Todo un país pendiente de un vídeo de TikTok durante casi una semana. En esto se ha convertido Catalunya. Fuimos una nación respetada y ahora nos hemos convertido en una agrupación de ofendidos profesionales que se masturban el alma martirizando a una pobre boba. A mí, como os podéis imaginar, me gusta muy poco que cualquier profesional sanitario que ejerce en Catalunya se dedique a escarnecer públicamente la lengua con la cual (a diferencia de la mayoría de mis indignadísimos compañeros) he escrito todos y cada uno de los artículos de mi vida. Pero tengo suficiente juicio para saber que mi enemigo —y el adversario de mi lengua— no es un trío de enfermeras que hacen el capullo en las redes. Los catalanes tenemos que decidir si queremos gustarnos haciendo chistes sobre cojos o, contrariamente, si nos arriesgamos zurrando badanas más altas.

La enfermera garrula vomita aquello que, nos complazca o no, opinan la inmensa mayoría de ciudadanos españoles. Propietarios de un idioma (y de un espíritu colonial) que sobrevuela medio mundo, esto del catalán siempre les ha parecido una reliquia de indígenas con un interés puramente arqueológico. Esto lo comparten esta profesional de la enfermería y también Mario Vargas Llosa, que es miembro honorario de dos academias y un escritor que sabe más de literatura catalana que la inmensa mayoría de la gente que está leyendo este artículo. Como servidor ya supera aquella edad en que se tiene la ilusión de hacer entender la dignidad de la cosa nostra a los extranjeros, me importa bastante poco. Sin embargo, cuando menos, tengo bastante juicio para no airarme cuando veo a una clown insultándome en la misma lengua que utilizaron los presos políticos para decirle al juez Marchena que querían tantísimo a España.

Nos hemos dedicado a pasar las tardes haciéndonos pajas con el TikTok de una analfabeta, porque eso nos cura la conciencia y nos ahorra denunciar a la administración del país por incumplir la ley y reprobarla porque ni es capaz de controlar el terreno del autonomismo

Los catalanes confundimos defender nuestra lengua con pasarnos unos días vomitando frustración contra la gilipuà de turno, y así olvidamos acusar a la auténtica responsable de la derrota del catalán en el territorio. Esta enfermera curra en español en Catalunya porque la misma Generalitat se salta las propias exigencias de la ley con un entusiasmo olímpico. En el universo idílico de la teoría legal, todos los trabajadores de la Generalitat tendrían que entender y hablar en catalán. Pero es la misma administración nuestra quien, surfeando la ley, admite convocatorias directas, saltándose los requisitos lingüísticos y permitiendo de esta manera que profesionales como esta mema acaben ejerciendo en el territorio. Es el Govern quien incumple y es la misma Generalitat quien, en definitiva, permite que se vulneren los derechos lingüísticos de todos los pacientes. El enemigo no es esta mema, son nuestros virreyes.

Durante esta pasada semana, podríamos haber abandonado el enfado y las bromitas para abrazar un poco la neurona. Pero hemos preferido vomitar bilis contra una boba, pues resulta mucho más fácil que acusar a nuestro propio Govern de colonialismo lingüístico. La administración catalana incumple los preceptos de atención sanitaria, de la misma manera que los responsables y técnicos de educación no mueven el culo para que se cumpla el sistema de inmersión en las escuelas. Es así como nos hemos dedicado a pasar las tardes haciéndonos pajas con el TikTok de una analfabeta, porque eso nos cura la conciencia y nos ahorra denunciar a la administración del país por incumplir la ley y reprobarla porque ni es capaz de controlar el terreno del autonomismo. Aparte de indignarte con las paridas de esta ignorante, tendrías que decidir si estás dispuesto a enmendar a los verdaderos autores de la farsa.

Esta enfermera es producto de un sistema político corrupto que podrías enmendar con tu abstención en las próximas municipales. La enfermera seguirá cagándose en el catalán mientras vayas votando a los yayos de la esquerrovergencia en Barcelona o cualquier concejal procesista en tu ayuntamiento. Si te interesa el puto catalán, empieza por echarlos fuera a todos. Pero si mantienes el jornal de los virreyes, cuando menos ten la bondad de no llorar porque una funcionaria españolota acabe sacando provecho de su cinismo. Respétate un poco. Y deja eso de TikTok, coño, que ya no tienes edad.