Adolf Hitler pintaba razonablemente bien. Aunque no tuvo éxito comercial, destaca de su obra un óleo de 1913 de la Virgen abrazando a un niño Jesús rubio y blanquito y rodeado de flores bajo una luz dorada, una imagen dulce e incoherente con la bestia indescriptible que fue su autor. Hitler pinta imágenes religiosas fruto de su etapa infantil. Aunque despreció las religiones, su formación incluye el anticlericalismo ateo por parte de padre, y un catolicismo devoto por parte de madre.

De joven abandona la fe y se interesa por la mitología germánica, la astrología y el yoga. Estaba tan convencido de la pureza de la raza aria que pensaba que ir, por ejemplo, a África (como hacían los misioneros) era "contaminarse" por razas inferiores, y de hecho obligó a los cristianos a dejarse de ideas de evangelizar.

En el momento en que Hitler accede al poder, Alemania tiene 60 millones de habitantes, la mayoría cristianos evangélicos (unos 40), y 20 millones más eran católicos.

La mayoría de protestantes eran luteranos, reformados y unidos. El resto, no creyentes o miembros de otras religiones, como los judíos, que no llegaban al 1%.

Que Hitler era anticristiano y no solo antijudío ya lo advirtieron sus coetáneos en los primeros momentos del nacionalsocialismo. Hizo cerrar las facultades de teología en 1937 e incluso los curas militares tenían dificultades para hacer su trabajo. Es también el año de la Mit brennender Sorge (Con ardiente inquietud), aquella encíclica de Pío XI que ya constataba una derivada negativa en las relaciones con el régimen de Hitler y la Santa Sede.

Hitler no valoraba a los cristianos y los veía como nazis descafeinados. Quizás alimentaba alguna esperanza con el Movimiento Alemán por la Fe (Deutsche Glaubensbewegung), aunque tampoco pensaba que una religión pudiera ser un sistema de valores suficiente como el que su nefasta ideología preconizaba.

Dentro de la estela de personajes antirreligiosos nazis destaca Grundmann, colaborador de la Stasi, miembro del partido y teólogo que diseminaba odio contra los judíos desde las cátedras supuestamente de teología "étnica".

Adolf Hitler intentó domesticar y después demoler la dimensión religiosa del pueblo. Pero no lo consiguió

El delirio nazi fue tal que incluso existió, aunque se destruyeron todos los ejemplares, una "Biblia de Hitler". Se extirpó todo lo que hiciera referencia a la compasión, y las palabras semíticas fueron eliminadas. Había ideas nazis mezcladas con premisas religiosas como ahora "Honrad a Dios con todo el corazón", o "mantened la sangre pura y vuestro honor sagrado". Algunas como "honra a tu Führer y amo" o "sirve alegremente a la gente con trabajo y sacrificio" son la antesala de la perversa consigna nazi de los campos de concentración y exterminio "El trabajo te hace libre".

El apoyo que algunos cristianos ofrecieron al régimen nazi no provienen solo de su religión sino de un anticomunismo creciente y un resentimiento generalizado hacia la comunidad internacional. Algunos sectores creían en un cristianismo positivo, sometido al régimen, claro está: se toleraba la religión si no ponía "en peligro la existencia del estado ni entraba en conflicto con la cultura y las creencias morales de la raza germánica". Muchos teólogos se opusieron y acabaron también aniquilados. Uno de los más conocidos es Dietrich Bonhoeffer, que pasó una temporada en Barcelona.

La Iglesia católica fue más reticente con el régimen nazi y algunos obispos prohibieron la afiliación al partido y hubo movimintos de resistencia.

Adolf Hitler intentó domesticar y después demoler la dimensión religiosa del pueblo. Pero no lo consiguió. El nazismo ya no es, a pesar de que se ciernen aires inquietantes otra vez ante los cuales no se puede bajar la guardia.