Pepe Lexatín y su mujer, Pepa Lexatín, son, como su propio apellido indica, farmacéuticos. Pepe y Pepa tenían dos farmacias. Una céntrica y la otra cerca de un Centro de Atención Primaria. Como puede imaginar, la facturación mensual de Pepe y Pepa ya la querría Florentino en el Castor. Total, casa en su ciudad de residencia, casa en la Costa Brava y casa en la Cerdanya. Hijos estudiando en los EE.UU. y viajes que ya querrían los de Callejeros Viajeros.

Pero un buen día, Pepe y Pepa tuvieron la mala suerte de convertirse en el muñeco del pimpampum de un juego muy divertido (sobre todo para quien lo controla) denominado FLA (Fondo de Liquidación Autonómica). La gracia del FLA es que funciona como Podemos y el referéndum en Catalunya, pero con dinero. En un caso sería "ahora lo defendemos, ahora no lo ponemos en el programa, ahora lo volvemos a poner en el programa...". En el otro caso sería "ahora os pagamos, ahora no os pagamos, ahora pagamos el día 31 a las 23:59:59, ahora pagamos el día 4 del mes siguiente...".

Los farmacéuticos son el muñeco del pimpampum en que se ha convertido el FLA
Y, ¿qué es lo que tienen que pagar las administraciones a través del FLA a los diferentes Pepes y Pepas propietarios de farmacias? Resulta que el 80% de los productos que venden en sus establecimientos están financiados por el Sistema Nacional de Salud. Y estos productos, los farmacéuticos los pagan a sus proveedores, normalmente a un mes. Mientras la rueda funcionó correctamente, ningún problema. Farmacia encarga medicamento, farmacia vende a cliente, farmacia paga a proveedor y farmacia cobra de administración. Ahora bien, cuando el último paso falla un mes, no pasa nada. Si falla dos, la cosa se empieza a complicar. Y si falla tres (o más, como es ahora el caso) nos encontramos con farmacias que funcionan, que son negocio, pero que les ha ido creciendo una deuda que no pueden afrontar.

Y todo gracias al ministro Montoro, una bellísima persona que ha decidido apretar a la Generalitat usando a los farmacéuticos como rehenes. A todos. Incluidos a Pepe y a Pepa que, casualmente, son votantes del partido para el cual trabaja el ministro Montoro. Un Pepe y una Pepa que primero estaban totalmente en contra la celebración del referéndum, después a favor pero votando NO, después a favor pero absteniéndose y que ahora se están votando encima un SÍ como su torre de la Cerdanya, que de momento todavía conservan.

Gracias, Montoro. Contigo empezó todo...