Sergi Sabrià ha hecho una buena entrevista en El Nacional del amigo Pepe Antich, aunque tratándolo de amigo no sé si le hago favor alguno a Pepe. Hay un mundo nacionalista tan encendido, tan pasado de vueltas, que encontraría la prueba definitiva de que Antich no es del todo de fiar. Si le hacen la prueba del algodón, no sé yo.

Quien seguro que no pasaría ni el Acto de Fe es Sabrià, que fue alcalde de Palafrugell cuando pintaban bastos. Entonces, la mayor población de Catalunya con un alcalde independentista. Era 2009 y Sabrià echó de la alcaldía al PSC gracias a un acuerdo con CiU y una candidatura próxima a los Comunes. En estas últimas elecciones, los de Iceta y los republicanos obtuvieron el mismo número de concejales. Un acuerdo con Independents y Junts hizo posible enviar al PSC a la oposición. En la costa del Empordà el PSC sigue manteniendo una fuerte resistencia a pesar del retroceso. Por el contrario, en la vecina Palamós, ERC barrió al PSC.

El rigor y la ausencia de astracanadas deberían ser la norma. Desdichadamente son la excepción. La entrevista de Sabrià en el digital del amigo Antich debería ser lectura obligatoria para toda la militancia republicana y para el conjunto del independentismo. Tanto con respecto al contenido —sólido y pedagógico—, como también por el titular tan sintomático que lo acompaña: "El rival, siempre el PSC. No pactaremos con ellos, tenemos principios". La cuestión es que un hombre que en política municipal ha luchado siempre con el PSC, debe suscribirse a un titular que parece defensivo para dejar bien claro lo que todo el mundo sabe, pero que el mundo nacionalista pone hábilmente —sistemática e hipócritamente— en cuestión, conscientes de que, huérfanos de proyecto, sólo pueden reclamar el voto agitando un espantajo. El del Tripartito, el de los pactos con el PSC.

La maestría sembrando cuentos es admirable, debe saber reconocerse la capacidad imperturbable que tiene el mundo nacionalista para mantener determinada hegemonía discursiva y provcar que Sabrià deba salir a negar rotundamente esta posibilidad. Sobre todo en el actual contexto. En especial, cuando los republicanos han decidido echar al PSC de sus feudos como principal estrategia. Desde hace años, sin tregua y en plena luz del día. Por el contrario, el mundo nacionalista ha hecho exactamente lo contrario, una actitud que se ha acentuado con el liderazgo de Puigdemont, que ha pretendido minimizar la progresiva residualización de aquello que representa en las grandes ciudades y entorno metropolitano, ejerciendo desacomplejadamente de muleta del PSC para evitar el sorpaso de ERC a los socialistas de Iceta.

Esta es probablemente la principal virtud de la era Junqueras, haber hecho creíble que es posible sustituir a los socialistas en ciudades donde antaño era impensable, como Sant Vicenç dels Horts o Sabadell. Y esta es precisamente la mayor contradicción estratégica de la formación de Puigdemont, la vocación de ejercer de salvavidas del PSC. Si de predicar con el ejemplo se trata, es tan grande el abismo entre aquello que dicen y aquello que hacen, que nuevamente hay que quitarse el sombrero para constatar cómo conviven con una contradicción tan flagrante, como si nada. Aquello que ejecutado por otros sería un anatema, aquella retórica de la que precisamente hacen bandera, es agua de borrajas en el mejor de los casos.

Sabrià también es claro está cuando se le reclama para cuándo la independencia: "no te pondré una fecha" afirma, y añade "Quién dice que una generación no tiene fundamentos. Deberíamos ir tan rápido como sea posible. Y quien diga nueve meses miente. Por lo tanto, si tú me dices cuánto tardaremos, yo no lo sé, pero sé que no debemos parar de construir mayorías, ganar elecciones repetidamente, cruzar la línea del 50%, trabajar en el ámbito internacional, presionar el Gobierno tanto como sea posible y, en el mientras tanto, ayudar todo el rato a una gente que está sufriendo mucho". Es tan rotundo, tan evidente lo que dice, tan sensato, tan lógico, tan claro, que hace todavía más estrafalario mantener exactamente el contrario. Seguro que Antich debe pensar exactamente lo mismo.

Lo que expresa Sabrià es exactamente lo que piensan los cuadros dirigentes de Juntos que conocen las fortalezas y las debilidades del país. Sobre todo porque —como Sabrià—​ quieren que el país salga adelante y saben que todo reto, toda ardida pirámide a superar, pide fortaleza, tenacidad, constancia y, a menudo, paciencia. Otra cosa es que lo digan con al boca pequeña o que sencillamente no lo digan porque cuanto más huyas adelante más difícil es volver atrás.