué.

Todos los consellers se tendrían que haber exiliado, ninguno se tendría que haber entregado voluntariamente a la justicia del ocupador. El exilio de la Generalitat hubiera obligado todavía más al Estado a actuar en escenarios donde no tiene del todo la sartén por el mango. Tiene más que los independentistas, pero no tanto como cuando se enfrentan al terreno de juego de la justicia y la política española. Los hechos del Parlamento Europeo confirman otra mega-súper-sorpresa: el movimiento avanza cuando defiende sus principios y ejerce la autodeterminación; ¡no cuando se dedica a dar lastimita en Lledoners, en el Parlament, o en el Congreso (¡cuánta dignidad, ver a los presos en los escaños! ¡Hemos puesto a España delante de un espejo! ¡Los encarcelan porque saben que hemos ganado!). El independentismo mayoritario llama a la primera estrategia "de confrontación"; la segunda, pragmática y dialogante. Y después de un día, viene otro en que la autonomía gobierna.

No, el referéndum no es inevitable ni el independentismo es irreversible. Lo explica muy bien Joan Burdeus citando a Timothy Snyder. La política de la inevitabilidad, basada en la creencia que, como el progreso es inevitable, no hay que hacer nada diferente de lo que se ha hecho hasta ahora, crea votantes y gobernantes impermeables a los hechos: "Un paso atrás es interpretado como un impulso para el próximo paso adelante". Los políticos que nos dicen que el referéndum es inevitable son los mismos que evitaron hacer efectivo el único referéndum celebrado hasta ahora. Un amigo me comentó que era sorprendente como, con la gran cantidad de libros sobre el procés que hay, se esté hablando tan poco de cultura republicana.

Al independentismo le hacen falta muchos líderes con una mentalidad diferente a la predominante ahora. Querría pensar que las batallas de Urquinaona marcan que el factor generacional es la clave de la renovación

Esta es la gran victoria de los partidos independentistas. Seguir gobernando sin tener que asumir responsabilidad por sus actos. Aquellos que se vanagloriaban de defender un proyecto democrático resulta que lo sostienen mediante el engaño sistemático a sus votantes, estupidizándolos gracias al control de los espacios de opinión de los medios.

Al independentismo le hacen falta muchos líderes con una mentalidad diferente a la predominante ahora. Querría pensar que las batallas de Urquinaona marcan que el factor generacional es la clave de la renovación. Eso obliga a mirar las bases de los partidos y los políticos "jóvenes" que están en primera o segunda fila, y a preguntarse qué herramientas tienen para romper las dinámicas partidistas que han sometido el independentismo a una profunda mediocridad política, sin ningún líder que esté a la altura de los acontecimientos. Viendo según qué políticos jóvenes, también está la duda de si las quieren romper.

La consumación de la victoria de los partidos la encontramos en un CEO que indica que el independentismo alcanzaría la mayoría absoluta de votos en el Parlamento sin que supusiera un aumento de apoyo a una Catalunya independiente. Durante estos dos años posteriores al 21 de diciembre, los grandes ganadores han sido los partidos independentistas. Quien lo ha permitido han sido sus votantes. Lisa y llanamente, nos engañan porque queremos ser engañados. Porque, como escribe Burdeus citando Snyder, no hay que revisar las decisiones tomadas hasta ahora porque persistir es ganar. ¡Ahora hace falta juntar fuerzas y, sobre todo, centrarnos en que los presos (¡cuánta dignidad!) puedan pasar la próximas Navidades en casa. Aunque eso implique avalar un sistema político y jurídico que hace que personas como Ayoub, deportado a Marruecos al ser detenido en Lleida en las manifestaciones contra la sentencia, no puedan celebrar nada en Catalunya durante años. Ahora toca, una vez más, dar apoyo incondicional a los que han fracasado a cambio de una promesa de futuro absolutamente intangible. Podemos pasarnos los próximos cuarenta años tal como estamos, porque sabemos a ciencia cierta que tenemos la victoria muy cerca.

Como deseo de año nuevo, espero, inocente de mí, que los acontecimientos en el Congreso, y el hipotético apoyo a la investidura, nos traigan la aprobación de un referéndum. Obtener solamente beneficios para los presos es otro ejemplo de cómo nuestros gobernantes ponen el cuerpo de la sociedad civil en la mesa para enmendar los errores que han cometido. Como sentencia Clara Ponsatí, la represión, la injusta y cruel represión, sólo se detendrá con la independencia de Catalunya.

Si el referéndum y la victoria son inevitables, nada mejor que un año nuevo para empezar a hacerlos posibles.