Cuando el franquismo golpeó un 18 de julio, la épica réplica del antifascismo no se hizo esperar. El 19, el mismo día siguiente, pasaron por encima de los militares franquistas armados hasta los dientes, al menos en Catalunya. Era una alianza de fuerzas que fue tan capaz de ganar aquella batalla al fascismo como de perder estrepitosamente la guerra. Entre otros, porque la fuerza de los exaltados fue, a priori, tan determinante aquel día como contraproducente a la larga.

Entre las fuerzas que combatieron el golpe de estado se contaron los Mossos d'Esquadra, unos pocos centenares entonces. Recordemos que ahora son cerca de 17.000. Al frente, un exmilitar del Ejército español, como Macià. Se llamaba Enric Pérez Farrás, de Ponent también, como Companys. Como el insigne Miquel Badia. Aquella generación de Ponent fue extraordinaria. La República Catalana I, el posterior Govern de la Generalitat, tenían acento occidental.

Si a Miquel Badia se lo bautizó como el Capitán Cojones, Pérez Farrás no le iba detrás. Ya lo demostró el 6 de Octubre de 1934 cuándo se ofreció al president Companys para atrincherarse en Palau y plantar cara al ejército del General Batet (asesinado después por Franco) hasta las últimas consecuencias. Era de sangre caliente, Pérez Farrás, arrojado como su predecesor Miquel Badia, asesinado por un pistolero perteneciente a la FAI, alimentado por los servicios secretos españoles. Un recurso habitual del poder, favorecer el extremismo para debilitar el cuerpo central. Companys, olfateando la tragedia, denegó el ofrecimiento del jefe de los Mossos. Y el valeroso Pérez Farrás obedeció como obedeció siempre, leal al Govern del país, a Companys. Nada de lealtades ambivalentes, nada de salidas personales, nada de cálculo interesado. Ninguna especulación. Ningún oportunismo. Aquellos jefes de los Mossos tenían claras sus lealtades. Primero a Macià. Después a Companys. Toda comparación coetánea es inverosímil. Como tantos otros, Pérez Farrás fue condenado a muerte. Y amnistiado después de la victoria del Frente de Izquierdas.

También aquel 19 de julio de 1936, cuando se enfrentó a los militares golpistas como comandante de los Mossos. Es él quien capturó al golpista general Goded y también fue el primero en marcharse al Frente de Aragón, codo con codo con el dirigente anarcosindicalista Durruti. La experiencia fraternal fue un espejismo y Pérez Farràs pronto volvió a la retaguardia. No se entendían, una de las debilidades del antifascismo.

Hace 85 años de aquella gesta. El antifascismo fue capaz de derrotar el golpe de estado pero incapaz de vertebrar un proyecto lo bastante fuerte, amplio y transversal para ganar la guerra. Y las consecuencias fueron devastadoras.