Uno de los principales problemas que tiene Pablo Iglesias es que tiene espacio pero no tiene discurso. O, si lo tiene, es tan cambiante que cuesta seguirle el hilo cuando no se trata de utilizar tópicos como "la casta" o "el búnker".  A Barcelona ha venido recientemente en muchas ocasiones y, entre una visita y la otra, ha dicho lo mismo y lo contrario en el plazo de muy pocas semanas. Es cierto que la política catalana es para un partido como Podemos enormemente compleja, ya que carece de líderes sólidos y ha de ceder el protagonismo o bien a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que no milita en su organización, o a Iniciativa per Catalunya-Els Verds, la formación que, gracias a sus cuadros, sigue siendo la que impone muchas de las decisiones en la confluencia de izquierdas.

Pues bien, después de muchos movimientos más propios de la Yenka (una canción que fue todo un himno para la juventud de los 60 y que con el ritmo cansino de la época repetía izquierda, derecha, adelante, atrás...) y de asegurar que Podemos iba a ser si llegaba a La Moncloa la defensora de un referéndum sobre la independencia de Catalunya, resulta que el tema ha desaparecido del programa electoral y la consulta pactada con el Estado ha quedado relegada a una discusión para evaluar las experiencias del Reino Unido y Canadá. Desconozco si pese a lo que dicen los papeles ésta va a ser su posición definitiva o asistiremos en las próximas semanas a un nuevo giro en el guión. Eso sí, cuando haga campaña en Barcelona, no vaya a ser que afuera le pueda restar votos. Con la posición expresada por el programa de la formación morada ya existe consenso entre los cuatro grandes partidos –PP, PSOE, C's y Podemos– en descartar un referéndum en Catalunya. Será, en todo caso, en el marco de una hipotética reforma de la Constitución donde se abordaría una reforma territorial.

La apuesta de Pedro Sánchez es la única vigente con la modulación que defiende Albert Rivera y la oposición a cualquier cambio del PP. Parece que el paso de los meses ha acabado dejando sin discurso a Iglesias que, con este paso atrás en su defensa del referéndum oficial y acordado, se dirige a disputar a los socialistas un electorado más moderado y reacio a cambios bruscos y concesiones a Catalunya.