Triunfará Ronald Koeman entrenando a Leo Messi? Quién ganará las elecciones en Can Barça? Y, entre Joe Biden y Donald Trump, quién ocupará la Casa Blanca en enero? Quim Torra llegará a tiempo de convocar a las urnas? Cuando serán finalmente, pues, las elecciones al Parlament? Y quién ganará? Y Pedro Sánchez? Las deberá avanzar, también? Juan Carlos I irá a declarar si lo cita la justicia suiza o la española? Y los Pujol? Serán condenados? Caerá la monarquía? Se pactará una amnistía para los presos? Volverán los exiliados? Cómo será la vuelta a la escuela? Y al trabajo? Volveremos a vivir actos de masas? Habrá una vacuna que nos permitirá volver a vivir en el mundo aC? Se recuperará la economía? Son muchas preguntas, frecuentes o no, y muchas respuestas a obtener.

Radios, teles y periódicos, de papel o digitales, tienen un plantel de expertos para comentar lo que acaba de pasar con un evidente sesgo de retrospección (yo ya lo sabía... con la información que tenemos ahora), perfectamente descrito por Baruch Fischhoff. 

A riesgo de que me inviten a que este sea mi último artículo, ya le digo, lectora, que no encontrará ninguna respuesta si sigue leyendo. Yo no tengo ninguna. Ahora, también le digo que no la tiene nadie. Y eso que radios, teles y periódicos, de papel o digitales, tienen un plantel de expertos para comentar lo que acaba de pasar con un evidente sesgo de retrospección (yo ya lo sabía... con la información que tenemos ahora), perfectamente descrito por Baruch Fischhoff. Y, sobre todo, muchos expertos para prever el futuro, que es una obsesión que tenemos todos, sobre todo economistas y analistas políticos, pero también la gente en general. No dude que hay expertos que tienen mucha información sobre muchas cosas. Más que la que tiene cualquiera leyendo el diario. Pero ya hace 15 años Philip Tetlock, un psicólogo de la Universidad de Pensilvania, publicó Expert Political Judgment: how good is it? How can we know? No voy a entrar en los detalles técnicos del estudio de Tetlock, pero la conclusión fue que los expertos que se ganaban la vida estudiando un tema particular hacían predicciones con menos aciertos que los de unos monos tirando dardos.

No pasa nada. 15 años después, seguimos haciendo lo mismo. Y en las teles, más que nunca. Siguiendo la terminología de un ensayo de Isaiah Berlin, llenamos los platós de erizos y zorros. Los erizos son los que no admiten dudas, son dogmáticos. Los zorros son más complejos, ven el mundo con más grises. También los invitan. Pero vaya, dos erizos en un plató, son un espectáculo. Y he aquí, porque 15 años después de que alguien dijera que analizamos el pasado condicionados por un sesgo de retrospección y que el futuro aciertan más unos monos tirando dardos sobre las previsiones, seguimos haciendo lo mismo. Porque es un espectáculo más entretenido que el de los algoritmos, aunque acierten más. Y hago una predicción. Lo seguiremos haciendo.

Por lo tanto, como que quedan 10 días para que vuelva (o no) la rutina (y no sabemos qué tipo de rutina), manténgase informada leyendo este diario, pero deje de hacerse preguntas inquietantes sobre el futuro. Al menos hasta septiembre, va.