Que "no es pot dir blat fins que no és al sac i ben lligat, i que no tingui cap forat", debe ser uno de los refranes catalanes más populares y el que mejor aplica al mundo de la política. En Catalunya no sería complicado encontrar unos cuantos casos y Artur Mas, por ejemplo, podría dar fe de los que ha vivido en carne propia. Ahora el dicho va como anillo al dedo para escrutar lo que realmente pasa en el proceso de investidura del presidente del Gobierno español tras las elecciones del 23 de julio, del que hoy empieza el intento del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, para llegar a la Moncloa, que sobre el papel debe ser fallido, pero que ya se verá realmente cuando llegue el momento de la votación.

¿Por qué tanta prevención si en teoría al expresidente de la Xunta de Galicia no le salen los números de ninguna de las maneras? Pues porque está solo a cuatro escaños de alcanzar la mayoría absoluta que le permitiría gobernar y quizás le podrían salir de los cinco que tiene el PNV. Un PNV que hasta ahora ha garantizado por activa y por pasiva que no formaría parte de ninguna ecuación en la que tomara parte Vox, pero del que no se puede descartar nada hasta el último momento. Y esto no es ninguna crítica, es la pura constatación de que el partido de Iñigo Urkullu, Andoni Ortuzar, Aitor Esteban, Iñaki Anasagasti, Xabier Arzalluz, Juan José Ibarretxe, José Antonio Ardanza o Carlos Garaikoetxea, por no ir más lejos en el tiempo, ha mirado siempre, única y exclusivamente, por el País Vasco y por los vascos. De manera que si entre hoy y la votación de mañana, o máximo la del viernes en segunda ronda, recibiera la cesión de los tres aeropuertos vascos y los traspasos de Cercanías y la Seguridad Social e incluso otras compensaciones, que no tendrían nada que ver ni con una amnistía ni con un referéndum de autodeterminación, entre otras razones porque nunca ha pedido nada parecido, que nadie dude que actuaría en consecuencia. Y esto es también la evidencia de que quien tiene realmente la llave para decidir si la investidura cae del lado de Pedro Sánchez o de Alberto Núñez Feijóo, quien la ha tenido siempre desde el primer día, el único que la tiene, es el PNV. Ni JxCat ni ERC, sólo el PNV.

Con el compromiso de Vox de facilitar la investidura del líder del PP y retirarse para no molestar y no condicionar la gobernabilidad, la situación no es que cambie demasiado. Pero ¿y si por una de aquellas cosas el PNV se lo repensara y permitiera que Alberto Núñez Feijóo fuera investido, naturalmente después de habérselo cobrado por adelantado? Sería la misma coherencia con la que el 23 de mayo del 2018 aprobaba los presupuestos de aquel año de Mariano Rajoy, después de haberse cobrado el apoyo efectivamente por adelantado, y una semana después, el día 31, anunciaba el apoyo a la moción de censura de Pedro Sánchez que fulminaba el mandato del líder del PP. Es la coherencia de mirar por sus intereses, que son los de Euskadi, como ha hecho siempre el PNV y como históricamente han sido incapaces de hacer respecto a Catalunya antes CiU y ahora ERC y JxCat. En esto los vascos han demostrado ser infinitamente más hábiles que los catalanes. Todo ello, sin embargo, con permiso de las proclamas guerracivilistas de José María Aznar e Isabel Díaz Ayuso, propias de un discurso golpista y dignos del ruido de sables, contrarias a cualquier acuerdo de investidura que implique la amnistía para los dirigentes políticos catalanes.

¿Y si justamente debido a esto los cuatro escaños que le faltan al líder del PP le salieran de cuatro tránsfugas del PSOE? No parece probable, pero en política, de acuerdo con el refrán del trigo y el saco, no se puede dar nada por hecho hasta que pasa, no se puede dar nada por imposible. Sobre todo porque algunos, tanto del PP como del propio PSOE, se están esforzando, y mucho, para que suceda. A nadie, pues, debería extrañarle que un comportamiento así se pueda producir. Además, hay precedentes. El más célebre es el que el 2003 impidió que el PSOE presidiera el gobierno regional de Madrid y facilitó el acceso del PP. Es el conocido como tamayazo, porque uno de los dos diputados socialistas tránsfugas de ultimísima hora se llamaba Tamayo. Y como dentro del PSOE también hay voces muy críticas —personificadas en la vieja guardia "en vías de extinción" de Felipe González y Alfonso Guerra— a un eventual acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez con JxCat y ERC que pase por la amnistía de Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y el resto de encausados por el proceso soberanista, estaría bien esperar a conocer el desenlace de la votación antes de realizar más cábalas.

No fuera caso que alguien, sobre todo en JxCat, se volviera a quedar con un palmo de narices, como ya le pasó en la no tan lejana elección del alcalde de Barcelona tras las elecciones municipales del 28 de mayo. Lo más aconsejable es ir paso a paso y no dejarse llevar por el cuento de la lechera, que a Catalunya no le puede reportar más que disgustos. Y es que según cuál sea el resultado del intento de investidura de Alberto Núñez Feijóo, los escenarios subsiguientes pueden ser muy diferentes. De hecho, hay tres posibles, dos si saliera adelante y uno si efectivamente resulta fallida. Si fuera elegido gracias al PNV, se confirmaría la capacidad de los vascos de barrer para casa y sacar provecho de todo. Si lo fuera gracias a tránsfugas del PSOE, y si encima estos fueran voluntarios, lo más plausible es que en el partido de Pedro Sánchez estallara un cataclismo de consecuencias imprevisibles que podría engullirlo a él y todo. En ambos casos, fuera como fuera, los partidos catalanes se limitarían a quedarse con la boca abierta, viendo cómo les pasaría por delante de las narices una maniobra que ni habrían olido.

Tan solo en el tercer supuesto, que el líder del PP, como todo parece indicar, pierda la investidura —la lideresa de Madrid le está esperando en la esquina de Génova con los cuchillos bien afilados para pasarlo por la piedra—, JxCat y ERC estarán en disposición real de negociar con el PSOE para volver a hacer presidente a Pedro Sánchez. Y lo estarán, no hay que olvidarlo, gracias al PNV al haberse decantado por esta opción. Mientras tanto, todos pueden decir y hacer lo que quieran, que hasta que no se haya sustanciado el primer capítulo no se podrá pasar al segundo. Sin obviar que en esta tercera hipótesis el PNV es también tan decisivo como ellos, porque si como mínimo no se abstiene en segunda ronda al líder del PSOE tampoco le salen los números, y lo que es seguro es que, como mejor negociador que los partidos catalanes que es —solo hay que ver los equilibrios que realizan en la cuestión del uso del catalán en Europa para que no les estropee el acuerdo—, ni venderá la piel del lobo antes de cazarlo ni la venderá a cualquier precio.

Por lo tanto, cada cosa a su tiempo. Hoy, Alberto Núñez Feijóo. Mañana, ya se verá. Y tanto hoy como mañana, y pasado mañana y el otro, y el otro y el otro, atención al PNV!